sábado, 28 de enero de 2017

¿Crisis de hegemonía en el país?



Nelson Acosta Espinoza

¿Es posible diseñar un futuro alternativo a la tortuosa realidad del  presente que vivimos? Amigos lectores, responder esta interrogante es vital. Su trascendencia se deriva del marco político, económico y social que enfrentan los ciudadanos de este país. En un cierto sentido,  la población comienza a percibir el presente como irremediable. Son cortas, por así decirlo,  las zancadas que pudieran empujar hacia un futuro distinto que oblitere las actuales penurias. Los actores a cargo de tan delicada misión se encuentran sumidos en una pasividad intelectual y práctica. De ahí la modestia de sus iniciativas. Por otro lado las instituciones, por ejemplo las universidades, están neutralizadas organizativamente. No pueden asumir a cabalidad su misión tradicional de ser “las casas que vencen las sombras”.

Disculpen esta dosis de pesimismo. En realidad, en  mi persona como en el resto de los venezolanos, reinaba un optimismo esperanzador al inicio del año 2016. Percibíamos signos de cambio. El triunfo electoral en las elecciones parlamentarias alentaba este sentimiento. Sin embargo, la ofensiva gubernamental (suspensión del referéndum revocatorio, ruptura de la mesa de negociación, entre otras circunstancias) logró neutralizar las pulsiones de cambio que anidaban en la mayoría de la población. Los estudios de opinión revelan que un cierto escepticismo y pasividad caracterizan la conducta actual de la ciudadanía.

Parece importante, después de esta descripción, intentar hacer una caracterización del momento actual. Punto de partida para el esbozo de una estrategia que apunte hacia el diseño de un futuro posible. ¿Cómo definir, entonces,  esta coyuntura? El dilema que se enfrenta pudiera ser sintetizado en estas dos opciones: ¿continuidad o ruptura con lo existente? Esta suerte de indeterminación  ha sido conceptualizada con la palabra interregno.

Antonio Gramsci, intelectual y político italiano, con este vocablo caracterizaba una situación histórica donde lo viejo está muriendo y lo nuevo no termina de nacer. Intentaba describir “situaciones extraordinarias en las que el marco legal existente del orden social pierde fuerza y ya no puede mantenerse, mientras que un marco nuevo, a la medida de las nuevas condiciones que hicieron inútil el marco anterior, está aún en una etapa de creación, no se lo terminó de estructurar o no tiene la fuerza suficiente para que se lo instale”.

El párrafo anterior, a mi juicio, describe a plenitud la situación actual del país. Los venezolanos nos encontramos ubicados en un escenario político donde se encuentran en pugna la opción de continuidad y de transformación. La primera, estimulada con fuerza por el aparato institucional del gobierno, luce segura bajo una aparente solidez. La segunda, hasta el momento no ha podido expresarse con firmeza y, en consecuencia, carece del consentimiento activo de la ciudadanía. Cuidado. No se mal interprete esta última afirmación. La población, de acuerdo a diversos estudios de opinión, mayoritariamente rechaza las políticas del gobierno y a sus personeros. Sin embargo, esta actitud no es traducible en su totalidad hacia las agrupaciones políticas que conforman el universo opositor.

Este desbalance lo  podemos describir con el término interregno. En otras palabras,  las opciones políticas (IV y V república) y sus respectivos relatos están agonizando. Sin embargo, los demócratas no han podido, aún, elaborar una narrativa distinta a las que prevalecieron en el pasado y que proporcione direccionalidad política al hastió y desencanto presente en la ciudadanía.

Los actos de calle el pasado 23 de enero, a mi juicio, demostraron la ausencia de una vanguardia política con una clara visión de la actualidad y de alternativas de cara al futuro. Carecía de  una narrativa,  de una consigna que denunciara el presente y anunciara el porvenir. Sin estos dos ingredientes el significado político de la calle se pierde.

En fin, en estos momentos el país demanda un liderazgo que este a la altura de las actuales circunstancias. Lo electoral es importante, pero debería subordinarse a la apuesta fundamental y, esta no es otra, que derrotar política y electoralmente al gobierno. En ese orden. Para ello sería necesaria la elaboración de una propuesta y su traducción en un relato que llegue y entusiasme a la ciudadanía.

No hay alternativa, la política es así.

1 comentario:

Arquimedes dijo...

"Los actos de calle el pasado 23 de enero, a mi juicio, demostraron la ausencia de una vanguardia política con una clara visión de la actualidad y de alternativas de cara al futuro. ...."
Esto es cierto, pero no es la única causa de la debilidad de los actos de calle...."Los rusos tambien juegan"...jajaja