Nelson Acosta Espinoza
Amigo lector, la situación global del país empeora con el trascurrir de los días. Pudiéramos postular que la crisis que se nos viene encima es de carácter sistémico. Sin embargo, a pesar de los signos que la advierten la nomenklatura política, hasta este momento, no la ha asumido en su carácter total. Por otro lado, algunos actores de la oposición pecan de candidez en su caracterización del momento actual. No traspasan el umbral de la denuncias. Pareciera que carecieran de las herramientas cognitivas que les permitan apreciar la complejidad de la situación que confrontamos. O, pudiera ser que estos protagonistas, actúan dentro de los parámetros discursivos que definían la llamada vieja política.
Desde luego, esta última afirmación es dura; no es complaciente. Disculpen los amigos lectores. En fin, esta aseveración tiene como propósito llamar la atención y poner de relieve que lo que ha entrado en crisis es el modelo político y cultural que ha prevalecido en el país desde el siglo pasado y, en consecuencia, se hace necesario ofertar otro que lo sustituya de raíz. Esta idea, a mi juicio, expresa el horizonte estratégico donde se debe ubicar el accionar político de la oposición.
Bien bajemos el tono del escrito y meditemos sobre lo afirmado en el párrafo anterior. Posemos la mirada en las elecciones venideras. Ojo, cuidado con el electoralismo. Esta práctica, en general, suele servir de anestésico para calmar el dolor y sufrimiento al que están siendo sometidos la población, en especial los sectores de bajos ingresos. Vale decir, la mayoría de los venezolanos. Esta desviación pudiera expresar una conducta miope y ciega. En las actuales circunstancias no es sabio colocar los cinco sentidos exclusivamente en el proceso electoral venidero. Esta actividad, desprovista de propuestas alternativas, puede llegar a ser letal para los intereses de los verdaderos demócratas.
Ahora bien, ¿cómo caracterizar la coyuntura? Y, a partir de ahí ¿cuál oferta programática es la viable? Los expertos ya han alertado sobre los desequilibrios que padece nuestra economía: fiscal, cambiario, monetario, financiero y petrolero. Han advertido la necesidad de un programa de ajuste que traería como consecuencia alta inflación, recesión, desempleo y mayor pobreza, “pero si no se implementa, las consecuencias serían aún peores y más traumáticas”. Como se puede observar la situación no es fácil y, pudiera existir la tentación, de escabullir esta realidad con fines electoralistas.
Afortunadamente, HCR ha olfateado el ánimo de la población y ha hecho un llamado de movilización a la calle. Estas congregaciones, en mi humilde entender, han de estar impregnadas de nuevas ideas, frases y palabras que deberían de sustituir las ya agotadas del bolivarismo madurista. Cuidado con hablar con el lenguaje del adversario. No lo olvidemos. Ya sucedió en las pasadas elecciones presidenciales.
Es en este espacio (la calle), sin titubeos, donde debemos construir los cimientos de la nueva democracia y organizar, a partir de ahí, una postura política con clara pretensión hegemónica. Vale decir, comenzar a construir la nueva realidad que va a sustituir el viejo y agotado socialismo bolivariano. Pero, para alcanzar este objetivo, es necesario hablar a la gente, a los honestos y decentes con prescindencia de su respectiva ubicación económica o de clase. En breve, escindir el electorado entre opositores decentes y enchufados corruptos. Punto de partida para iniciar la construcción del soporte social y político que requerirá las medidas de emergencia que el futuro gobierno habría de tomar.
Es ineludible, entonces, transformar el sufrimiento de la población en conocimiento y de ahí en poder. Así se podrá construir la nueva hegemonía democrática. Sin dudas, ahora la política es así.
1 comentario:
Amigo Nelson muy acertados tus comentarios, sería interesante que en próximo artículo analizaras el por qué la oposición vinculada a la MUD no ha podido, o querido, tener una oferta política, será que como buenos socialistas que son lo único que pueden ofrecer es más de lo mismo, estatismo y rentismo, bienestar social (misiones) y socialismo (progresismo), Por qué si el cambio es el populismo de Henry Falcón lanzando juguetes a los pobres desde un camión, no sé que es peor si el remedio o la enfermedad.
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