sábado, 5 de noviembre de 2016

Una política victoriosa.





 
                                                                                                             SIMON GARCIA.
 Prácticamente todos los indicadores reflejan que la MUD, apoyada en el descontento de la población, está ganando el juego. Precisamente por eso y por la incertidumbre de este tramo de la lucha, el equipo no puede estar tranquilo.
 
En un momento cumbre, mientras la cúpula oficialista revela nuevamente su doble cara, la dirección colectiva de la MUD mantiene la estrategia pacífica, democrática, electoral y constitucional que le ha permitido recibir el respaldo de la sociedad y convertirse, por primera vez, en una opción para un cambio de gobierno y de modelo. Una esperanza que aún contiene salidas desesperadas.  

Las recientes movilizaciones de calle, el desempeño de la Asamblea Nacional y una creciente presión internacional obligaron a Maduro a aceptar un diálogo que no quería. Maduro forcejea para eludir dos acuerdos: que el pueblo, depositario originario de la soberanía, pueda votar. El segundo, mantenerse en la traición al mandato testamentario del propio Chávez, fuera de la Constitución nada.  

La MUD no está allí sólo para reaccionar frente a lo que dice el gobierno y desenmascarar sus engaños, sino para cumplir los objetivos de su estrategia. En la difícil confrontación entre las fuerzas democráticas y un régimen que se hace dictatorial hay que tener la fortaleza de carácter para no caer en las emboscadas y provocaciones que montará el gobierno para no llegar a una transición desde el totalitarismo excluyente a la democracia incluyente.  

Los ataques irracionales e injustificados contra Voluntad Popular y Freddy Guevara son el manoteo agónico de quien está comenzando a caer. Maduro ha usado una primera granada para romper el cerco de la presión hacia la vigencia de la Constitución y el rescate de la democracia.  

El gobierno no obligará a la MUD a dejar de lado ninguno de los campos de batalla en los que está presente: ni el diálogo, ni la calle, ni la Asamblea, ni la presión internacional. Un choque frontal, como lo está provocando la dictadura, no debe asumirse sino cuando las fuerzas de cambio cuenten con los medios para hacer triunfar la Constitución con el mayor consenso posible.  

El debate que nos sale es cómo aprovechar esta suerte de tregua que hemos concedido para aumentar la presión para que Maduro haga creíble su participación en el diálogo. Lo único que no hay que abandonar es la movilización de calle, de opinión, de protestas por la crisis y la exigencia para que una presión internacional más clara impida que el gobierno haga fracasar la gestión de mediación de Unasur y el Vaticano.  

Necesitamos una política eficaz, centrada en sus objetivos, realizada con la mayor amplitud y que acelere los buenos resultados que ya se han obtenido en estos primeros episodios de lucha por el rescate de la democracia y la vigencia de la Constitución: Maduro quiere balas, la MUD quiere votos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

CIERTO.EL DIALOGO PUSO RODILLA EN TIERRA AL GOBIERNO:O CEDE A LAS PETICIONES (LO CUAL NO QUIERE) O SE RETIRA (QUEDARÍA MAXIRATIFICADO SU ACCIONAR TOTALITARIO).SOLO LO SALVARIA QUE LA MUD SE RETIRE DEL DIÁLOGO.