Carlos Ochoa
La estrategia triunfadora que Henrique Capriles desarrolló con sus aliados para las elecciones primarias, definitivamente ganó porque leyeron correctamente que tipo de liderazgo reclama el país para conducir a Venezuela en el futuro próximo.
La sociedad venezolana está cansada, agotada de la confrontación estéril de los radicalismos, del lado de los que apoyan a Chávez se aprecia el desgaste. El modelo simbólico del militarismo cubano que se intenta imponer, la idea que a toda la sociedad se le caracterice de una u otra forma dentro de una épica desfasada para enfrentarla no tiene centro político. La foto de los niños armados por el grupo paramilitar “La Piedrita” es un extremo obsceno que pone a prueba al gobierno, mostrando el lado más oscuro de la impunidad.
La oposición democrática resignificó positivamente la efeméride del 12 de febrero con la jornada electoral, el día de la juventud se celebró cívicamente con optimismo y esperanza en las largas colas de votantes a todo lo largo y ancho del país. El gobierno por su parte ofreció un desfile cívico militar sin contenido de futuro. La crisis de ideas dentro del chavismo no es culpa del chavismo, es responsabilidad del caudillo único que ejerce un liderazgo castrador.
Que la oposición ya tenga candidato para competir con Chávez en las presidenciales de octubre, es una buena noticia, tanto por el respeto a las diferencias de pensamiento que cada aspirante expresó durante la breve campaña, como por la abrumadora cantidad de venezolanos que salieron a votar desafiando las amenazas de los sectores radicales del chavismo. Pero la mejor noticia es que además el candidato que salió favorecido con una altísima ventaja, tiene definida una estrategia de inclusión real donde ganamos todos.
No es posible para la alternativa democrática ni para el chavismo, obtener una victoria en octubre sin el apoyo de los independientes, así lo han expresado los expertos en opinión pública, esto es verdad, el centro político calculado en 33% se inclinará al final por el candidato que más seguridad y estabilidad transmita.
La estrategia de Chávez se basa en más de lo mismo, le ha dado resultado en el pasado y no tiene manera de reinventarse para esta elección. La estrategia de Henrique apunta a crear confianza, inclusión y esperanza de progreso.
El argumento más visible de la elección presidencial desde la perspectiva del liderazgo está planteado en dos imágenes que podemos poner de ejemplo. La de Chávez montado en un tanque de guerra ruso a toda marcha en reversa llevándose todo a su paso, y la de Capriles en autobús acompañado de quien quiera montarse construyendo la ruta del futuro necesario.
Escoja usted, amigo elector.
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2 comentarios:
EL MILITARISMO ES SEGUIR Y OBEDECER ORDENES CIEGAMENTE, EL CIVILISMO ES CONFRONTACION E IMPOSICION RAZONADA DE LAS MEJORES IDEAS.
Creo que debemos montarnos todos en ese autobús. Por nosotros mismos y por el futuro de nuestros hijos.
Me gusta su artículo doctor Ochoa.
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