jueves, 1 de mayo de 2014

¿Un deslinde populista?



Nelson Acosta Espinoza 

Fue a finales del verano del año 1973, en la Universidad de Essex, Inglaterra, que tuve oportunidad de conocer a Ernesto Laclau (1935-2014). Posteriormente, en 1980 me reencontré con este destacado pensador en ocasión de mis estudios doctorales en esta universidad inglesa. Laclau, recientemente fallecido, fue un teórico político argentino. Por comodidad lingüística podemos encasillarlo bajo la etiqueta de post marxista. Ciertamente fue significativa su contribución a la teoría política. Entre sus libros más mencionados se encuentran Hegemonía y Estrategia Socialista y La Razón Populista. Era Director de la revista Debates y Combates. 

La novedosa concepción del populismo fue, a mi juicio, su aporte más significativo a la teoría política. Para este autor, este relato es una forma de "construcción de la política", sin un contenido ideológico específico. En otras palabras, puede ser de derecha o de izquierda abarcando, de este modo, a las más diversas expresiones doctrinarias. Su concepto de "ruptura populista”, es interesante e útil para examinar determinadas coyunturas políticas. Voy a resumirla e intentar aplicarla en el análisis de la situación política del país. 

De acuerdo a este autor, esta ruptura ocurre cuando de produce una dicotomización del espacio social. Situación esta que permite que los actores políticos se perciban como partícipes de uno u otro de los campos enfrentados. . Ese fenómeno ocurre, argumenta, "siempre que el pueblo se reúne en torno a demandas no atendidas que pueden ser diferentes y circunstanciales, pero que pasan a tener una conexión entre sí por haber sido abandonadas por el gobierno y pasa a enfrentar al poder constituido". Se crea, así, una ruptura en el sistema, oponiendo el pueblo a las instituciones formales, donde se amparan las elites y las fuerzas del status quo. Creo que el país se encuentra al punto de producir una quiebra de carácter populista. En el marco de esta hermenéutica ¿qué se requiere para provocarla? 

Veamos: ámbito político polarizado y un sinnúmero de demandas insastifechas. Por ejemplo, seguridad, vivienda, salario, empleo, alto costo de la vida, escasez, entre otras. En su teoría estas demandas deben equivalerse o connotarse entre ellas; cristalizarse en torno a ciertos símbolos comunes y ser encarnada por un líder. Desde luego, para obtener este resultado se requiere la intervención de un agente político.En otro plano, el bloque opositor debe evitar ser neutralizado y, al mismo tiempo, profundizar los antagonismos que le permitirían el deslinde o ruptura populista.

Sin duda, este marco interpretativo proporciona una mirada alternativa a las iniciativas de diálogo que se llevan a cabo en estos días. Es obvio que la oligarquía dominante intenta bloquear esta ruptura a través del mecanismo de congelar estas demandas sociales insatisfechas. La oposición, por su parte, debería moverse con sentido estratégico. Evitar comprometer la posibilidad de construir esta "ruptura populista". Desde luego, todo esto sería posible en la medida que el bloque opositor genere un discurso que asuma los elementos simbólicos que le permitirian la construcción de este nuevo sujeto "pueblo". Ello requiere una comprensión de los elementos fundantes de la cultura popular, una dirección política que los integre a la alternativa en construcción, un rostro que la encarne y un uso táctico de la calle. 

Estoy consciente que he realizado un resumen apresurado de unos de los vectores teóricos de este pensador argentino. Espero no haberlo desvirtuado. Los cierto es que Laclau sacó el populismo de la marginalidad y lo ubicó como un modelo capaz de ampliar las bases democráticas de la sociedad. 

Paz a sus restos.

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