Nelson Acosta
Espinoza
Bien, amigo
lector, cuando este breve artículo llegue a sus manos, los líderes opositores Leopoldo López y Daniel Ceballos habrán cumplido más de 100
horas en huelga de hambre. Igualmente, para esta fecha, cinco miembros del Movimiento Juventud Activa
de Venezuela (JAVU) se habrán sumado a
esta forma de protesta. Por otro lado, la marcha por la liberación de los
presos políticos, el cese de la represión y la fijación de la fecha de las
elecciones parlamentarias se habrá llevado a cabo, esperamos que con éxito y
sin incidentes que lamentar.
En torno a estos
eventos se ha desarrollado una polémica.
Los protagonistas han sido la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y sectores
que hacen oposición a este gobierno del socialismo del siglo XXI. Es importante prestar atención a esta discusión.
Máxime cuando de por medio se encuentran en juego la vida de los huelguistas.
Entiendo, que esta forma de protesta no cesará hasta tanto no se hayan
alcanzado los objetivos mencionados en el párrafo anterior.
Las dudas de los
sectores opuestos a esta forma de lucha cívica y no violenta están relacionadas
con la proximidad de las elecciones parlamentarias. Entienden, estos grupos,
que las legislativas serán ganadas ampliamente por la oposición. Y que estas
formas de protestas pudieran hacer daño a la intención del voto que reportan
diversas encuestas a favor de este bloque. En el comunicado, a propósito de la iniciativa de
López, señalan que “el cambio es urgente, el camino es electoral y la Unidad es
obligatoria”. Más adelante, refuerzan esta afirmación con una constatación de orden
subjetivo, al apuntar que “el
desafío fundamental que hoy encara La Unidad es articular, acompañar y dar
cauce democrático a la espontánea movilización popular que se está dando en
toda Venezuela".
En opinión, de este humilde
escribidor, la iniciativa encabezada por Leopoldo López obedece, precisamente,
a cierto grado de pasividad crónica presente en amplios sectores asociados a la
MUD. En el país existe fatiga, cansancio y desesperanza. La situación económica
y social de la mayoría de la población es espantosa, por decir lo menos. Sin
embargo, esta realidad no ha sido politizada en forma debida por la oposición
oficial. Era necesario, entonces, un
gesto de esta naturaleza para comenzar a dar sentido político a esta desaliento
que abraza a los sectores populares. El electoralismo per se, es mala consejera
en situaciones límites como la que se encuentra el país.
La historia
muestra que la resistencia civil, pacifica ha sido exitosa. Por ejemplo, el movimiento del sindicato polaco
Solidaridad, en 1981; la “campaña del poder popular” en Filipinas, en 1986; la
“revolución de terciopelo” en Checoslovaquia, en 1989; la “campaña del desafío”
en Sudáfrica, en 1990; y la cruzada serbia para derrocar a Slobodan Milosevic
en 2000.
En fin, en nuestro ajedrez político existen nuevas fichas y apuestas
tácticas y estratégicas. Afortunadamente, sectores de la Mesa de la Unidad Democrática,
a última hora, aceptaron a participar en esta demostración pacífica y en
solidaridad con los huelguistas de hambre.
La pregunta, brota a boca de jarro: ¿Y, ahora, qué acciones de naturaleza
política se van a llevar a cabo para alcanzar estas tres demandas? ¿Cómo se
expresará la solidaridad con los huelguistas? Son interrogantes que hay que
dilucidar. No se puede permitir que se repita la experiencia trágica de
Franklin Brito.
Este es el momento de desarrollar una intensa campaña de solidaridad con
estos venezolanos y aumentar la presión cívica para alcanzar los tres objetivos
que demandan estos compatriotas.
Para finalizar, a los huelguistas mi solidaridad y estas palabras emblemáticas
pronunciadas por “La Pasionaria”, Dolores Ibarrúdi: “resistir es vencer”.
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