La visión del Presidente tocando la guitarra me remitió a otras imágenes almacenadas en mi memoria: los conciertos al aire libre de la décadas de los sesenta y setenta. Desde luego, este espectácul de Chávez carecía del tono rebelde y contestarlo que caracterizó la cultura pop de la época. Hugo no es Bob Dylan y el PSUV no expresa la desobediencia que caracterizó la cultura y política de esos maravillosos años.
Este acto electoral, por el contrario, forma parte de una visión trivial y banal de la política. Chávez llora, insulta, ríe, cuenta chistes, canta, recita poesía, en fin, actúa y dramatiza su ejercicio del poder. Desde luego, no es el único personaje público que ha hecho uso de estos ejercicios teatrales. La puesta en escena ha sido siempre un arma poderosa. Mussolini, por ejemplo, lo entendió mejor que nadie. En América latina este paradigma lo ejemplifica el General Juan Domingo Perón y su Evita. Esos personajes, en especial esta última- Evita Perón- mezclaron con eficacia la oratoria, el fervor y la teatralidad. Esta combinación dio como resultado el populismo.
Nos encontramos a un mes y medio del final de la campaña electoral. No es fácil, entonces, sustraerse de la lógica del espectáculo. Después de todo, como lo hemos señalado, la política tiene un alto contenido teatral y es necesario establecer vínculos con el electorado. Pero cuidado. Estos imperativos no deben permitir que la imagen sustituya a la idea. Por el contrario, lo que caracteriza la apuesta de la oposición es, precisamente, sustituir la frivolidad del “revolucionario” por la sustancia programática del demócrata.
En fin, es necesario usar los medios y su lógica comunicacional. Pero su utilización debe inscribirse dentro de una “gramática” que permita, por un lado diferenciarse de la del gobierno, y por el otro, seducir al mayor número de electores. Una gramática que no apueste a lo efímero teatral y se ancle en lo sustancial de la cultura popular y democrática del venezolano.
La de Chávez es una oferta electoral de teatrero de crucero.
1 comentario:
Con este post recorde algunas de las consideraciones del filósofo francés Jean baudrillard en su texto "La transparebcia del mal" les dejo una breves líneas.
"Ya no existe vanguardia política, sexual ni artística que
responda a una capacidad de anticipación y, por consiguiente,
a una posibilidad de crítica radical en nombre del deseo, en
nombre de la revolución, en nombre de la liberación de las
formas. Este movimiento revolucionario ha pasado. El glorioso
movimiento de la modernidad no ha llevado a una
transmutación de todos los valores, como habíamos soñado,
sino auna dispersión e involución del valor, cuyo resultado es
para nosotros una confusión total, la imposibilidad de reconquistar
el principio de una, determinación estética, sexual o
política de las cosas."...
"En la teoría revolucionaria existia también la utopía viva
de la desaparición del Estado, de que la política se negara
como tal en la apoteosis y la transparencia dé lo social. No ha
ocurrido nada de eso. Es cierto que la política ha desaparecido,
pero no se ha trascendido en lo social sino que ha arrastrado
lo social en su desaparición. Estamos en la transpolítica,
o sea en el grado cero de lo político, que también es el de su
reproducción y de su simulación indefinida. Pues todo lo que
no se ha trasladado más allá de sí mismo tiene derecho a un
revival interminable. Así pues, la política jamás acabará de desaparecer,
pero no permitirá que aparezca nada en su lugar.
Estamos en la histeresia de lo político."...
Helena A.
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