domingo, 10 de mayo de 2015

¿Cómo construir un relato político exitoso?


Nelson Acosta Espinoza

¿Cómo construir un relato político exitoso? Responder esta interrogante fue el tema  del taller que dictamos a un grupo de estudiantes con interés en la actividad política. Conviene mencionar que estos jóvenes tienen pasión por la Política, así, con P mayúscula. Ojo, este entusiasmo no implica desinterés en la lucha electoral. Por el contrario, este último tema lo conciben como subordinado a una concepción alternativa de la Política. Dicho de otra manera, para estos jóvenes lo sustantivo no es ganar unas elecciones. Lo fundamental es darle una vuelta de tuerca a esta actividad.  Modificar esta práctica y  su idea de lo público. La política que hasta el momento ha prevalecido, afirman con fuerza y convicción,  ha sido responsable de las calamidades que hoy enfrenta la población.
La aclaratoria me parece pertinente. El clima presente es “acaloradamente” electoralista. Esta circunstancia hace “olvidar” lo que realmente se encuentra en juego: el cambio de régimen político. O lo que es lo mismo, politizar la cotidianidad: “dar orientación y contenido político a acciones, pensamientos o personas que, corrientemente, no la tienen”. En otras palabras, politizar equivale a dotar de autonomía y madurez a un conglomerado que carece de estos atributos,
Un punto de partida fue la revisión de los distintos temas susceptibles a ser politizados. La idea es encontrar la materia prima a partir de la cual se pudiera iniciar la construcción de una nueva narrativa que sustituyera la que ha hegemonizado el campo de lo político en el país.
Desabastecimiento, inflación, escases, alto costo de la vida, reducción de la capacidad adquisitiva de los ciudadanos, inseguridad. Venezuela importa el 70% de lo que consume en alimentos, la inflación es la más alta de la región y la producción petrolera ha sufrido una caída alarmante. Pudiéramos señalar que estamos siendo testigos de un desmantelamiento progresivo de la capacidad industrial del país. En fin, estamos a la puerta de una crisis de carácter sistémico de consecuencias impredecibles. Desde luego, este es el piso desde el cual debería construirse el relato político alternativo.
Este diagnóstico conduce a la construcción de una narrativa distinta a la que ha prevalecido en la IV y V república. Esto último es necesario tenerlo claro. La ruptura ha de ser radical. De lo contrario estaríamos ante la circunstancia de cambiar para que todo siga igual. Por otro lado, es imperativo derrotar los intentos de “trabajar” con los marcos del adversario (caso de la tarjeta la negra y las misiones).
En fin, ¿qué es el relato político? Una primera respuesta seria advertir que es lo opuesto a transmitir datos. Se trata, por el contrario, de construir una historia que movilice, seduzca, evoque y comprometa mediante la activación de los sentidos y las emociones de la población. Ha sido definido como “la novela del poder” la trama seductora que describe, explica y consolida un proyecto político.

Son diversos los elementos que estructuran un “buen” relato político: conflicto y antagonismo, visión, escenificación, símbolos, mitos, entre otros. Voy a detenerme en dos de estos componentes. Los mitos, por ejemplo, se vinculan con una constelación de factores: ideales, historias comunitarias, gestas individuales, personajes y objetivos, sirviendo de apoyatura a construcciones sociales ulteriores. Igualmente los símbolos, además del mensaje que en sí mismo connotan, cumplen la función de “ornamentar” los relatos y mitos. Desde luego, este fue un apretado resumen. El tema es mucho más complejo.

 Voy a finalizar con una advertencia. Las ventajas del uso de relatos en el campo de la comunicación política, conviven con elevados riesgos de fracaso. Voy a mencionar algunas de las situaciones que agotan y son responsables de su pérdida de credibilidad. La más común es la cronificación. El relato es invadido por una retórica plagada de repeticiones y estereotipos que lo desconectan con la realidad.

El madurismo ejemplifica esta característica: ha aumentado el volumen y la agresividad de su discurso. Lo ha elevado a la condición de dogma. En fin, la combinación de emociones asociadas a liderazgos personalistas no solo erosiona el relato, sino que genera espacio para la aparición de narrativas alternativas.  Esta es la oportunidad de la oposición para elaborarla. Sin dudas, la política podría ser así.







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