Nelson Acosta
Espinoza
No hay duda. Los
espacios institucionales para el ejercicio democrático en el país tienden a
cerrarse. Cada día que transcurre se achican los ámbitos para la puesta en práctica
de la actividad política de naturaleza institucional. Las normas anunciadas que
regirán el proceso de relegitimación de los partidos políticos apuntan hacia
esa dirección. Se pretende instaurar un
tipo de democracia donde los ciudadanos votan, pero no eligen. Los ejemplos de
Cuba y Nicaragua son emblemáticos. En estos países los ciudadanos están condenados
a escoger solamente entre las opciones que el régimen presenta. En su
comunicado la MUD lo expresa taxativamente: “Ese es el
escenario que el madurismo quiere imponer en Venezuela: acabar con la
democracia participativa y protagónica mediante la imposición de estas
restrictivas normas de relegitimación de partidos”
Bien, amigos lectores, el actual escenario político y las lógicas que lo
sustentan tienden a diluirse. Con esta nueva arremetida el gobierno coloca a la
oposición democrática ante el imperativo de rediseñar su táctica y estrategia política.
Tarea esta, hay que recalcarlo, nada fácil.
Me voy a permitir algunas observaciones. El diálogo, en la práctica, solo sirvió para apuntalar
al régimen y desarmar al bloque democrático con la única arma a su disposición:
la expresión ciudadana en la calle. El oficialismo tuvo éxito en arrinconar a
la oposición en la llamada mesa de negociación. Desactivó la protesta, neutralizó la MUD y, al mismo tiempo, avivó
las naturales contradicciones que existen en el interior de este cuerpo colegiado.
En pocas palabras, el gobierno anotó un “gol”
político a su favor. Ganó tiempo y neutralizó la protesta ciudadana.
Desde luego, ante estas nuevas circunstancias sería útil,
entre otras opciones, realizar una reflexión crítica sobre este pasado reciente
y, como consecuencia de este ejercicio, elaborar una nueva estrategia que responda a las
demandas de sentido común del ciudadano.
Aquí el vocablo clave es sentido común ciudadano. En
otras palabras, no es el gobierno o sus instituciones el campo de batalla
prioritario en el futuro. Por el contrario, hay que replantear el accionar político.
Colocar los esfuerzos en aquellos escenarios donde se construye el sentido
común ciudadano y articularlo a una nueva propuesta política de cambio.
Más en profundidad. El sentido común se encuentra
constituido por una diversidad de
narrativas que definen los marcos a través de los cuales las personas piensan
la política. Ahora bien, ¿qué importancia
podemos asignar a esta categoría en la actualidad? La respuesta, a esta
interrogante, es la siguiente: los relatos a través de los cuales nuestros
ciudadanos viven su cotidianeidad son adversos al gobierno. Están a la disposición de la alternativa política que tenga la destreza de articularlos
a su proyecto político.
En otras palabras, los demócratas se encuentran frente a una
oportunidad antropológica e histórica única. El sentido común, a veces el menos
común de los sentidos, opera en la actualidad a beneficio de las demandas
ciudadanas de cambio.
La nueva arremetida del gobierno, pudiera
interpretarse, como un reconocimiento de esta realidad que es adversa a sus políticas. Ojo. En el pasado
tuvieron éxito en hegemonizar esta expresión de la vida social. Hoy día, por el
contrario, este sentimiento ciudadano se encuentra “libre” y a disposición de
una alternativa que tenga la disposición de articularlo a sus propuestas políticas.
El reto para la dirección política de la oposición es
simple: detectar y desarrollar este sentido común ciudadano y transformarlo en
punto de anclaje para la construcción del discurso alternativo a este
socialismo del siglo XXI.
Hoy día, la política no es la acción llevada a cabo
por “grandes hombres”. Por el contrario, hay que politizar el mundo de la vida
cotidiana de la población. Hay que abandonar el discurso heroico y partidista. En otras
palabras, lo que hay que conseguir es que las demandas políticas, dejen de
serlo y se transformen en demandas de sentido común.
Sin duda, la política es así
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