sábado, 1 de abril de 2017

Manuel Rosales y la dispersión de voces opositoras


Asdrúbal Romero M.
El texto que a continuación leerán fue escrito antes del golpe de estado en modalidad “Fujimorazo” que el Régimen ha activado. Como les resultará obvio, este trascendental acontecimiento redimensiona la pertinencia de algunos elementos contenidos en este documento. Creo, sin embargo, que el mensaje central mantiene plena vigencia. Hay conductas que deben quedar registradas, que no se pueden dejar pasar, así sea en medio de un terremoto cuyo ruido telúrico tienda a ocultarlas bajo la figura de olvidado refrito.

Después del descalabro opositor de finales del 2016, devino una especie de limbo temporal caracterizado por una desorientación estratégica que afectó, no sólo a los partidos directamente comprometidos en el aval concedido al comunicado producto del fracasado diálogo, sino a los partidos que rechazaron participar en el mismo. ¿Cómo iba a quedar la Unidad? Era una interrogante a la orden del día, la cual hacía mucho sentido planteárnosla, evidenciada la importante fractura alrededor de un tema sustantivo para las fuerzas democráticas. ¿Se podría recomponer la Unidad? ¿En qué términos y con cuál orientación estratégica concertada?

Con relación al descalabro, debo decir que, a las primeras de cambio, intentó ser negado por diversos personeros de los partidos retratados en el previsible fracaso. La intención duró hasta que los estudios de opinión reflejaron el incontrovertible rechazo de la opinión pública con respecto a lo acontecido, aunado éste a la incubación de un creciente sentimiento de desesperanza en la población. Vino en su auxilio el proceso de validación de los partidos políticos ordenado por el CNE, lo cual abrió un paréntesis a ese lapso de desorientación estratégica al cual ya hicimos referencia.

Nos encontramos dentro de ese paréntesis. Los partidos opositores con mayor apoyo popular enfrascados en unas jornadas de validación que les están resultando muy exitosas. Una reestructuración de la MUD que todavía no se ha hecho sentir, entendible por lo demás. Uno reza porque allí dentro estén trabajando a marcha forzada en el rediseño de una línea estratégica que preserve la unidad y pueda ser efectiva de cara al desafío que viene proponiendo el Régimen. Éste, en su afán de no permitir una salida electoral, da la impresión de mantenerse apegado a un plan cuidadosamente preestablecido de continuar avanzando hacia un estadio dictatorial abierto, sin máscaras democráticas, contando con un apoyo internacional que hasta ahora no ha sido necesario develar en su total dimensión. Para los que nos estamos tan cerca de los círculos privilegiados de información, las interrogantes que nos hacíamos antes de entrar al paréntesis siguen teniendo vigencia.

¿Cómo será el reacomodo estratégico después de las jornadas de validación? ¿Participarán en él todas las fuerzas que previamente integraban a la Unidad? ¿O, como tan bien lo expresó un amigo articulista, habrá que “separar el grano de la paja y dar los pasos para constituir una referencia opositora consecuente” que no incluya entre sus filas enclaves de la “leal oposición al señor Maduro”? Esta ácida interrogante consigue su pertinencia, cuando uno lee declaraciones de un presunto dirigente fundamental de la oposición que, comunicacionalmente, le hace un muy flaco favor a ésta.

Me refiero al Sr. Manuel Rosales, quien, mediante comunicado escrito fija su posición con respecto a la posible aplicación de la Carta Democrática a Venezuela. En él, aunque expresa varios criterios razonables, suelta la siguiente perla, cito: “La oferta de la realización de elecciones generales adelantadas no tiene ningún basamento constitucional, contrario a la realización de elecciones regionales y municipales, que deben hacerse este año”. Me permitiré hacer los siguientes comentarios:

1. Ciertamente, no existe la figura de adelantamiento de elecciones presidenciales en nuestra constitución, pero no puede ser que a un importante dirigente opositor, al cual se le endilga la condición de avezado político, se le haya escapado que el planteamiento de unas elecciones generales adelantadas –que incluyen además de las regionales, la elección presidencial y de una nueva Asamblea Nacional- ha sido una propuesta asumida por la Unidad, para ser llevada a la mesa de diálogo como una vía de resolución política a la actual crisis que tan, dolorosamente, aqueja al país. El Sr. Rosales, líder principal del partido Un Nuevo Tiempo (UNT), con esa infeliz afirmación se permite contradecir tal criterio unitario.

2. La fórmula de elecciones generales adelantadas es una propuesta que tiene su basamento en la correcta auscultación que ha hecho la Unidad de dos grandes aspiraciones del muy mayoritario pueblo opositor. En primer lugar, se aspira y se apuesta a una salida electoral y pacífica de esta crisis. El pueblo ha dado muestras fehacientes de querer votar, de querer despedir a quienes mal nos gobiernan por la vía de expresar esa decisión suya en las urnas electorales. Pero además, en segundo lugar, no quiere esperar para eso hasta el final del período presidencial, porque ya ha internalizado, colectivamente, que la crisis, como tendencia nefasta, no se detendrá hasta tanto no se produzcan las medidas correctivas que puedan revertirla. Y, adicionalmente, ya ha quedado demostrado hasta la saciedad que estos señores carecen de la voluntad y del requerido conocimiento para poder aplicar tales medidas. El pueblo ya está cansado del continuado espectáculo alrededor de más de lo mismo.

3. La Unidad bien sabe que el pueblo le acompañará, masivamente, en cualquier iniciativa electoral tendiente a acabar con esta pesadilla. Por eso se activó con el Referéndum Revocatorio, que sí era una salida constitucional y fue el Régimen quien impidió su realización. Tiene sentido entonces, perfectamente, plantear en la mesa de las negociones políticas las elecciones generales adelantadas. Así lo entiende el Secretario General de la OEA, consciente de la existencia de una crisis humanitaria de proporciones incalculables, y así debiera entenderlo usted también, Sr. Rosales, salvo la existencia de motivaciones ocultas que no pueda compartir a la luz pública.


4. Constituiría para la Unidad un craso error: centrar la lucha política en los tiempos por venir en un pedimento exclusivo de elecciones regionales tal como el Sr. Rosales lo deja deslizar. No porque no se pueda ganar. El Régimen está tan mal, que las podría perder todas aún con los bajos índices de participación electoral que se podrían producir al no visualizar los ciudadanos, en ese evento electoral, el pronto viraje que se requiere para comenzar a salir de la crisis. El tema es que la unidad de los factores democráticos no puede darse el lujo de arriar su bandera de “Elecciones Generales Ya” si no quiere correr el riesgo de acrecentar la incipiente desafección popular hacia ella y la potenciación de otras alternativas conducente a una fragmentación significativa del voto opositor –hasta ahora se la ha mantenido muy minimizada-. Es más, en mi opinión y la de otros analistas: debe enmarcar esa bandera dentro del llamado general a reivindicar el derecho a elegir, en un país donde el Régimen ha venido conculcando ese derecho en universidades, sindicatos, gremios profesionales y en todos los espacios donde se reconoce perdedor, como ahora también lo pretende hacer en el ámbito regional.

Expresados estos comentarios en los cuales, además de permitirme criticar la postura del Sr. Rosales –supongo también que es la de UNT-, hago algunas consideraciones sobre uno de los objetivos estratégicos que la Unidad debería plantearse en ese rediseño que debería estar adelantando: “Elecciones Generales Ya”, exteriorizo mi preocupación sobre la dispersión en voces y criterios de la Unidad Democrática. Es un tema sobre el cual también es muy necesario tomar medidas. La Unidad no puede correr el riesgo –insisto en los riesgos- de ser percibida como un saco de movimientos donde cada uno se moviliza de acuerdo a intereses sectoriales. Máxime cuando nos enfrentamos a una unidad monolítica en sus ejecutorias políticas – así adentro se estén cayendo a dentelladas-.

Hay que discutir todo lo que haya que discutir y hasta donde sea necesario, pero hacia afuera una sola postura, no ese espectáculo que confunde e, incluso, conduce a sospechar de la preeminencia de intereses subalternos en desmedro del gran interés general. De persistir actitudes como la del Sr. Rosales, tendrán las organizaciones consecuentes que abocarse a separar el grano de la paja.

1 comentario:

nelson romero díaz dijo...

Dedicas un tiempo precioso a destacar la actitud de Manuel Rosales. El, al igual que Chavez y el resto de los dirigentes que como ellos se creen eternos, son una carga demasiada pesada para este sistema político actual. Deberían marginarse, sobre todo, luego que fueron abiertamente opuestos a las secuenciales candidaturas de los altos dirigentes y haber criticado a Chàvez. No predican con el ejemplo ergo son habladores de gamelote.