domingo, 9 de marzo de 2014

Lo importante no es lo que se dice sino lo que se escucha.


Nelson Acosta Espinoza

Recientemente dos intelectuales cercanos al "proceso" han puesto de manifesto los desaciertos en la conducción política del llamado socialismo del siglo XXI. Estas declaraciones son importantes porque provienen de investigadores que han participado y contribuido a la puesta en escena de la revolución bolivariana. Me voy a permitir reproducir los aspectos más importantes de sus observaciones.

La primera, proviene del ex ministro Pérez Martí, en ella afirma. "A Maduro no lo va a tumbar la clase media que hoy está protestando, sino el pueblo chavista, cuando se dé cuenta de que lo que ocurre no es responsabilidad del sector privado, sino del gobierno. Afirma, luego de analizar el escenario que vive el país: un déficit de 15% del PIB, signos de hiperinflación, insostenibilidad fiscal, desabastecimiento de productos básicos, deterioro del aparato productivo, escasez efectiva de divisas y emisión de dinero inorgánico". Por su parte, Heinz Dieterich, el ideólogo del chavismo, expresa lo siguiente: "La renta petrolera ya no alcanza para financiar el modelo, el sistema fiscal no genera los ingresos necesarios, la insostenibilidad del sistema monetario nacional frente a las monedas externas, la esterilidad del discurso político, todos estos son aspectos que en apenas un año se han manifestado con palpable claridad para todo el mundo. Durante los últimos años de Chávez eran tendencias visibles para los especialistas. Hoy son dominio del público en general". En fin, estos dos "revolucionarios" coinciden plenamente con los diagnósticos que sostenidamente han elaborado diversos cientistas sociales, economistas y politólogos de diversas universidades dentro y fuera del país: este modelo es inviable. Por otra parte, Rafael Groscor Caballero, en un interesante análisis de los resultados electorales de los últimos comicios llevados a cabo en el país, demuestra que el sentimiento de los venezolanos era adverso, ya sea por omisión (abstención) o votación, al oficialismo.

Sin duda el país se encuentra "maduro" para experimentar un cambio del modelo político vigente. Para ello, es necesario que los ciudadanos que aún respaldan al régimen se den cuenta de quienes son los verdaderos responsable de este desastre económico y social. Y para alcanzar este objetivo sería indispensable sacudir la narrativa que ha elaborado el gobierno la cual es difundida intensamente a través de su red comunicacional. La rebelión estudiantil, indudablemente, ha logrado desenmascarar al oficialismo evidenciando su rostro militarista-represivo y ha ensanchado las grietas existentes en el seno del gobierno. Pero es indispensable avanzar hacia los sectores empobrecidos de la población.

En fin, los sectores democráticos cuentan con circunstancias objetivas positivas para avanzar en la conquista de los corazones de la mayoría de los venezolanos. En este punto se hace indispensable tener en cuenta el papel de los sentimientos y percepciones en el diseño de sus ofertas políticas. En corto, hay que deshacerse de la vanidad ideológica y la prepotencia programática que prevalece en algunos sectores del campo democrático. Hay que ir al encuentro de las percepciones de los ciudadanos empobrecidos del país. Henrique Capriles, Leopoldo López, Aristiguieta Gramco y El Manifiesto de Mérida han elaborado propuestas para salir de la crisis política en la que estamos sumidos. Para lograr que éstas sean "escuchadas" por la población, insisto, deberían apelar a la subjetividad (emociones, valores y sentimientos) que marcan la identidad de la mayoría empobrecida de los venezolanos. Hablar con su lenguaje. Comprender que lo importante no es lo que se dice sino lo que se escucha.

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