sábado, 8 de abril de 2017

"Tranca vs golpe"



Nelson Acosta Espinoza
La oposición ha salido de nuevo a las calles. Después de un lapso de cierta pasividad el bloque democrático ha retomado la iniciativa política. Su llamado a protestar el pasado 6 de abril fue atendido por la población. El elemento motivador fue de naturaleza política y, en cierto sentido, puso en evidencia el peso que aún posee la cultura política democrática en la ciudadanía.

“Tranca vs golpe”. Esta fue la consigna utilizada para convocar a la población, en especial la de la ciudad capital, a manifestarse en rechazo a la actuación de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia que con sus decisiones en contra de la Asamblea Nacional han roto el hilo constitucional democrático del país. En pocas palabras, la ciudadanía salió en defensa de la institución democrática y en rechazo a la pretensión autoritaria del gobierno y sus aliados.

Me parece importante resaltar este punto. Se salió a manifestar contra el golpe de estado y la ruptura del hilo constitucional implícitos en las sentencias 155 y 156. Estas decisiones de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia pretenden desconocer a la Asamblea Nacional y habilitar al poder ejecutivo para que pueda legislar en aspectos claves, sin contar con el aval del legislativo y en el marco del Decreto de Excepción aún vigente en el país.

Fue de naturaleza política las demostraciones en las calles del país. Soy de la opinión que se puso en movimiento los resortes de la cultura democrática que aún existe y mueven los corazones de los venezolanos.

Intento señalar que, por encima de las determinaciones económicas, los valores democráticos tienen capacidad de interpelación en la población. Décadas de improperios contra esta forma de vida no han sido eficaces para desterrar esta pulsión presente en la ciudadanía.

El punto es relevante. Estamos confontando una de las crisis económicas más intensa en la historia del país. Los sectores medios han sido los más afectados. Si se quiere estamos presenciado la destrucción de la clase media y el empobrecimiento crónico de los grupos sociales menos favorecidos. Esta precariedad económica ha estado acompañada por un intento sistemático de destrucción de los valores democráticos y su sustitución por prácticas de naturaleza plebiscitaria.

A pesar de esta caracterización, el día 6 de los corrientes se puso en evidencia que las reivindicaciones de naturaleza política y democrática tienen un alto poder de convocatoria. Intento subrayar que las invocaciones de naturaleza económica no son suficientes. Es necesario subordinarlas a las de naturaleza política.

Detengámonos un momento y definamos el concepto de cultura democrática. Esta noción apunta a las inclinaciones, predisposiciones u orientaciones que facilitan y promueven el desarrollo y consolidación de sociedades democráticas. Desde luego, estas orientaciones tienen un carácter de naturaleza permanente y actúan como trincheras para resguardarse de las acometidas totalitarias.

Precisamente, son estos valores los que han estado oponiendo resistencia a las arremetidas autoritarias del régimen. En fin, la predisposición democrática que existe en la sociedad civil se alza sobre las limitaciones económicas y, cuando le es solicitada, sale a defender masivamente la forma de vida democrática.

Es importante tener en cuenta esta caracterización. Un cierto economicismo ha estado presente en las prácticas políticas del bloque democrático. La economía, desde luego, es primordial. Pero lo que interpela a la población, históricamente, han sido las consignas de naturaleza política.

En otras palabras, hay que politizar las reivindicaciones económicas y sociales. La cultura democrática está viva. La lucha política por venir ofrece una excelente oportunidad para revivir estas prácticas, profundizarlas y redefinirlas. Los demócratas van a estar a la altura de este reto.

Hoy día, sin la menor duda, la política es así.
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