domingo, 22 de junio de 2014

Giordani: un vidente que no puede ver


Nelson Acosta Espinoza

Amigo lector, los últimos acontecimientos demuestran la vigencia de la frase de Carlos Marx que acuñamos en el escrito del domingo pasado: "la historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa". En este caso, la farsa se refiere a la renuncia del ministro Jorge Giordani y los eventos que esta decisión, probablemente, van a desencadenar.

Lo sucedido, desde luego, no es inédito en nuestra historia. El 24 de febrero de 1989, el titular principal del diario El Nacional fue el siguiente: "Investigar sobrefacturación de Importaciones ordenó el Presidente Pérez". Esta noticia destapó el más grande escándalo de corrupción que haya sacudido a la opinión pública venezolana de esa época. Se trataba de la sobrefacturación de importaciones con dólares preferenciales, "autorizados por Recadi a varias empresas del sector privado durante 1988, y cuyo monto podía ascender a 2.500 ó 3.000 millones de dólares".

Recadi, al igual que CADIVI ha sido la herramienta utilizada por funcionarios públicos, empresarios, políticos y particulares para traficar influencias, conferir y recibir privilegios y ventajas económicas, eludir leyes y responsabilidades y lucrarse en grupo e individualmente, en detrimento de los intereses nacionales y las mayorías populares. Veinticinco mil (25.000) millones de dólares, casi el monto de nuestras reservas internacionales desaparecieron, se esfumaron a través del procedimiento, experimentado ya en el año 1989, de importaciones que nunca llegaron al puerto de destino. Hasta el día de hoy desconocemos los nombres de las empresas involucradas en tamaño hurto a la nación. Esta escandalosa estafa, es bueno resaltarlo, se llevó a cabo durante el ejercicio ministerial del señor Giordani. En fin, RECADI tragedia y CADIVI farsa.

En su carta, el ex ministro Giordani no hace ningún esfuerzo de enmienda. No asume responsabilidades por el desastre económico y político que resalta en su misiva. Los culpables son otros, en especial Nicolás Maduro, "un presidente sin liderazgo". Olvida el ministro renunciante que ejerció cargos con altas responsabilidades por 15 años. Y fue ideólogo de este salto atrás histórico que conocemos con el nombre de socialismo del siglo XXI. Intenta salvar su responsabilidad, haciendo uso de dos expedientes. Primero, con recomendaciones de políticas públicas: atacar la corrupción "frenándola por un nuevo control de los grandes fondos del Estado" e introducir nuevos "mecanismos en el manejo del gasto público". Lo farisaico de la propuesta consiste en el reconocimiento de los altos índices de corrupción y ofertar, como solución, más de lo mismo. Vale decir, profundizar el carácter socialista del ejercicio de gobierno.

Al final de su misiva, reivindica su postura de radicalismo político. Utiliza como ilustración un recuento histórico de su épica personal y familiar (?) (Sacrificio paterno, brigadas internacionales, combatiente en armas contra el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo…) y, finalmente, el uso atrevido de una frase de José Saramago: "mientras más viejo más libre, y mientras más libre más radical”. Sin duda, está en lo cierto. Todo radicalismo se encuentra atrapado en su propia ceguera. La del ministro es más profunda que la de Saramago. Porque Giordani, a diferencia del escritor lusitano, es un vidente que no puede ver el futuro y, desde luego, tampoco el pasado.

Esta carta con destino busca relucir lo feo de la realidad del chavismo. Pudiéramos decir que exuda pesimismo y expresa la pulsión tanática que caracteriza el universo simbólico de esta farsa revolucionaria. No en balde la consigna primigenia fue “socialismo o muerte”.

El monje ha regresado a su claustro.






1 comentario:

Antonio Avellan dijo...

Mas claro no canta un gallo .
Pero quien mandaba a quien?.