Miguel A. Megias
A pocas semanas de las elecciones de alcaldes, el momento es propicio para sugerir algunas ideas frescas que pudieran mejorar la vida de los habitantes del municipio. Hemos oido –y continuaremos oyendo, sin duda- todo tipo de promesas sobre como mejorar la recolección de basura, como suministrar agua potable, como mejorar el transporte urbano, y un largo etcétera. Lo que no hemos oído son ideas sobre del calentamiento solar, la ecología, el reciclaje de materiales, el establecimiento empresas innovadoras, o nuevas ideas sobre el transporte o la vialidad. Todos los candidatos parecen repetir los discursos de años anteriores. A mi juicio, el repertorio de promesas –muchas de ellas incumplidas- luce como el catálogo de todos los males que aquejan a nuestras ciudades y municipios.
Una buena parte de la solución está en buscar ideas innovadoras y en copiar –con las reservas necesarias- los buenos ejemplos de otros países: Curitiva (Brasil), por ejemplo, es un modelo que deberíamos sino copiar, al menos estudiar. O el denominado sistema de buses transmilenio, en Bogotá. O los cambios ocurridos en Medellín, ciudad que hasta no hace mucho tiempo presentaba altos índices de peligrosidad y su marca eran los carteles de la droga.
¿Pueden nuestros candidatos a alcaldes, y futuros burgomeaestros, realmente mejorar nuestras ciudades, mejorar nuestras vidas? Como soy un optimista, mi respuesta es si, si pueden o, repitiendo la frase de Obama, “si podemos”, con la ayuda de ciudadanos interesados, informados, y con deseo de cambiar sus ciudades. Pero es imprescindible que exista una visión de ciudad (el I have a dream, de Martin Luther King) por parte de sus líderes.
En una serie de interesantes charlas que pueden ser vistas por Internet (visiten TED), en el enlace que les doy al final de este escrito), un grupo de pensadores de diversas ramas no indican el camino hacia mejores ciudades, más humanas, singulares donde sus habitantes sienten el orgullo de pertenecer. Todo ello es posible. Veamos, en forma simplificada, algunos de los aspectos claves.
Para empezar a resolver los problemas del municipio es necesario "entrompar" los temas del financiamiento, recaudación y transparencia en el uso de los recursos. Poco se lograría con aumentar los fondos si estos se utilizan a espaldas de la ciudadanía, que es donde nace la corrupción y el despilfarro. El conocimiento exacto de en que se usa cada céntimo, para que se pueda ejecutar la tan cacareada “contraloría popular”, es primordial. Así es que el primer paso, hacia un mejor municipio es mejor recaudación y mayor transparencia. Ambos son posibles.
Tomemos el tema de la recaudación. Los fondos a recaudar pudieran mejorar subiendo los impuestos (o haciéndolos más eficaces), puesto que son la principal fuente de ingresos de un municipio. Pero eso no es fácil y genera rechazo por parte de la ciudadanía. A modo de recordatorio, estos son los impuestos que puede manejar cualquier municipio:
1. Impuesto sobre Actividades Económicas (Patente de Industria y Comercio).
2. Impuesto sobre Inmuebles Urbanos (Derecho de Frente).
3. Impuesto sobre vehículos (Patente de Vehículos).
4. Impuestos sobre espectáculos públicos.
5. Impuestos sobre juegos y apuestas lícitas (agencias de lotería, apuestas de caballos).
6. Impuestos sobre propaganda y publicidad comercial.
Como podemos ver, aquí no figuran los impuestos más importantes: Impuesto sobre la Renta (ISLR), e Impuesto al Valor Agregado (IVA); ni, desde luego otros impuestos y tasas tales como los sucesorales, aduanales (si hay puertos o aeropuertos internacionales en el municipio), el impuesto a la ventas, etc. La recaudación de todos estos dos impuestos es “centralizada” (nacional) y los recursos son devueltos –regresados a quienes los causaron- a los estados y municipios en la forma de “situado constitucional” principalmente y otros. Es decir, los impuestos no se quedan en la región que los genera sino que el “centro” los recauda y después nos devuelve una parte de los mismos. Esa es la razón por la que vemos los titulares en los periódicos donde los gobernadores se quejan porque "no les bajan los recursos”. Señores, los recursos no hay que bajarlos, son nuestros. Lo que hay que hacer es recaudarlos localmente y “subir” la alícuota que le corresponde al gobierno central, de acuerdo con un "pacto fiscal" que habría que establecer. Lo que los gobernadores y líderes políticos deberían proclamar es “devuélveme mi IVA”, en vez de “bájame los recursos”.
Actualmente, si el gobierno central incumple con sus obligaciones y retarda el envío oportuno de los recursos que por ley corresponden a los gobiernos locales (lo que es frecuente, especialmente si el gobernador es de oposición) ello impide la correcta planificación de proyectos, retarda el pago oportuno de sueldos a empleados o la cancelación de facturas a los empresarios.
En un estado federal, tal como proclama el artículo 4 de la Constitución, los estados federados tendrían derechos y deberes. Y uno de esos derechos sería recaudar los impuestos, usarlos localmente según un presupuesto anual de ingresos y egresos y “devolverle al estado central la porción que les corresponda”. Es decir, al revés de lo que ocurre ahora donde el estado central recauda y después reparte, cuando le venga en gana. En el Observatorio Venezolano de las Autonomías, ante estos hechos, hemos propuesto una consigna, que refleja con sencillez el concepto de federalismo fiscal: “trabajo aquí, produzco aquí, mis impuestos se quedan aquí”.
Y no es que el gobierno central se vaya a quedar sin recursos. No olvidemos que tienen a su disposición las inmensas ubres del petróleo, para su exclusivo uso. Y de ahí se derivan, aproximadamente, la mitad de los ingresos del gobierno que después es “bajado” a los estados en la forma del situado consitucional y otros fondos. Sin mencionar los ingresos aduanales, que también son muy cuantiosos.
Veamos ahora el tema de la transparencia; abordarlo sería facil si existiese voluntad política. El gobierno actual se jacta de querer que el “pueblo” tenga un rol “participativo y protagónico”. Y ha hablado mucho, y ha hecho algo, respecto a lo que se denomina “gobierno en línea”; es decir gobierno donde Internet tiene un papel importante que jugar. De hecho, algunas de sus gestiones de gobierno sólo pueden ser hechas por medio de portales de Internet. Tal es el caso del trámite de pasaportes, permisos de conducir, obtención de placas para vehículos, pago de impuestos, etc. Pues bien, usando esos mismos medios, cada alcaldía debería tener “en línea”, es decir, disponibles los 365 días del año, la información sobre la ejecución del presupuesto. La opacidad en este tipo de información es el cobijo bajo el que se acoje el funcionario corrupto, el empresario que cobra obras sin hacerlas (o las hace mal), etc.. El gobierno actual ha propuesto, como sana medida para evitar la corrupción, lo que denominan “contraloría social”. ¿Qué mejor contraloría que saber cuanto se recauda y en que se gasta, en detalle?
Con estas breves líneas apenas estamos tocando algunos temas sensitivos, que debieran ser tópicos para los candidatos a alcaldes. Qusieramos que además de centrarse en hablar sobre la basura, los huecos en las vías o la seguridad ciudadana, los candidatos entraran en una discusión –educativa, al menos- sobre el estado federal y sus ventajas. Esto es válido tanto para los candidatos que apoyan al gobierno como los de la denominada Mesa de la Unidad Democrática. Al fin y al cabo, lo que todos deseamos –rojos, verdes, blancos y amarillos- es una mejor vida para todos.
En próximas entregas hablaremos sobre las innovaciones que se requieren para un ejercicio exitoso de los alcaldes.
Entretanto, como les prometí, les dejo el enlace para las conferencias TED (lamentablemente, muchas de ellas son en inglés y no tienen subtítulos en español).
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