domingo, 22 de julio de 2018

Las tres agendas.


Simón García


Un modo de favorecer la aproximación entre las fuerzas de cambio y detener su fragmentación puede ser recolocar sus actividades en tres agendas: la del país, la de la crisis social y la de las próximas coyunturas electorales. Son interdependientes, pero no sujetas a que una sea prerrequisito de las otras.

De estas tres agendas, las dos primeras son urgentes. Pueden y deben traducirse en acciones concertadas de la oposición. No admiten demoras. En ellas se concentran importantes coincidencias. Abarcan temas propicios para rescatar la credibilidad en los partidos.

Existe una tercera agenda que puede ser asumida preventivamente y en el plano del debate necesario para reformular una estrategia eficaz. Se refiere a batallas electorales que el régimen va a imponer y frente a las cuales hay que encontrar la respuesta que mejor contribuya al empoderamiento del cambio.Una condición indispensable para aumentar la capacidad de presión interna hacia desenlaces democráticos, pacíficos y decididos por venezolanos.

Las tres agendas no tienen hoy el mismo grado de consenso, pero mientras mayores sean los acuerdos en la Agenda país más fácil resultará superar las diferencias o disminuir la posibilidad de que la agenda menos consensuada, la electoral, obstruya la acción compartida en las otras dos.

Ninguna de las agendas puede subestimar la fuerza de la que aún dispone el gobierno ni ignorar que si logra ampliar sus márgenes de maniobra financiera y económica va a comprar relativa estabilización a corto plazo. Por eso es ilusorio el pensamiento calle, calle que vuelve a prometer la caída del régimen a la vuelta de la esquina, cuando el riesgo real es que el infierno actual se convierta en crisis crónica

Nadie es dueño de certidumbres ni adivino de los giros inesperados que puede darla historia, pero no podemos reducir la política a una apuesta sobre salidas que no están en nuestras manos. Haber prometido falsas expectativas ha sido uno de los errores que han contribuido a que el régimen se atornille.

Ahora, definiendo un recomienzo a partir de las fuerzas y espacios que aún se conservan, la oposición tiene que afincarse en una realidad: el gobierno tiene crecientes averías para gobernar, lo desbordasu pérdida de control sobre las situaciones destructivas que crea y sigue recibiendo, incluso en su seno, el rechazo a la bancarrota de todo y de todos. El país quiere una política alternativa y un horizonte de reunificación de los venezolanos que sólo la oposición democrática puede darle, si se acordaran sus componentes.

La oposición que criminaliza el camino electoral, que no admite el diálogo ni considera viable una transición, que sólo apuesta a derrocar a NM sin tener con qué, no comparte una vía de cambio pacífica. Tener coincidencias puntuales depende de ellos y deberán mantenerse aunque sean asumidas dentro de un debate para desmontar sus tesis, porque sin esa discusión pública mayor será la frustración y más corto el camino para encerrarse en casa.

Las tres agendas permiten renovar el concepto de unidad y pueden lograr que el contenido prive sobre las formas y el interés país sobre las conveniencias particulares. Exigen un esfuerzo común de militantes y ciudadanos, miras elevadas; rendición de cuentas y que cada partido retome su misión cívica. Ellas abren una competencia de aportes y de aciertos entre el mayor número posible de actores democráticos, diversos ycoherentes.Y esoes algo.

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