Del 23 de enero de 1958 es conveniente extraer una lección política. Los actores en aquella oportunidad supieron calibrar la coyuntura por la que atravesaba el país. Atrás quedaron los errores del pasado (desunión y desacuerdo en las estrategias a desarrollar frente a la dictadura de Pérez Jimenez). La clase política, empresarial, cultural y religiosa se acordaron en torno a un programa mínimo que permitió darle sustentabilidad a la democriacia.
Hoy, al igual que ayer, en necesario recuperar el sentido político de esta coyuntura y ponerse de acuerdo en lo estratégico para avanzar hacia una democracia federal y descentralizada.
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