Miguel A. Megias
Recientemente conversé con un familiar en el extranjero, comentando la extraña situación de este “rico” país petrolero donde escasean tantos productos, donde las largas colas se han convertido en algo cotidiano y donde muchos ciudadanos no se atreven a salir de noche por el temor a la inseguridad. Y me preguntaba mi familiar: “¿y la oposición, es que no existe la oposición?”
Esto me ha llevado a reflexionar sobre el rol proactivo que los partidos políticos deberían tomar. Aunque, la verdad, no creo que ningún dirigente importante me lea (están muy “ocupados” como para leer críticas o sugerencias), no obstante he hecho una corta lista de lo que, a mi juicio, deberían estar diciendo, cara a formar un gobierno en un futuro cercano (según ellos, en las próximas elecciones arrasarán). Es decir, en vez de engancharse en criticar a Maduro, sus viajes y su gobierno, su dichos (“que Dios proveerá”), etc., la oposición debe comenzar a presentar propuestas, debatir los temas fundamentales del país y generar ideas viables. He aquí algunas, de las que, por ahora, nadie parece querer hablar. Gobernar no es quítate tu para ponerme yo”. Gobernar es proponer y cumplir.
Sobre el petróleo.
Chavez se inventó el lema “el petróleo ahora es nuestro”, que repetido hasta la saciedad se ha convertido en “verdad”, a pesar de que es una gran mentira. Lo que realmente debe significar es que el petróleo ahora, supuestamente, es manejado en forma soberana, que ninguna nación se adueña de este recurso natural (lo que tampoco es cierto). En realidad, el petróleo es del gobierno, lo utiliza a su mejor saber y entender, como si fuera el propietarios y el ingreso que genera va a unas arcas centralizadas desde donde le pasan una migajas a las regiones. Para que el petróleo sea “nuestro”, de los venezolanos, hombres mujeres y niños, habría que emitir acciones de PDVSA, la empresa petrolera estatal, y repartirlas por igual a todos los ciudadanos. Así, cuando PDVSA reparta dividendos, estos irían a los tenedores de las acciones, como en cualquier otra compañía. Desde luego, esta idea un tanto simple debe ser mucho más elaborada por expertos: el resultado final debería ser que el estado (el gobierno, realmente), cese de ser el dueño de este bien, que se reparta equitativamente y que sea el ciudadano el que se beneficie bien sea directamente o mediante algún mecanismo de fideicomiso (para educación, salud o vivienda, por ejemplo). En algún momento del pasado, el señor Rosales ofreció entregar una tarjeta (“mi negra”); es la única vez, según lo que he visto, que el petróleo fue materia de discusión.
Expropiaciones y confiscaciones
Ha sido harto demostrado que la nacionalización, las expropiaciones y las confiscaciones no han producido el efecto deseado (abaratar los productos y generar riqueza). Por el contrario, las empresas bajo el control del gobierno, en contra de la propaganda oficial, han dejado de producir, son una fuente inmensa de corruptelas y son en definitiva parte esencial de la escasez que vivimos. Un solo ejemplo bastaría. Cuando el cemento era privado, se conseguía en cualquier ferretería las cantidades que uno quisiera, al precio oficial (alredor de Bs 18 de los viejos). Hoy, con las fábricas productoras en manos del estado el cemento escasea; construir se ha convertido en un gran problema y a pesar de que el precio regulado es, según creo, alrededor de Bs. 80, en el mercado hay qua pagar tres veces más, y se consigue por cuentagotas y dando muchas vueltas. La expropiación de Agroisleña, propiedad anteriormente de mis paisanos canarios, ahora convertida para la “revolución” en Agropatria, ha tenido muy graves consecuencias en la producción de alimentos debido a la ineficiencia y corrupción de los nuevos dueños. Los políticos de la oposición deben decir claramente que harán para devolver las industrias a sus propietarios originales, para restituir las tierras expropiadas, y desnacionalizar, por ejemplo, nuevamente la industria del hierro. ¿Por qué no abordan estos temas, en vez de criticar y criticar al gobierno de Maduro?
El dólar confiscado
El bolívar (o cualquier otra moneda) debe tener la posibilidad de ser convertido en monedas de intercambio internacional (dólar, euro, etc.), tal como ocurrió en buena parte de los 40 años de gobiernos anteriores. Sin embargo, gracias al férreo control ejercido por la revolución, se ha hecho muy dificil poder cambiar bolívares por dólares o euros. La distorsión monetaria que se ha producido, entre el “dolar oficial” y el “dolar negro” es de tal magnitud que es mucho mas rentable obtener la moneda y venderla en el mercado negro que importar materia prima para producir bienes y servicios. Así, la corrupción ha generado auténticas fortunas por el sencillo mecanismo de obtener divisas baratas del estado y venderlas al mejor postor. El dólar oficial está a 6,30 (o a 12, dependiendo del trámite), mientras que el “dólar libre” se cotiza a 170. ¿Que político de la oposición habla, en estos momentos, de esta inmensa distorsión que, entre otras cosas hace muy atractivo el contrabando? Que yo sepa, nadie habla seriamente del tema. ¿Que haría el señor Capriles, por ejemplo, con esta papa caliente?
La gasolina
Así como los otros productos subsidiados (harina para arepas, aceite, azucar, café, y un largo etcétera) van hacia el exterior debido a la distorsión cambiaria, ¿que podemos decir de la gasolina, que en Venezuela es prácticamente regalada? La extracción de combustible hacia las islas del Caribe y hacia Colombia reporta millones de dólares en ganancias unos cuantos y en pérdidas a la nación. Y eso que el petróleo “es nuestro”. Claro, las mafias que controlan ese flujo tremendo de dinero no quieren que la gasolina suba. ¿Se atreverá Maduro, o si llega a gobernar el señor Leopoldo López, vender ese producto a su valor real internacional? ¿Quién le pondrá el cascabel al gato?
Libertad de comercio
Los controles de precio no han servido sino para aumentar la escasez. El gobierno se empeña en que las empresas vendan sus productos al precio que ellos fijen. Y en muchos casos, esos precios ni siquiera cubren los costos y las empresas deben ingeniárselas para producir otros renglones, que no tienen control, para compensar las pérdidas. Tal es el caso, por ejemplo, de los panaderos: el pan regulado es asequible. Pero como la rentabilidad es muy baja, compensan vendiendo muy caros todos los demás productos. Es así como en pan regulado valía, en diciembre, 25 bolívares mientras que el “pan de jamón”, tan popular en la cultura del venezolano, costaba 400 o más. ¡Casi 20 veces más!. Otro caso interesante es el de la empresa Clorox, fabricante de artículos de limpieza. Un buen día cerró sus fábricas y se fue del país, cansados de perder dinero debido al control de precios. Ahora se hace muy dificil obtener estos artículos, que ya no están regulados, a precios mucho mayores. ¿Será que la oposición restablecerá la libertad de comercio, con la idea de que las leyes del mercado, oferta y demanda, se puedan aplicar libremente? Habría que conocer que opinión le merece a la oposición este tema.
Concluyo aquí para no cansarles. Estoy seguro que muchos de ustedes están en condición de respaldar y ampliar esta lista. De lo que no estoy tan seguro es de si estos, y otros temas, serán algún día tratados por la oposición.
“Despierta y reacciona, es el momento”, fueron las palabras del Papa Juan Pablo II en su segunda visita a Venezuela, en 1996. Estamos esperando, amigos de Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática, COPEI... (perdonen que no los mencione a todos, la lista es muy larga...)
Primera visita del Juan Pablo II a Venezuela, con el presidente Jaime Lusinchi |
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