sábado, 12 de noviembre de 2016

Trump: ¿emocionó y convenció?




Nelson Acosta Espinoza


Contra todo pronóstico Donald Trump fue electo presidente de Estados Unidos. Resultado que ha sorprendido a un gran número de analistas y consultores electorales. Vale la pena, entonces, intentar reflexionar sobre algunas de las variables que ayudan a explicar este sorpresivo triunfo. Y, desde luego, intentar sacar algunas conclusiones que  arrojen luz sobre  la coyuntura política  y claves que puedan orientar el accionar político de los demócratas de este país.


En principio debemos señalar que ambos candidatos (Trump y Clinton) eran percibidos, en las encuestas a pie de urna, como “ni honestos ni confiables”. En un cierto sentido, esta apreciación es coherente con una cierta desconfianza hacia el establishment político que se ha venido expresando  a escala global. Por ahora sus manifestaciones han sido de naturaleza electoral. Por ejemplo, el Brexit,  el referéndum colombiano y en algunos resultados electorales en países europeos.


Por otro lado, esta elección presidencial reveló la existencia de una fractura social que no había sido atendida por los relatos políticos convencionales que posan su atención en sexo, raza, nivel de estudios, etc. Las elites políticas  del partido demócrata, por ejemplo, no procesaron las demandas de insatisfacción presentes en las poblaciones rurales y los distritos obreros desindustrializados (white working class). Esta circunstancia fue aprovechada por Donald Trump y explica sus excelentes resultados electorales en ciudades industriales devastadas por la crisis como Detroit o Pittsburgh en “las que a más de un tercio de los votantes les cuesta ya creer en el optimismo globalizador de los demócratas”. Esta pérdida de confianza en las elites demócratas dio pie al surgimiento de un relato político que hizo hincapié en particularismos nacionalistas y xenófobos.


Otro de los aspectos a ser resaltado y que cuenta para explicar el éxito del candidato republicano es el uso del lenguaje. Trump llevó a cabo una estrategia donde  colocaba más atención en la recepción que en la emisión de sus discursos políticos. De ahí el alto contenido emocional  (valores, sentimientos, emociones…)  de sus apariciones públicas que contrastaba con el tono desapasionado de su contendedora.


Es importante resaltar este aspecto y su implicación en la cultura política que prevalece en la oposición venezolana. Un significativo número de investigaciones han resaltado la importancia del lenguaje y las emociones en el marco de la comunicación política. A pesar de esta evidencia, un cierto elitismo ilustrado ha inspirado  la visión política que predomina en amplios sectores democráticos en el país. Este racionalismo cuenta para explicar la perplejidad de estos sectores: “como siendo mejores y teniendo propuestas más apropiadas, los electores no se rendían a su oferta con el voto masivo”.


La respuesta a esta dificultad la podemos encontrar en una militancia y aproximación racionalista hacia la política. Existe un liderazgo democrático que gestiona su activismo político en el marco de una visión “desapasionada de la mente” y, en consecuencia, le dan un mayor peso a los esquemas programáticos y a las ofertas electorales. En otras palabras,  prestan más atención a la propuesta programática que a la posibilidad que la misma sea recibida.


Me parece útil hacer referencia de un conjunto de investigadores (Frank Luntz, Drew Westen, George Lakoff, entre otros) que resaltan la importancia en la comunicación política del uso emocional del lenguaje y los marcos conceptuales. Su común mensaje pudiera resumirse así: la percepción final del elector respecto al discurso político es tan importante o, quizás más importante, que el contenido de las propuestas.


En cierto sentido, el éxito de Donald Trump  obedeció a que entendió y aplicó el contenido de esta premisa básica de la comunicación política a la contienda electoral.


En otras palabras, poner el acento en la recepción y no en la emisión discursiva implica una aproximación a la práctica política desde de nuevas lógicas que acarrea nuevos desafíos. Esperemos que la dirección política de la oposición actué a tono con esta máxima e inicie el despliegue de una estrategia acorde con las circunstancias que se están generando en la actualidad.


Sin dudas, la política es así.




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