Los acontecimientos de esta movida semana han puesto en relieve una cierta dimensión ideológica que marca diferencias importantes en las candidaturas a las presidenciales de octubre 7.
Por una parte, encontramos al precandidato Hugo Chávez Frias como expresión de un socialismo decimonónico con sabor cubano que, sin embargo, ha logrado apropiarse de un conjunto de frases y palabras (pueblo, pobres, marginados, excluidos, negros, ...) de alta capacidad de interpelación en los sectores populares donde se ubica un gran porcentaje de la votación que define las elecciones.
En el otro extremo, se ubica una joven generación de relevo (María Corina, Capriles-López) que configuran un agrupamiento de vocación centro derecha, moderna, y que expresa "los intereses de la burguesía nacional" (Emeterio Gomez dixit).
"María Corina, Capriles y Leopoldo son -repito, acéptese o no- y bien bueno que lo sean los representantes de nuestra burguesía que las guerras del siglo XIX, la de Independencia y la Federal y después el caudillismo y el gomecismo, habían aplastado o minimizado... Bien bueno que ahora se lancen a la pelea por un país mejor" (Lectura Tangente, domingo 28 de enero 2012, Notitarde)
Pablo Pérez navega en un laberinto discursivo. No ha podido, hasta el momento, fraguar una clara identidad ideológica y política que lo ubique en el escenario electoral como la expresión genuina de los valores democráticos que se consolidaron en el pasado. Asombra que no haya entendido la importancia de reivindicar al partido Acción Democrática (sus héroes, sus mitos y sus Juan Bimba, sus logros, etc.).
Pablo Medina y Diego Arria se encuentran en un "exterior" con la propuesta de la constituyente que si bien suena pertinente no han logrado construir un consenso en torno a sus ideas.
En fin, todo pareciera indicar que las venideras elecciones tendrán un alto contenido ideológico y triunfará "quien tenga la mejor historia que contar."
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