domingo, 13 de agosto de 2017

La política es una Hidra de varias cabezas


Nelson Acosta Espinoza
Estamos en presencia de un escenario político frágil. Intentaré explicar esta afirmación.

A lo largo de estos últimos seis meses el país ha vivido un conjunto de acontecimientos que han puesto de manifiesto la capacidad del sistema político de fracturarse con una escasa deformación. Es en este sentido que utilizo el concepto de fragilidad. Desde luego que la imagen es abstracta y puede sugerir ideas contrarias a lo que se intenta subrayar. En otras palabras, en el curso de este tiempo el “material” discursivo, el de la oposición y el gobierno, ha sido sometido a presiones intensas que han producido fragmentaciones sin que las mismas hayan afectado sustantivamente el ADN político de ambas formaciones políticas. En un cierto sentido, una y otra  alineaciones han asimilado sus respectivas “fracturas” sin que ellas hayan modificado lo sustantivo de su material discursivo. Fragilidad que no se ha expresado, hasta el momento, en una formulación política sustitutiva de lo existente.

A tono con esta línea de razonamiento, hagamos uso del concepto introducido por Nassim Taleb, profesor de ingeniería del riesgo de la Universidad de New York, que denominó como antifragilidad. Este investigador afirma “…que debemos aprender la manera de hacer que nuestras vidas públicas y privadas (nuestros sistemas políticos, nuestras políticas sociales, nuestras finanzas, etcétera) no sean simplemente vulnerables frente al azar y el caos, sino que sean realmente “antifrágiles”, que estén listas para sacar provecho o para beneficiarse del estrés, de los errores y del cambio, de la misma manera, pongamos por caso, que la mitológica Hidra generaba dos cabezas nuevas cada vez que le cortaban una de ellas.”

En fin, la antifragilidad, se define como aquello que, a diferencia de lo frágil, se beneficia de los cambios, del desorden, de la volatilidad y de estreses de diversa índole.

Entiendo su ansiedad, amigo lector. He tomado un concepto de la física para intentar entender los últimos eventos políticos. En particular la ofensiva oficialista y los desencantos existentes en sectores de la oposición. Sin embargo, este es un recurso legítimo. Máxime en la actual coyuntura. Donde pareciera que las lecturas sobre la situación política no han sido del todo exitosas. O, como mínimo, no rindieron los frutos esperados. En otros términos, los sectores democráticos deben intentar sacar provecho de sus limitaciones y enunciar una estrategia que supere la formulación anterior y de cuenta, en forma ingeniosa, a los retos que se derivan de las nuevas circunstancia por venir.

Desde luego, es fácil enunciar la necesidad de un cambio. Lo complejo es elaborar la estrategia que enfrente con éxito los retos políticos venideros. En especial, los que están a la puerta (elecciones de gobernadores y alcaldes). Este es un escenario, por ejemplo, donde se podrían desplegar estrategias antifrágiles: sacar provecho de las tensiones que pudieran producirse en el marco de este escenario electoral. Se haría necesario, desde luego, una aproximación estrictamente POLITICA y no electoral hacia estos eventos en caso que se llevaran a cabo. En términos del concepto de antifragilidad, esta incertidumbre deber ser percibida como algo deseable. Después de todo, esta condición es inmune a los errores de predicción.

Sin la menor duda el país se encuentra ante una encrucijada histórica. Disculpen lo grandilocuente. Sin embargo, creo que es posible afirmar que estamos en presencia del fin de un ciclo de naturaleza histórica y, esta circunstancia, no debe ser abordada con los instrumentos que fueron útiles en el pasado. Se requiere la elaboración de una nueva narrativa que dé cuenta del pasado y abra las ventanas hacia el futuro. Quizá, los traspiés que ha enfrentado la dirección política de la oposición se deba a una incomprensión del talante de las actuales circunstancias. Su fragilidad, pudiera atribuirse, a ese déficit discusivo que no atrapa en forma apropiada los elementos definitorios de la coyuntura política del presente.

Hay que ser optimista. Los ciudadanos sabrán sobreponerse a las actuales circunstancias y, sin la menor duda, los parámetros de justicia, libertad y democracia prevalecerán.

Después de todo, no olvidemos que la política, como la mitológica Hidra, tiene la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era apuntada.

Sin la menor duda, la política aún  es así.









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