domingo, 19 de noviembre de 2017

¿La oposición hace “oposición” al gobierno?


Nelson Acosta Espinoza

Gobierno y oposición, nuevamente, intentarán llevar a cabo negociaciones con la finalidad de construir una salida a la crisis política que vive Venezuela. Santo Domingo será el escenario donde se llevará a cabo este encuentro entre las partes en conflicto. Las expectativas en torno el resultado de estas negociaciones no son muy optimistas. En principio, los fracasos anteriores hacen pensar que el resultado de este nuevo encuentro, lejos de facilitar una salida razonable a la crisis, pudiera profundizar aún más la grave situación política, económica y social que padecen los venezolanos.

En esta ocasión pareciera que el gobierno tiene interés en iniciar negociaciones. Desde su óptica, este sector posee algunas ventajas de naturaleza estratégica. Viene de derrotar a la oposición en las últimas elecciones de gobernadores. Y, en los próximos comicios municipales, se espera resultados que pudieran ser favorables a los candidatos del oficialismo. Igualmente, existe la necesidad de contar con cierto reconocimiento de la comunidad internacional. El gobierno afanosamente intenta acceder a los mercados internacionales con la finalidad de obtener financiamiento. Desde la óptica del oficialismo, esta ronda de negociaciones pudiera servir para alcanzar la legitimidad necesaria para acceder a los circuitos financieros internacionales.

La oposición, por su parte, no se halla en su mejor momento. De hecho se encuentra dividida. Por un lado, se tiene un bloque compuesto por AD, UNT y AP y, en el otro extremo, están situados PJ y VP. Es razonable pensar que los resultados de las elecciones el 6D profundizarán esta división y, desde luego, impondrán la necesidad de intentar un acuerdo con el gobierno que garanticen condiciones apropiada para la participación en las elecciones presidenciales. En otras palabras, esta nueva cita en Santo Domingo es vital para la oposición venezolana. En ella intentará alcanzar cambios en las condiciones de naturaleza electoral bajo la veeduría internacional.

Lo anterior fue una descripción apresurada de la coyuntura. Existen interrogantes que es necesario dilucidar para obtener una visión apropiada de lo que acontece en el país. Vamos a intentar formular y dar repuestas a algunas de esas incógnitas.

Un aspecto a tomar en cuenta tiene que ver con el discurso opositor. Formulemos algunas interrogantes. ¿El relato opositor expresa una diferencia sustantiva con el oficialista? ¿Logra alcanzar a los sectores populares de la población? ¿Los altos niveles de abstención en los sectores medios no expresan un rechazo al discurso opositor? En fin, ¿ha construido la oposición venezolana una narrativa que se diferencie sustantivamente a la que caracteriza al oficialismo?

Bien, amigo lector, entiendo que son complejas y provocadoras estas interrogantes. De hecho, son susceptibles a interpretaciones erróneas. En fin, voy a intentar diseñar una repuesta. Tarea nada fácil. Lo que viene, advierto, es un ejercicio simplificador con la intención de arrojar un poco de luz que derrumbe algunas penumbras de naturaleza política.

Una primera observación. Las dificultades de la narrativa opositora es resultado de su parecido sustantivo con el relato oficialista. Desde luego esta aseveración, a los ojos de muchos, puede parecer una blasfemia. ¿Qué intentó señalar? Veamos.

Hoy día un conjunto de investigaciones han llegado a la conclusión de que el cambio social implica obligatoriamente el cambio de marco cognitivo. Pero, ¿qué es un marco cognitivo? En forma sencilla se pueden definir como estructuras mentales que dibujan nuestro modo de ver el mundo. En otras palabras, conforman lo que los científicos cognitivos denominan el inconsciente cognitivo, “…estructuras de nuestro cerebro a la que no podemos acceder conscientemente, pero que conocemos por sus consecuencias, nuestro modo de razonar y lo que se entiende por sentido común”.

Puede parecer aventurado y, un tanto abstracto, pero considero que en lo básico oposición y gobierno comparte el mismo marco cognitivo. Más allá de repudiar las políticas gubernamentales, la oposición tiene una visión de naturaleza distributiva acerca del oficio de gobernar. Estructura narrativa que ha prevalecido en el país a todo lo largo del siglo XX y lo recorrido en esta centuria. Las diferencias entre estos actores políticos es de énfasis: distribuir y asistir predomina sobre producir. Las narrativas opositoras y gubernamentales, (inconscientemente en el caso de la oposición), operan con los mismos marcos que definen la manera de ver el mundo en ambos actores.

Desde el año 36 los grupos políticos se mueven al interior de la misma estructura discursiva. Las diferencias han sido de énfasis. El chavismo reivindicó y profundizó el discurso distribucionista de los demócratas.

Lo señalado suena extraño y un tanto abstracto. En forma sencilla lo que se intenta subrayar es la necesidad de elaborar un nuevo relato político que sustituya al vigente y muestre los pasos para alcanzar un futuro distinto. Una narrativa que tenga la capacidad de interpelar a la población desde nuevos marcos y, en consecuencia, constituya el nuevo sujeto político protagonista de la democracia ciudadana.

Desde luego llevar a cabo esta tarea no es fácil. Las divisiones que en plano electoral se están sucediendo constituyen una señal de las dificultades para salirse de las ataduras del viejo marco cognitivo.

Sin embargo, seamos optimistas. Es posible que a corto plazo seamos testigos del surgimiento de una opción política que rompa definitivamente con la vieja narrativa.

Sin duda, la política es así.-












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