sábado, 4 de febrero de 2017

¿Padece de frigidez emocional la MUD?



Nelson Acosta Espinoza
Amigos lectores, me permito iniciar este escrito con una advertencia. Voy a intentar tratar algunos aspectos  teóricos sobre el tema de la comunicación política. El propósito es intentar responder algunas interrogantes que gravitan sobre el accionar político de los factores democráticos. En particular, espero poder dar respuestas a las siguientes interrogantes: ¿Por qué se votó, en el pasado, masivamente por la opción electoral chavista? ¿Qué factores inciden, en la actualidad, para explicar cierto desenfado y desgano existente en la población votante opositora? ¿Interpelan apropiadamente, por ejemplo, las fuerzas democráticas a la población pobre del país?

Estoy consciente de la complejidad del tema que intento abordar. Debo señalar que esta preocupación es compartida por un grupo de investigadores de la Universidad de Carabobo. De hecho, recientemente se celebró en esta institución un conversatorio donde se abordaron los temas que sugieren las interrogantes que se acaban de formular.

Bien, empecemos con una constatación. Las fuerzas democráticas, en el pasado, estuvieron en desventaja frente al chavismo. Esta afirmación obedece a la débil penetración de la estrategia comunicacional del bloque opositor en los sectores populares. La pregunta surge a boca de jarro. ¿A qué se debió, entonces, esta debilidad comunicacional? Una respuesta a esta interrogante pudiera estar ubicado en el carácter desapasionado de la narrativa opositora.

¿Qué significa esta última afirmación? Lo que intentamos resaltar es lo siguiente. En el plano electoral las fuerzas democráticas se comportaron racionalmente. Vale decir, esperaban que el deterioro económico alimentara la propensión al voto opositor. En otras palabras, no era “racional” que los “oprimidos” votaran por sus “opresores”. Expresado en otros términos, la población empobrecida debería pasar factura a los responsables de su situación. Sin embargo no ocurrió así. Los “pobres” votaban mayoritariamente por los responsables de su pobreza.

En el plano teórico, los estrategas opositores partían de un principio de acuerdo al cual los electores  autónomamente atienden a razones. Pero esta creencia filosófica, de raigambre kantiana y continuidad rawlsiana, tenía un inconveniente: guardaba poca correspondencia con la realidad. En otras palabras, era necesario emocionar para convencer.

En la actualidad los partidos políticos opositores enfrentan una situación similar a la que vivieron en su pasado reciente. Se supone que el creciente deterioro del nivel de vida es suficiente para crear una identidad opositora. No sería “racional” que la población endosara sus simpatías a los responsables de su miseria. Desde luego, que esta afirmación es verosímil. Sin embargo, para hacerla realidad se requiere de la construcción de una narrativa que llegue a los corazones y mentes de los destinatarios de esta invocación política. Y, aquí, es donde reside una cierta debilidad en el polo democrático.

Tengo la impresión que los partidos políticos opositores se comportan como “si el mandado ya está hecho”. Es decir, el deterioro de las condiciones de vida de la población será suficiente para generar una nueva identidad política que será capitalizada por la MUD. Esta creencia tiene un doble inconveniente. Por un lado, sabotea, por así decirlo, la construcción de una propuesta nueva que emocione a los ciudadanos. Y, por el otro, estimula la competencia interna de los partidos dentro de la MUD y, en consecuencia, se socaba la pertinencia política y electoral de esta agrupación política.

Diversos observadores políticos han advertido sobre cierto inmovilismo que en la actualidad padece esta agrupación política. Señalan que esta “resaca” se encuentra asociada con la perdida de optimismo y desencanto presente en la población. Sentimientos producto de la frustración derivada de la no celebración del referéndum revocatorio.

Es vital revisar la estrategia opositora. Para finalizar una breve recomendación. No hay que temer en explotar las emociones políticas de los ciudadanos. Hay que intentar ofrecer a los ciudadanos de este país una “forma pasional de hacer política”.

La MUD debe “atreverse a sentir”.

La política es así.







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