Nelson Acosta
Espinoza
Bien amigo
lector, tengo la impresión que estamos viviendo
los últimos tiempos del dispositivo político y cultural que ha sido
denominado como socialismo del siglo XXI. Esta denominación, tiene un sentido
discursivo; un intento de dotar de identidad a un conjunto de políticas que, en
lo sustantivo, ya habían sido experimentadas en el pasado por la sociedad
venezolana. Pudiera parecer extraña esta última afirmación. El gobierno a lo
largo de su existencia ha intentado por todos los medios de vender la idea de
la originalidad de su propuesta: el socialismo del siglo XXI es la ruptura
definitiva con lo acontecido en la llamada IV república.
Existe un
dictamen de la vida que indica que los hombres hacen su propia historia y, generalmente, aparecen duplicados: una vez
como tragedia y la otra como farsa. Este concepto, expuesto por Karl Marx en El
Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, puede aplicarse con certeza a lo
acontecido a los largo de este periodo histórico que comienza a dar sus últimos
pasos en la historia de nuestro país.
Si analizamos el proyecto chavista-madurista veremos claros indicios de repetir tendencias macro económicas experimentadas en el pasado: nacionalización de las industrias básicas, políticas redistributivas del ingreso, hipertrofia del estado, centralización política y económica, empobrecimiento de la vida política, subsidios a la población.
Este viejo modelo, hoy ejercitado como farsa,
apuntalado en los ingresos petroleros, las importaciones masivas y la estatización avanzada de la economía ha
colapsado. Igualmente, la movilización social ascendente que caracterizo en sus
inicios al modelo democrático, se ha trocado en su contrario: descendente que
arroja a una proporción cada vez mayor de venezolanos a vivir en la pobreza.
Esta revolución
de pacotilla, es de pacotilla, cuando ha tenido que legitimarse con el auxilio
de espíritus del pasado: “toman prestados sus nombre, sus consignas de guerra,
su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado,
representar una nueva escena de la historia”.
No hay nada
nuevo en este socialismo del siglo XXI. Tan solo una “vejez venerable”.
Los venezolanos se encaminan en la dirección
de clausurar un tiempo histórico. Lentamente se desplazan en la dirección de
cerrar definitivamente el siglo XX. Existen indicios optimistas que muestran
que es el momento de abrir compuertas para los nuevos tiempos.
Ojo, es
necesario ser cautelosos con optimismos desbordados que, a veces, son
portadores de una “vejez venerable”.
Atreverse a innovar, parece una consigna que resume los retos que debería
asumir la dirección política en esta
coyuntura. Cuidado con el gatopardismo: que todo cambie para que todo siga
igual. Esta táctica ha sido
experimentada.
El chavismo la aplico y…todo siguió igual.
Recuperar la república civilista es una tarea inmediata. Honrar a sus héroes es una exigencia
histórica. La democracia tiene un pasado honorable. A partir de esas valiosas
contribuciones sería posible edificar el edificio de la nueva civilidad.
Sin miedo y con arrojo se puede neutralizar el
gatopardismo. Hay que abrir las
compuertas de la historia para el deslizamiento de las ideas fundantes de la
democracia civilista que anhelamos los venezolanos. La política, sin duda
alguna, pudiera ser así.
1 comentario:
Me pareció excelente, Nelson. Corto, conciso y directo al grano
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