sábado, 23 de mayo de 2015

Polo democrático y patriótico: ¿versión postmoderna del bipartidismo?

Nelson Acosta Espinoza

¿Qué significado se le puede atribuir a los resultados de las recientes elecciones primarias celebradas por la oposición venezolana? ¿Iniciaron estos comicios la construcción de una alternativa a la opción política vigente? ¿Más allá de lo electoral cual fue su sentido político? Estas y otras interrogantes se encuentran suspendidas en el ambiente. Hasta el momento las interpretaciones han descansado sobre una perspectiva de índole cuantitativa. La Política, con P mayúscula, está por construirse. Tarea esta imprescindible si, en realidad, se quiere construir una alternativa distinta a la configuración política existente.

Una descripción de estos resultados electorales va como sigue. Acudieron a votar en las 33 circunscripciones un total de 544.793 ciudadanos. Primero Justicia (125.916) y Voluntad Popular (166.3371) alcanzaron la mayor cantidad de votos. Copei (82.920) y Acción Democrática (71.573) los siguen en número de sufragios capitalizados. Los partidos que aglutinaron mayor número de candidatos electos fueron Primero Justicia con 11 candidatos y Voluntad Popular con 8. La circunscripción que registró la mayor participación fue el número 3 y 5 del estado Carabobo donde se sobrepasó el 7% de los electores inscritos.

Bien, hasta aquí, este brevísimo resumen de los resultados de las parlamentarias. Queda por explorar su sentido estratégico y subjetivo. Sin duda alguna, estas primarias indican la existencia de un piso político y electoral a partir del cual se podría construir una nueva y radical opción a la formula asistencialista que expresa el socialismo del siglo XXI. Para alcanzar este objetivo, se haría necesario construir una apuesta discursiva y cognitiva distinta a las que han sido dominantes en el escenario político nacional. Dicho de otra manera, estos resultados, por sí mismo, no constituyen una opción doctrinaria y política alternativa a la que ha estado vigente en el país a lo largo de la vida de la IV y V República.

Puede resultar un tanto chocante esta última afirmación. Pero, desde el punto de vista cognitivo, oposición y oficialismo, han compartido una misma visión de lo público. Me voy a permitir ilustrar esta última afirmación con dos ejemplos: la Tarjeta La Negra y la reivindicación de las misiones.  En el primer caso (Rosales), se planteó distribuir el 20% de los ingresos petroleros entre los ciudadanos más pobres en el país. En el caso de las misiones, Henrique Capriles, se comprometió a mejorar y darle rango constitucional a esta iniciativa del chavismo. Pareciera, entonces, que estamos ante la presencia de una pulsión inconsciente que impulsa a la oposición a compartir la visión política del adversario.

Las ciencias cognitivas y la antropología enseñan que para consolidar una opción política distinta es indispensable “hablar” dentro de un marco diferente al del antagonista. En palabras de George Lakoff  (Berkeley, 1941) los marcos son estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo; todas las palabras se definen en relación a marcos conceptuales. Puesto que el lenguaje activa los marcos, los nuevos requieren un nuevo lenguaje. Así pues, “el cambio de marco es cambio social”. En caso contrario se refuerza las estructuras mentales que han prevalecido y que han determinado la forma de entender el mundo. No olvidemos que en Venezuela todos los partidos políticos (oposición y gobierno) comparte el mismo marco. De hecho, se declaran socialistas y accionan sus políticas publicas dentro de estas estructuras cognitivas.

La conducta de sectores de la oposición en el estado Carabobo discurrió dentro del marco dominante en el país. Es válido preguntarse, entonces, ¿se estará experimentando en esta localidad una versión postmoderna del bipartidismo?

En fin, la política ahora es así.


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