No hay duda. La candidatura de Henrique Capriles ha levantado vuelo. Su estrategia de ir de la periferia hacia el centro e “invadir” física y discursivamente el territorio “chavista” está rindiendo frutos electorales y políticos. Los íconos y símbolos que la expresan se posicionan con éxito en el mercado electoral del país. El rostro y figura del “flaco” comienzan a gozar de amplio reconocimiento y aceptación nacional. En este ámbito, el del marketing político, su candidatura muestra una trayectoria ascendente que está siendo reflejada en diversos sondeos de opinión pública.
Progresivamente ha estado asociando a su aspiración presidencial símbolos de la cultura popular venezolana. Esta relación le ha permitido construir un nexo emocional y fomentar un sentimiento de pertenencia alrededor de su figura. Sus visitas a los santuarios de la Virgen del Valle y el Nazareno de Achaguas, por ejemplo, expresan esta disposición de asumir los valores de nuestra religiosidad popular y anclar su campaña en un terreno poco explorado por la oposición en campañas anteriores.
En su recorridos casa por casa por el país, nuestra diversidad cultural y política ha obtenido un reconocimiento tácito. En este ámbito, Capriles ha podido articular armoniosamente la dialéctica de lo uno y lo diverso: por un lado, el concepto unitario de su iconografía; por el otro, el reconocimiento de la diversidad simbólica que expresa lo nacional. En otras palabras, gradualmente ha federalizado su mercadeo electoral y esta circunstancia comienza a ser registrada positivamente por sondeos y estudios de opinión pública.
Sin embargo, este culto a la diversidad, en nuestra opinión, no siempre cuenta con aceptación por el comando Venezuela que dirige su campaña. Existe, según parece, una resistencia a experimentar formas distintas a las tradicionales de relacionarse con el electorado. Parafraseando a Carlos Blanco, pudiéramos decir que hay un nivel de intolerancia en “núcleos de la oposición que no quieren el debate, ni ideas diferentes a las del grupo inexpugnable que diseña, junto al candidato, su política”.
Es tiempo de abrirse al debate. El pensamiento único y la unanimidad acrítica no son buenas consejeras. Es vital mostrar desde el inicio el carácter alternativo de este proyecto político. El esfuerzo inicial realizado por la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) debería ser recompensado con más democracia y tolerancia en los comandos de campaña nacionales y regionales.
Capriles lo está haciendo bien, muy bien. Con su esfuerzo ha agitado un país olvidado por el chavismo y ha restablecido la conexión con los sectores populares. En cierto sentido, la oposición se ha “federalizado” en esta diversidad que desempolva en sus recorridos.
Disentir y debatir es consustancial con su proyecto político y por esa razón su candidatura se encuentra a la ofensiva mostrando una firme voluntad de triunfo.
1 comentario:
Está levantando vuelo... ¡Yo te aviso Chirulí....!
Posiblemente se le "esté subiendo la nota... que es otra cosa!
Sin más, Capriles RAJOYdosky es el peor de los candidatos que pudo escoger la oposición...
y cada día meterá "no la pata... -cometer errores";
"Ni la lengua -como acostumbra Chávez";
sino el poquito cerebro que le queda...
seguirá diciendo que el "TELESCOPIO" es por donde se mira hacia tierra en un submarino (ya no es más PerisCOPIO, porque a este hijo e papá y mamá "se le subió la nota";
y seguira diciendo que "cada día millones de Venezolanos se acuestan "'sin DORMIR, jajaja", en vez de que el sencillo libretop le ordenaba era decir "SIN COMER", Jajaja
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