domingo, 14 de julio de 2013

¿La oposición se desinfla?


Nelson Acosta Espinoza

Alfredo Meza, en un artículo publicado el 12 de los corrientes en el diario El País (España) sentencia que tres meses después de las elecciones, Henrique Capriles Radonski, ha perdido fuelle. Pareciera, advierte el articulista, que no ha podido o sabido aprovechar diligentemente el capital político obtenido en los comicios celebrados el pasado 14 de Abril. En otro escenario, esta conclusión fue compartida parcialmente por analistas y expertos en comunicación política en una reciente reunión promovida por el Observatorio Venezolano de las Autonomías Políticas (OVA). Igualmente, en encuentros organizados a raíz del conflicto universitario, se elevaron quejas en relación a la manera como Capriles abordó esta lucha. A juicio de algunos dirigentes, su solidaridad con este movimiento fue tibia y, quizás, ahí radique el porque de la pobre movilización que suscitó esta disputa entre los partidarios del candidato y la “pereza” de la MUD en acompañar a las marchas que se llevaron a cabo en apoyo a esta huelga.

Los cierto es que la crisis de la educación superior en el país se mantiene. Va a permanecer, al igual que persistirá la inflación, la nueva devaluación, las calles rotas, la fallas en el suministro de la energía eléctrica, la inseguridad, la insuficiencia de recursos básicos y la pobreza que atrapa en sus redes a la mayoría de la población. En paralelo, el gobierno del presidente Maduro intenta pasar inadvertido: gana tiempo, y trata de recuperar confianza y apoyo entre los partidarios del difunto presidente Chávez. Por su lado, los de la oposición están siendo penetrados por sentimientos de desánimo que predican que lo real es siempre mejor que lo posible. En fin, la filosofía de ¡es lo que hay!

Lo señalado anteriormente puede parecer contradictorio. El amigo lector podría preguntarse ¿cómo es eso que la oposición no avanza política y electoralmente? ¿No se encuentra el país en una situación deplorable en el ámbito económico y social? ¿Acaso esta situación no constituye terreno favorable para sus propuestas? ¿El triunfo de Chávez no ejemplifica lo acertado de la tesis que reivindica el papel de las condiciones objetivas? ¿Su éxito electoral y político no se construyó sobre la crisis económica y social de inicios de la década de los noventa?


En cierto sentido nuestro amigo lector estaría en lo cierto. Parcialmente estas interrogantes apuntan hacia aristas del problema. Pero, estos bordes, no proporcionan en forma cabal respuestas a las incógnitas señaladas. La clave para despejarlas, a mi juicio, se encuentra en otra dimensión del asunto. Me refiero a un tema que aborda las implicaciones simbólicas y narrativas en la construcción de una opción política.

En otras palabras, la oposición en su conjunto carece de un relato político que abra una vía de esperanza al futuro y emocione a todos los venezolanos. Denunciar la existencia de problemas o descalificar al oponente no es suficiente. Se requiere de un relato que tenga entidad propia. Claro, creíble y que resulte alternativo al modelo ideológico que expresa el socialismo del siglo XXI.

Desde luego, no vale cualquier relato. Lo que se busca es una narración que combine acertadamente hechos, sentimientos, pasiones, miedos, esperanzas y deseos. Su estructura narrativa puede imitar a la que caracteriza los cuentos populares o las historias enlazadas a personajes, reales o míticos, presentes en la memoria colectiva de nuestro pueblo. Estos recursos narrativos contienen la semilla que posibilita la conexión con los destinatarios de estas historias. Un buen ejemplo podría ser la biografía de Capriles: sus familiares arriban al país en situación precaria, con la alforjas vacias pero llenas de ilusiones. Son acogidos por una sociedad generosa, abierta, amistosa y cálida, como eramos la mayoría de los venezolanos. Se radican en la capital, progresan al mismo tenor que el país y en una atmósfera de amplias libertades democráticas. La libertad posibilita el progreso. Muchos venezolanos se sentirían identificados con los trazos gruesos de esta historia, donde por medio del trabajo y en un ambiente de libertades se puede progresar.

Henrique Capriles lo ha estado haciendo bien. Sin embargo, a estas alturas y de cara a las elecciones municipales, es imprescindible allanar esta carencia narrativa. Está claro que cualquier relato no cumple con este cometido. Hace falta uno que convoque a la recuperación de la pasión por la democracia; proponga un nuevo contrato social entre políticos y ciudadanía con la finalidad de dignificar el ejercicio de la política; y, finalmente, apele a las emociones de los ciudadanos para iniciar el camino hacia la reconciliación.

Regresando a nuestro lector. Las condiciones objetivas, vale decir la economía y sus repercusiones en la vida del ciudadano, proporcionan los fundamentos para el diseño de este nuevo relato político. A estas circunstancias, desde luego, hay que proporcionarles una envoltura emocional capaz de movilizar voluntades y convocarlas a construir un futuro en el convencimiento de que, con la participación de todos los venezolanos, será mejor que este presente.

El líder emerge de la confianza; y esa confianza nace de la esperanza en un mejor futuro.



No hay comentarios: