SIMON GARCIA.
Las manifestaciones han activado el descontento. Maduro y su pequeña cúpula militar civil de privilegiados recibió dos fuertes trompadas, una desde adentro y otra de la comunidad internacional. El gobierno quedó contra las cuerdas. Se defiende con represión policial, militar y con colectivos fuera de la ley, pero con aval de la Fuerza Armada.
Maduro dio medio paso atrás, pero dejó vigente la anulación de la Asamblea Nacional. En los hechos desconoce la inmunidad parlamentaria. El golpe continúa y seguirá activo porque es parte de un plan general para lograr el control y la sumisión perpetua de la sociedad a un poder arbitrario.
El pueblo sabe lo que pierde si se deja montar una dictadura. Su opción de vivir mejor es impedirlo. Es difícil y no es seguro un resultado instantáneo; pero más que posible es inevitable que los cambios ocurran. Maduro fracasó. Falta que lo acepte.
Los diputados de la MUD reconquistaron la vanguardia a fuerza de jugarse el pellejo. No hubo sustitución de la MUD como chillaban grupúsculos extremistas desde la oposición. Ahora sus picadas llaman a la violencia, al enfrentamiento total, a la aniquilación de los rojos y a debilitar a líderes de la MUD y del cambio. Son el lado equivocado de la causa. Hay que barrerlos hacia adentro.
Ahora hay que debilitar más las bases que le restan a Maduro, incrementar sus contradicciones internas ( no las de reparto del botín), favorecer todas las acciones posibles para que la Fuerza Armada defina una posición institucional.
La sustitución de la dictadura por un gobierno democrático comenzará con la redistribución del poder que generará la elección de gobernadores. Pero si el gobierno termina de pulverizar el Estado de Derecho, la forma legítima de restablecerlo serán unas elecciones generales. Todo depende si el poder decide respetar la Constitución o romper definitivamente con ella.
Hoy existen condiciones para actuar con la determinación de no dar un paso atrás. Sin planteamientos polarizadores que ayuden a que las fuerzas de la tiranía se atrincheren. Abriendo participación en el cambio a los seguidores del oficialismo que, sin renunciar a sus ideas, no comparten la vía dictatorial. Y aceptando que ahora y después que se logre el cambio, es indispensable conformar un movimiento nacional plural con corrientes de diverso signo político, de posiciones extremas y moderadas, con intereses y fines diferentes, pero unificados en el objetivo de recuperar la democracia, hacer compatible desarrollo económico con progreso social, producción de riqueza con empleo de buenos ingresos y un esquema de mejoramiento en la calidad de vida independiente de la renta petrolera y el Estado populista.
Hoy lo decisivo es resolver la sostenibilidad de la lucha. Pasar a combinar grandes demostraciones de fuerza con innumerables formas de comunicación directa, movilización, participación y organización de todos los ciudadanos que sienten que el destino del país es cosa suya. Hablamos de una acción de millones.
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