jueves, 7 de agosto de 2014

¿Una oposición leal a Nicolás?


Nelson Acosta Espinoza

Si amigo lector, la situación económica, social y política del país tiende a deteriorarse a velocidades que parecieran incontrolables. En Carabobo, su parque industrial se encuentra en un estado de franca decadencia. El presidente de la Cámara de Industriales de Carabobo Andrés Pérez, por ejemplo, observó que en el último año se han perdido 20.000 puestos de trabajo. Carlos Larrazabal (Conindustria), alertó que en los últimos 16 años cuatro mil 200 empresas han cerrado sus instalaciones. Esta situación se agudiza debido a la actual política cambiaria. Ello ha repercutido en las tasas de desabastecimientos que ya ronda el 39% y en los índices de inflación que cerrarán este año en 70%. Estas afirmaciones fueron hechas en el marco del foro "La desindustrialización en Carabobo: causas y consecuencias". Evento organizado por el Foro Social de Carabobo y que se celebró el martes 29 del mes pasado en las instalaciones de la Asociación de Ejecutivos.

Desde luego, el párrafo anterior solamente resalta algunos de los aspectos desoladores que afectan el tejido industrial de este estado y el país. Toca ahora reflexionar sobre un aspecto delicado y polémico. Me refiero a las razones que explican el porque estos problemas "reales" no han formado, hasta ahora, parte de la agenda de los sectores que hacen vida dentro del campo de la oposición democrática del estado y el país. Entiendo que esta afirmación es dura, pero necesaria. Sobre todo, en momentos en que el oficialismo intentan desarrollar una política de absorción "liberal" con la finalidad de neutralizar a fragmentos del bloque opositor.

En primer término, parece necesario resaltar algunas tendencias electoralistas que han obstaculizado la construcción y el ejercicio de una política de largo aliento. Desde luego, el acto electoral es de primordial importancia. Sin embargo, su valor como alternativa política lo otorga su subordinación a una estrategia que se proponga la transformación democrática del gobierno y del régimen político. El asunto no es ganar elecciones per se. Lo sustantivo es la construcción de un nuevo ordenamiento político, cultural y social del país. No olvidemos, que estamos en crisis debido a que los preceptos que otorgaban sentido a las prácticas tradicionales del quehacer político se encuentran agotados. Actuar bajo el imperativo de esta obsoleta normativa conduce a errores estratégicos y tácticos. Los últimos acontecimientos en el seno de la MUD, nacional y regional, parecieran confirmar esta apreciación.

Hay que estar atentos. En círculos intelectuales se ha planteado la necesidad de diseñar estrategias que conduzcan a instaurar procesos de transición política. Vale decir, esbozar vías que lleven a suplantar esta democracia delegativa. Este ejercicio es legítimo y necesario. La llamada de atención obedece a no confundir esta mecánica con el de liberalización del régimen. La ciencia política define a este último acontecimiento, como una apertura gradual y controlada desde el grupo en el poder. Obedece esta iniciativa a la necesidad, por un lado, de prevenir el desencadenamiento de la crisis y, por el otro, afirmar la continuidad del régimen político en cuestión. Ojo, no confundirse y caer en la tentación de ejercer el rol, al estilo inglés, de la "Muy leal oposición de su Majestad". En fin, la anterior afirmación es una forma de expresar la necesidad de enfrentar los peligros implícitos en las políticas de absorción y neutralización que intenta desplegar el régimen de Maduro.

Regresemos al argumento sustantivo de este escrito. Hay que conectarse con los problemas reales de la población. La práctica política debe dar cuenta de lo fantástico y maravilloso que se encuentra presente en las experiencias cotidianas del hombre sencillo que habita las barriadas y transitan las calles de nuestras ciudades.

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