domingo, 9 de marzo de 2014

La revolución no será televisada: será tuiteada

Génesis Carmona, herida, es trasladada en moto a un centro asistencial.

Miguel A. Megias

En los últimos y convulsos tiempos que vivimos en Venezuela, he tenido el tiempo y la paciencia de ver un documental “La revolución no será televisada”, sobre los sucesos de abril 2002. Lo que la mayoría de los venezolanos vio, en esos días, fueron las gigantescas marchas de ciudadanos, cuando miles de personas convirtieron su rechazo al gobierno de Chávez, en una inmensa cola humana. El principal medio de comunicación, para ese momento, eran la TV, la radio, el teléfono fijo y, tímidamente, los mensajes de texto y comunicación directa telefónica por medio de celulares (móviles). Para ese momento, muy pocos celulares incorporaban una cámara; y desde luego, no existía ni twitter, ni conexión directa a Internet.

Siguiendo con la película, se dice que al llegar la concentración a un cierto punto, algúnos personajes redirigieron la marcha y enfilaron la multitud hacia la sede del poder político: el palacio de Miraflores. Algunos, creo que muy pocos, sabían el peligro que se corría, pues alrededor de Miraflores muchos seguidores del gobierno de Chávez, se habían reunido en lo que pudiera considerarse como un muro de contención humano..

Al llegar a cierto punto, supuestos francotiradores empezaron a disparar desde el techo de edificios cercanos. En unos momentos de gran confusión, la marcha se detuvo y 19 personas perdieron la vida, asesinados a balazos; se presume que quienes disparaban estaban equipados con fusiles de precisión y miras telescópicas.

Lo que sucede en los minutos y horas siguientes ha sido objeto de miles de artículos, foros, discusiones y se han publicado decenas de libros al respecto. Lo único cierto es que un personaje (Pedro Carmona Estanga, apodado "Pedro el Breve"), presidente de la patronal venezolana, Fedecámaras, se autonombra “Presidente” de Venezuela y mediante un papel que él mismo lee, y destituye de un solo plumazo a todos los poderes legalmente constituidos: Congreso Nacional, Corte Suprema de Justicia, Gobernadores, Alcaldes, ministros, etc. Por razones que no han sido totalmente aclaradas, pocas horas después de esta absurda proclama, (digna de un sainete), el Vicepresidente Diosdado Cabello es juramentado presidente en ausencia de Chávez y éste retorna, horas después, a Miraflores, en medio de la aclamación de sus seguidores.

Aunque es un poco largo (1h 15 min) creemos que es importante ver este film, para evitar repetir los errores del pasado. Según un dicho, atribuido a Carlos Marx, “la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa”. En estos tiempos convulsos, donde muchos piden que se renueve el gobierno, y el “Chávez vete ya” se convierte en “Maduro vete ya”, es importante, muy importante, aprender de lo hechos anteriores. La calentura de muchos ciudadanos está plenamente justificada. Primero, por el altísimo índice de inseguridad que nos convierte a todos, sin excepción, en posible blanco de robo, atraco o muerte. Segundo, por la inflación galopante, que sube año a año y que llega, en 2013, a la cifra de 56% (cifras oficiales, porque extraoficialmente todos percibimos una inflación mucho mayor). Y tercero, por la escasez, cada vez más aguda, de algunos alimentos y mercancías de uso diario, algunas de las cuales ha sido ridiculizadas por la prensa internacional (el papel higiénico).

La calentura ha colmado el aguante de muchos, muchos ciudadanos, ricos, pobres o de clase media. Por eso, salen a protestar, manifestando de diversos modos su malestar, con inconformidad con el estado actual de las cosas y culpando al gobierno. Los últimos cartuchos de libertad son usados así para expresar el descontento, la negativa a aceptar lo que muchos ven como el final de la república que una vez conocimos como democrática, pluripartidista y libre. El gobierno, primero el de Chávez y ahora el de Maduro, han ido copando todos los espacios, todas las instituciones e incluso la actividad privada es invadida por los poderes políticos y la ideología. Y por eso protestan, marchan, gritan, queman y, según el gobierno, asesinan.

Se les llama “fascistas” o “derecha criminal”, a quienes reclaman libertad o cambio de gobierno o liberación de presos políticos. En una frase atribuida a Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler (¡ese si que era fascista!), “una mentira repetida adecuadamente mil veces, se convierte en realidad”. ¿Será ese el caso actual? Veamos.

En en la época de Hitler los únicos medios de comunicación eran la radio, la prensa y, desde luego, el boca a boca personal o vía telefónica. Bastaba con controlar estos medios para sumir a la población en la oscuridad más absoluta. Para el momento de la caída y vuelta al poder de Chávez, en 2002, los celulares hacían su modesta aparición. Algunos medios lograron salir al aire y propagar “su verdad”. Por ejemplo, a pesar de ser obligatorio que las estaciones de radio y televisión fueran “encadenadas” (es decir, debían convertirse en repetidores del discurso oficial del momento), estas, en desafío a la ley, mostraron una pantalla dividida donde, por un lado, mostraban el “aquí no pasa nada” gubernamental y por el otro la masacre de Puente Llaguno, con los pistoleros disparando desde posiciones ventajosas. Los celulares jugaron un papel menor en esa ocasión.

Muy distinto es lo que sucede en la actualidad. Gracias a los avances tecnológicos, es mucho más difícil, por no decir que imposible, acallar lo que sucede en el país. Muchas personas, en especial la gente joven, está provista de celulares que pueden tomar fotos, vídeos y transmitir o retransmitir mensajes. La inmediatez del Twitter, donde una fotografía o un vídeo puede ser transmitido en el momento en que ocurre un hecho, y puede ser “retuiteado” (perdonen el neologismo), es decir retransmitido, a miles de personas con cadenas de enlace que crecen de manera exponencial. El Twitter nos ha permitido ver las salvajadas de las fuerzas del (des)orden, la represión, los combates entre ciudadanos desarmados y policías vestidos con un aparataje que nos recuerda las imágenes de Robocop, el policía-robot invencible de la película de Paul Verhoeven. También hay un Facebook (FB). Tal vez a muchas personas de mi generación (bastante mayores), no les agrade esta “red social”; pero es indudable, gústenos o no, que comunica a millones de personas en forma muy inmediata, muy directa. Y que un mensaje puesto adecuadamente en FB puede llegar, sin censura, a miles de personas que lo repiten hasta el cansancio. Y por último, la red Whatsapp, que también puede transmitir voz, vídeos, fotos, lugar de ubicación, etc.

Por eso, esta vez al menos, el gobierno no se puede salir con la suya. La “verdad” del gobierno está siendo desmentida miles de veces por ciudadanos cuya única arma es la verdad objetiva que se genera en sus celulares. Las “redes sociales”, como se les llama ahora tuvieron un papel fundamental en las rebeliones del norte de Africa, la “primavera árabe”. Sin esos instrumentos, no hubiera sido posible reunir y movilizar a tantos ciudadanos descontentos con Ben Alí, en Túnez, Gadafi en Libia, Mubarak en Egipto y (en pleno proceso) Al-Asad, en Siria. En todos los casos, excepto tal vez en Siria, Internet y las redes sociales jugaron un papel fundamental en la caída de los viejos regímenes. Desde luego, las causas subyacentes eran muchas y de larga data.

En nuestro caso, “la revolución de las guarimbas”, término este que acuño por vez primera, ha permitido a una gran parte de la población, al menos los que poseen teléfonos “inteligentes” o Internet, ver lo que está pasando, pedir auxilio cuando han sido atacados por las fuerzas del (des)orden, y poner imágenes de un dramatismo extremo, como la de la joven modelo Génesis Carmona, siendo llevada en motocicleta a un centro de atención médica, que ilustra este artículo.

Por más que traten de impedirlo, la revolución no será televisada, pero si será tuiteada.

A continuación, el enlace del documental "La revolución no será televisada"

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