sábado, 21 de enero de 2017

23 de enero 2017 ¿Reforma o ruptura del régimen político?



Nelson Acosta Espinoza
El próximo lunes se arriba a un nuevo aniversario del derrocamiento del General Marcos Pérez Jiménez. En efecto,  en la madrugada del 23 de enero de 1958 el dictador decide abandonar el país y toma rumbo hacia la República Dominicana. Previamente habían ocurrido un conjunto de acontecimientos – convocatoria de un plebiscito para decidir si continuaba en el poder; intento de rebelión militar el 1 de enero; nacimiento de la Junta Patriótica encabezada por Fabricio Ojeda; convocatoria de huelga general; pronunciamiento de la iglesia católica- que precedieron y proporcionaron  legitimidad a la rebelión cívico-militar que dio al traste con el régimen perejimenista.

El 31 de octubre del mismo año, las principales fuerzas políticas suscriben el denominado Pacto de Punto Fijo. En este acuerdo se establecía el compromiso de civilizar las relaciones partidistas, la defensa de la constitucionalidad y el derecho a gobernar de acuerdo con el resultado electoral; gobierno de unidad nacional, no hegemonía partidista y presentación de un programa mínimo común. Lo suscriben Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios de AD; Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya, y Manuel López Rivas, de URD; y Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández  por COPEI.

Este acuerdo puede ser descrito como  una suerte de reforma pactada entre los principales actores políticos del momento. Con este arreglo se intentaba enmendar los errores que se cometieron en el llamado trienio adeco: radicalismo, sectarismo y persecución a otras fuerzas políticas adversas al régimen. Se proporcionaba así sustentación a la restauración del modo de vida democrático.

En la actualidad, respetando las distancias, el país se encuentra frente a una realidad que comparte rasgos comunes con este pasado. Por un lado, tenemos un gobierno renuente a celebrar elecciones y, por el otro, un bloque de fuerzas que presiona para la realización de la consulta electoral. Este conflicto ocurre en el marco de una situación económica  desastrosa que ha ocasionado el empobrecimiento general de la población del país.

En este contexto y de cara al futuro parece apropiado formular la siguiente interrogante: ¿ruptura o reforma del actual régimen político? Los líderes del 1958, por ejemplo y a diferencia de la izquierda de la época, apostaron por la restauración pactada de la democracia de partidos. Acuerdo que, sin lugar a dudas,  proporcionó estabilidad política hasta finales de la década de los setenta del siglo pasado.

Ahora bien, en el marco de la actual crisis política, es válido formular la siguiente interrogante ¿se aplicará en el futuro inmediato una versión renovada del pacto de punto fijo?  En otros términos,  la Venezuela post chavista se debatirá entre la reforma del chavismo, cambiando su forma pero no  su fondo o, por el contrario,  la ruptura con este estilo de política, implicaría un cambio de la forma para transformar su contenido.

De transitar la segunda opción el país se encaminaría hacia un nuevo pacto institucional que tendría como finalidad superar el agotamiento de la IV y V República. Ello implicaría abrirse hacia nuevas opciones de organización social, cultural, política y económica para el país. Iniciativas que deberían ser “relatadas” mediante una nueva narrativa que se diferencie sustantivamente con las que hegemonizaron el espacio público a lo largo del siglo pasado.

Este aspecto de la realidad política es vital. Hay que estar atento a no sucumbir ante las viejas rutinas. Ellas están bien asentadas en la cultura política que ha prevalecido en el país. Se pretende, a veces, combatir al régimen con las herramientas del pasado. Se cuestiona la forma y se olvida el contenido sustantivo de sus prácticas políticas. Hay actores que apuestan por una reforma pactada con el régimen.

En fin, en este nuevo aniversario del 23 de enero hay que ser optimista. Tengo confianza que existen suficientes reservas políticas y culturales en el país para neutralizar a los restauradores y poder abrirse hacia una ruptura que deje atrás las formas de organización social, política y cultural del pasado.

1 comentario:

Unknown dijo...


Ya seguir denunciando al presente régimen por su incumplimiento de la Constitución; y que ha llevado a la sociedad venezolana a su crisis general mas profunda en toda su historia, resulta insuficiente.
Hay que mirar el futuro.
Muchos de los que están al frente de la oposición consideran que el socialismo democrático puede ser la vía para recuperar el país.
Es evidente que el socialismo democrático desde el punto de vista político funciona; así de demostró en los 40 años (1958-1998).
Pero no nos convirtió en un país desarrollado.
De allí la llegada de Chávez al poder.
El problema es un desarrollo económico liberando las fuerzas del mercado, y la libertad individual de emprendimiento.
No podemos volver a ensayar el socialismo democrático que no logró sacarnos del tercer mundo.
Solo una economía de mercado nos pondrá en el camino hacia el primer mundo.
China lo hizo. Se dio cuenta que el capitalismo es el único sistema de crecimiento sostenido y exponencial.
Miedo da que el pais, en el futuro, caiga en manos de socialistas democráticos que todavía creen que el marxismo es una ciencia del gobierno.
Algunos de los aquí escriben sienten que su pasado socialista o comunista es una presea para mostrar y no una equivocación que llevó a generaciones a tomar una vía que los llevó a desperdiciar su vida.