domingo, 22 de octubre de 2017

La oposición no emocionó y tampoco convenció


Nelson Acosta Espinoza

Los resultados de las recientes elecciones de gobernadores deberían llamar la atención a la dirección política de la oposición. Desde luego, que esta es una afirmación obvia. Se pudiera calificar como una verdad de Perogrullo. Debemos suponer, entonces, que sus técnicos y analistas deberían estar abocados al analice de esos resultados. A intentar producir explicaciones que den cuenta o expongan con un cierto grado de certeza lo acontecido el día 15 de Octubre.

Sobre el tema han surgido diversas hipótesis. Una de la más generalizada es la que asume que se cometió un fraude de naturaleza electrónica. A esta explicación habría que añadir la que plantea los desplazamientos y reubicaciones. Y, para completar el cuadro, se añade el número de abstencionistas. Para estos analistas, la combinación de estas variables arroja luz para desentrañar las causas que darían cuenta de los resultados electorales del 15Oct.

En un cierto sentido y, de cara al futuro, el sector democrático se debate en torno a dos opciones políticas. Por un lado, se encuentran (a mi entender esta fracción constituyen la mayoría opositora) los que plantean no rendirse e insisten en la búsqueda de una salida electoral y política. En el otro extremo, se ubican quienes piensan en abandonar la participación electoral en su totalidad. Vale decir, abstenerse en las venideras elecciones municipales e, incluso, las presidenciales.

En fin como podemos observar no existe un acuerdo en relación a las causas que explique esta derrota electoral. Desde luego, las variables apuntadas en el párrafo anterior añaden ciertos “contenidos de verdad” en relación a lo acontecido en las pasadas elecciones de gobernadores. Sin embargo, pienso que estas razones son insuficientes y no dan cuenta, en forma satisfactoria, por la derrota electoral que sufrió el campo democrático en los comicios pasados.

Parece apropiado, entonces, formular algunas interrogantes y, desde luego, intentar responderlas. Por ejemplo, una de naturaleza teórica ¿la economía es suficiente para inducir la construcción de identidades políticas estables en el tiempo? En otras palabras, ¿cómo en una situación de escasez extrema; inflación que superará el 1200% y padeciendo la contracción económica mas severa en nuestra historia los candidatos del PSUV lograron obtener una victoria tan aplastante? ¿En otras palabras, ¿las “razones objetivas” son suficientes para obtener un triunfo electoral?

Entiendo que son interrogantes complejas. Un intento de esbozo de respuestas a las incógnitas anteriores, por ejemplo, pudiera ubicarse en la presencia de un “marco cognitivo” en el liderazgo opositor que le impidió comprender apropiadamente el papel que juega la subjetividad en la construcción de opciones políticas.

Los demócratas, a diferencia de los chavistas, apelaron a explicaciones de naturaleza racional. En otros términos, en la construcción de sus relatos políticos el destinatario del mismo no fue el sujeto primordial.

Voy a detenerme y hacer referencia brevemente a un conjunto de investigaciones y autores que abordan el papel de las emociones y de las percepciones en el lenguaje político y su repercusión política y electoral. Frank Luntz, autor del libro “Palabras que funcionan: No es lo que tú dices, es lo que la gente escucha”. Drew Westen “El cerebro político: El papel de la emoción en la decisión del destino de la nación” y George Lakoff “No pienses en un elefante”, entre otros. Todos ellos enfatizan un principio básico de la comunicación política. Proponen la necesidad de conocer y comprender bien la percepción final del elector respecto a la propuesta política. Esto último es tan importante, o quizá más importante, que el contenido de la oferta discursiva. En otras palabras, lo novedoso y que rompe con cierto racionalismo programático, es el concepto que postula, a mi juicio acertadamente, que el acento debe colocarse en la recepción y no en la emisión del mensaje. Una premisa de esta naturaleza implica, desde luego, una renovación en la construcción relato y en la forma de aproximarse el hecho electoral.

En fin, los demócratas están en la obligación de analizar estos nuevos desarrollos y colocarlos al servicio del diseño de sus estrategias comunicacionales. El chavismo, en las elecciones de gobernadores, dio muestra de un “aggornamiento” de su tecnología clientelar, distribucionista y populista. Desde luego, acompañado de un relato altamente emotivo y patriotero.

No son sencillas las tareas que deberá asumir la oposición de cara al futuro. Entre otras, tiene la imperiosa necesidad de reformularse y asumir las nuevas tecnologías que se derivan del avance de la neuropolitica. Adicionalmente sería apropiado elaborar un nuevo relato que interpele emocionalmente a toda la población.

Unidad y una nueva narrativa son las claves del éxito a futuro.

La política tiene que ser así.


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