Nelson Acosta Espinoza
La represión adquiere cada día nuevos ribetes. Recientemente los pasaportes de Cesar Miguel Rondón y Henrique Capriles fueron anulados. Bajo la excusa que estos documentos estaban reportados como vencidos fueron retenidos por las autoridades portuarias. Ambos personajes, tenían intenciones de viajar a la ciudad de Nueva York a cumplir compromisos previamente adquiridos.
En fin, el cerco a los líderes opositores se estrecha cada día más. Es de suponer que esta medida se extenderá a otros dirigentes del campo democrático que intenten viajar al exterior a exponer la grave situación política y económica que confronta el país.
Por otro lado, en las calles la voluntad opositora se presenta como indoblegable. Las marchas pacíficas continúan sucediéndose en las principales ciudades del país. A pesar de la fuerte represión (hasta el día de hoy se contabilizan 51 personas fallecidas por heridas de bombas lacrimógenas y de balas, más de 900 lesionados y casi 2.300 arrestos) la presión ciudadana se intensifica. No hay miedo. La voluntad de salir del gobierno se sobrepone a los riesgos y peligros derivados de esta violencia ejercida por las fuerzas policiales y los para militares.
En este contexto el gobierno ha diseñado una suerte de “trampa jaula” jurídica: la convocatoria a una asamblea nacional constituyente. Ya hemos opinado sobre lo restrictivo de esta convocatoria de naturaleza corporativa. La misma, a mi juicio, responde a la necesidad de buscar una salida desesperada a la actual coyuntura. Y, desde luego, intentar hegemonizar y desviar el debate político nacional.
Me parece apropiado resaltar que esta idea constituyente ha sido asumida por algunos sectores de la oposición democrática. Con una buena dosis de ingenuidad, algunos juristas y políticos ven en esta convocatoria una oportunidad para intentar organizar una verdadera constituyente. Soy de la opinión que iniciativas de esta naturaleza no tienen cabida en el actual contexto político. En un cierto sentido, la sola discusión pública de este tema reforzaría discursivamente la iniciativa gubernamental y, desde luego, no sería aceptada por la población que ha venido manifestándose a lo largo de mes y medio en las calles de las principales ciudades del país.
¿Cambiar de constitución o cambiar de gobierno? Me parece que esta interrogante resume apropiadamente el dilema dentro del cual se debate la opinión pública del país. En otras palabras, las graves distorsiones económicas, políticas y culturales que caracterizan el momento actual no serán corregidas a través de instrumentos de naturaleza jurídica. No lo fueron en el pasado, no lo serán en el futuro.
Estamos presenciando el quiebre definitivo de un modelo y visión del país. La población se encuentra en la calle demandando un cambio de gobierno. Un nuevo gobierno que diseñe políticas que estén a la altura de las necesidades de la población y los problemas del país. Demandan un nuevo gobierno, no una nueva constitución. Con el actual ordenamiento jurídico se puede dar respuestas a estas demandas y encauzar democráticamente al país.
Soy de la opinión que estamos en presencia del cierre de un periodo histórico. El país se encamina por una senda que implica una ruptura con el pasado de la IV y V república. La población que se encuentra en las calles, con su heroísmo y militancia, está sembrando futuro. Bajo ninguna circunstancia puede ser defraudada. Es imprescindible acompañarla y prestar todo el apoyo que la naturaleza de esta lucha requiere.
La rebelión ciudadana está en el orden del día. Soy militante en la idea de la insurrección de naturaleza cultural. Dotar a la protesta política de contenidos de naturaleza simbólicos que desafíen el ordenamiento político y cultural vigente. De esta forma se estaría echando la simiente del nuevo mundo por nacer.
La historia enseña que la cultural precede a la rebelión política.
No lo olvidemos, la política es así.
2 comentarios:
Buen escrito amigo Nelson.El cambio será de gobierno y después.-.....de constitucion
Acosta. En el rompecabezas de una nueva Constitución, no hay manera de que se acople este gobierno. Por lo tanto, primero los más urgente: "salir del gobierno" y, con una ASAMBLEA NACIONAL fortalecida en sus atribuciones, iniciar con "calma y cordura" las reformas que el pueblo considere a la vigente Constitución.
Daniel Chalbaud Lange.
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