domingo, 24 de agosto de 2014

¿Salto atrás político?


Nelson Acosta Espinoza

Bien pudiera decirse que el país ha dado un salto atrás. No en el sentido explicito como es abordado en el sainete criollo escrito por Leoncio Martínez, uno de nuestros insignes humoristas. Por el contrario, el salto del cual estamos hablando es de otra naturaleza. Su ámbito es el histórico. En otros términos, lo que pretendemos subrayar es que la dinámica política, económica, social y cultural del país en estos últimos 25 años ha ido a contracorriente en relación con la que ha prevalecido a escala global. Desde luego, esta es una afirmación un tanto fuerte y, es posible, que algunos de nuestros lectores la encuentren desmesurada. Después de todo, haber permanecido dos décadas y media transitando una vía contraria a la que ha predominado en el ámbito global es una "hazaña" digna de explicación.

Intententemos, entonces, proporcionar una respuesta. El punto de ruptura lo ubicamos en el año 1989. Esta fecha posee una doble significación. Una de carácter universal y, otra, de naturaleza particular. La primera, se refiere al efecto simbólico y político que tuvo la caída del muro de Berlín. Sin lugar a dudas, ese día se recordará como la fecha simbólica del final de una época. Hoy en día, estamos conscientes de que 1989 fue el año en que el mundo comunista, en forma inesperada, se vino abajo. La segunda connotación se encuentra más cercana a nosotros. Desde luego, me refiero el sacudón político, económico y cultural conocido con el nombre de "el caracazo" ocurrido, igualmente, en el año de 1989. Más allá de las explicaciones puntuales, como por ejemplo, que fue una "rebelión popular" contra medidas de carácter neoliberal implantadas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez o, "una revuelta consumista", que expresaba una agresiva respuesta de grupos sociales que actuaban sin responder a líneas políticas y carecían de liderazgo, el caracazo, al igual que la caída del muro de Berlín significó el fin de una época histórica.

Vamos a concentrarnos, brevemente, en el significado y consecuencias de esta ruptura o cancelación epocal. ¿Qué se interrumpió? Y, si esta interpretación es correcta, ¿con qué nuevo modelo se sustituyó lo ya caducado? Veamos. En relación a la primera interrogante, el caracazo marcó el agotamiento de nuestra primera modernidad iniciada en las primeras décadas del siglo veinte e impulsada por el control de la renta petrolera por parte del estado central. Este modelo hizo aguas y la dirigencia política no tuvo conciencia plena de esta realidad. Nuestras élites, construidas en esta primera modernidad democrática, no pudieron ejercitar el rol dirigencial que se supone que estos grupos deberían asumir. En otros términos, esta intelectualidad política, también, estaba exhausta.

¿Por qué el uso de la expresión salto atrás? Porque a diferencia de los procesos políticos y culturales que se iniciaron con la caída del muro de Berlín (liberización política y económica; forjamientos de nuevos espacios para la expresión y ejercicio de la libertad; apertura hacia inéditos temas y opciones sociales y culturales) en Venezuela se inició un camino hacia la restauración de lo ya agotado. Las políticas diseñadas a lo largo de estos años no apuntaban hacia adelante; carecían de futuro y les sobraba pasado. En otras palabras, hacia atrás fue el salto llevado a cabo por la dirigencia que se apoderó del aparato gubernamental.

Disculpe el lector lo sucinto de la explicación. El espacio concedido no me permite extenderme. Mi propósito es llamar la atención sobre el "agujero negro" en el cual nos encontramos y la necesidad de que nuestra dirigencia democrática se deslastre del pasado.

Los restauradores, saltan hacia atrás. La intelectualidad democrática debe generar y comprometerse con una nueva visión del país que apunte agresivamente hacia el futuro.

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