domingo, 18 de noviembre de 2012

Votar, o no votar, esa es la cuestión


Miguel A. Megias



Ante la pérdida de las elecciones presidenciales en Venezuela  corre por el país opositor una ola de desánimo y pesimismo que -tal parece- conducirá a la inacción y al derrotismo. No votar, abstenerse, parece ser una consigna que muchos pregonan por toda la geografía nacional. Desde luego, ese sentimiento está siendo reforzado por un oficialismo inteligente y perspicaz que se da buena cuenta que son ellos quienes tienen más que ganar en caso de que se produzca un abstencionismo masivo. Y lo estimulan por todos los medios.


Habiendo sufrido en mi juventud los males de una dictadura -la de Francisco Franco, en España, ¡esa si era una auténtica y terrible dictadura!- me da tristeza que los compañeros venezolanos no comprendan que en Venezuela aún queda democracia para rato. Pero que si no actúan, ahora, ya; si no salen masivamente a votar, poco a poco la irán perdiendo. El símil de salchichón -que rodaja a rodaja se va cortando, y cuando vamos a ver ya no queda nada que cortar- es aplicable al estado de la nación opositora actual. La inacción, el abstencionismo de la oposición en 2005, (¡que grave error se cometió entonces!) hizo posible que el gobierno -con sus partidos afiliados- obtuviera con un escaso 25% (la abstención llegó al 75%) de los votos, todos los curules de la Asamblea Nacional. Lo que le permitió al presidente Chávez, gobernar sin ningún tipo de oposición, por cinco larguísimos años.

¿Será posible que se tenga tan corta memoria? Esa es la cuestion: votar, o no votar.

Dos artículos que hemos leído recientemente, proponen posiciones claramente distintas. Hemos escogido algunos párrafos de cada artículo (y el enlace al artículo completo, para los que lo quieran leer). Sea Ud. el juez: lea y juzgue por si mismo y concluya lo que debe hacer a su mejor saber y entender. 

En cuanto a nuestra posición, lo decimos sin un ápice de duda: ¡hay que salir a votar! Si no por el mejor, por el menos malo. Sería extraordinario que en un gesto de reciprocidad en Carabobo (estado donde resido) hubiese un compromiso con la alternabilidad democrática.

Y no nos quejemos, si por inacción o por ignorancia, ayudamos a desmontar la (mucha o poca) democracia que aún nos queda y que tanta sangre, sudor y lágrimas costó construir.

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El regreso del profesor Jirafales

JEAN MANINAT | EL UNIVERSAL
viernes 16 de noviembre de 2012

En los años setenta, el profesor Jirafales desgastaba su infinita paciencia tratando de trasmitir su sabiduría a unos cuantos chamacos en una escuela que, entendemos, se ubicaba en los mismos estudios de Televisa donde se filmaba El Chavo del Ocho. Era el profesor del barrio. Estoicamente recibía el baño de burla y analfabetismo funcional que gregariamente le disparaba, en cada clase, el tropel inclemente de niñas y niños. Con los años, tan encomiable esfuerzo fue relegado progresivamente al horario vespertino, el twilight zone, donde los alumnos regresan a sus casas y los hoteles de alivio empiezan a llenarse.

Pero he aquí, que el profesor Jirafales regresa con nuevos bríos para ocupar el prime time de la programación política de nuestro país. Sólo que, como los androides en Matrix Revoluciones, se desdobla en idénticas reproducciones de sí mismo, para cerciorarse de poder aleccionar a los tontitos Nemo que pretenden ser o volver a ser- that is the question- gobernadores.

Para leer el artículo completo, haga click aquí
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Mi pequeña historia con el comandante y otros personajes

Octavio Acosta en labragaazul.blogspot.com

-¿Qué debemos hacer entonces?
Ésa es una buena pregunta y no tengo la respuesta, pero puedo contribuir a buscarla. La búsqueda de la respuesta correcta es la tarea más importante que deberíamos acometer. Claro, no es solamente una cuestión de voluntad, hay que tener la capacidad que tal empresa exige. Y, por otra parte, debemos afrontar el gran obstáculo que siempre se presenta en todo problema humano: nosotros mismos. Hay que lidiar con la gran variabilidad de la condición humana. Algunas veces esta variabilidad es de una inmensa riqueza, pero otras veces es desastrosa y sus consecuencias más aún. 

Alguien podría decir en la actual “coyuntura”: “Yo tengo la respuesta y sé lo que hay que hacer: votar por el pollo” (NR: se refiere al candidato a gobernador, por la oposición, en el Estado Carabobo). No se podría descalificar una opinión como ésa. Lo más que exigiría es que me den las razones por las cuales debo hacerlo. De pronto me presentan un punto de vista que no había antes considerado. Por eso, y pensando en los demás, estoy dando mis razones. Pero, ojo, la decisión que he tomado es mi decisión y no pretendo imponerla a los demás, sobre todo cuando de inmediato no sé qué hacer en sustitución. 

Mi decisión está además matizada por la impresión, muy personal, que me produjo la experiencia que expuse al comienzo de este relato. Voté por Chávez como respuesta ante aquella actitud asquerosa y desesperada de los partidos del estatus cuando se agruparon alrededor de la figura del viejo cabalgante. Fue la oportunidad para salir de todos al mismo tiempo ¿Voy ahora a votar por éste, por su clan y por todo lo que antes rechacé, para salir de Chávez? El drama revivido de la serpiente que se muerde la cola. 

Sí, una vez lo hice, con el clásico “pañuelo en la nariz”, considerando que era un situación coyuntural, pero el cupo de coyunturas con las que vine equipado se me agotó. Por eso aclaro (otro “ojo”): me voy a abstener, pero no estoy pregonando el abstencionismo. Cada quien debe hacer aquello que su entendimiento y razón –como el polo margariteño –le dicte.

Para leer el artículo completo, haga click aquí


1 comentario:

La Braga Azul dijo...

Muchas gracias, al Observatorio en general y a Miguel en particular, por tomar mi artículo como una de las dos referencias "distintas" para el debate. Valga la oportunidad para hacer dos aclaratorias importantes que creí se desprendían de manera automática de la lectura de mi trabajo:
La primera de ellas es que mi posición no es consecuencia de ningún desencanto ni frustraciòn por los resultados electorales del 7 de Octubre. La razón es que yo no esperaba mayor suerte que la que tuvimos. No me hice ilusiones de que íbamos a ganar. Dado que soy profesor de teoría de probabilidades, de modelos probabilísticos, de inferencia estadística, de técnicas de muestreo, y he sido, yo mismo, diseñador de numerosas encuentas, conozco el valor de una encuesta correctamente diseñada y correctamente también, aplicada. Además, hay que saber a cuáles fuentes se deben escuchar con respeto. Por eso sabía que el comandante estaba realmnete ganando las elecciones y nunca me comí el cuento aquel del "empate técnico", aunque en el fondo deseaba estar equivocado. Hice un largo comentario para el Observatorio antes de las elecciones, pero seguramente por falta de destreza mía en el manejo de la computadora, quién sabe para dónde se fue cuando hice el click correspondiente.

La segunda aclaratoria es que yo no estoy en ninguno de los dos extremos de la dicotomía "votar-abstenerse" como política electoral, si se toma como propuesta general para todo el electorado. Hice mucho énfasis en que mi abstención era una decisión muy personal, y di mis razonés, sin pretender hacerla extensiva a más nadie. Y esa decisión que me es válida para el momento actual, no se desprende de decisiones pasadas ni necesariamente es extrapolable hacia el futuro.

Ya que se dio esta circunstancia, agradecería mucho a los lectores leer el artículo completo.

Un saludo muy freterno a Miguel Megías, Nelson Acosta y a todos aquellos que tengan alguna responsabilidad en la edición de este estupendo blog, valioso foro para la discusión.