domingo, 11 de febrero de 2018

¿Qué hacer en las actuales circunstancias políticas?


Nelson Acosta Espinoza

Fracasó el dialogo en República Dominicana. Hasta cierto punto este resultado era previsible. Desde luego, con esta afirmación no pretendo descalificar el equipo de expertos venezolanos que asistieron y brindaron su asesoría a nuestra delegación. Hicieron bien su trabajo. En otras palabras, era imperativo intentar la negociación en la búsqueda de una salida electoral a la crisis. Esa conducta era la apropiada y la que responsablemente demandaba las circunstancias. El gobierno por el contrario, opto por dar una patada a la mesa. Ganó tiempo y se apresta a celebrar las elecciones presidenciales. Evento, sin la menor dudad, que difícilmente logrará concitar entusiasmo en la totalidad de la población.
En forma muy resumida este es el escenario sobre el cual deberán actuar los partidos democráticos y donde se decidirá el futuro político inmediato del país. Voy a intentar profundizar en algunas de estas opciones.

Las alternativas son pocas y de difícil ejecutorias. La primera seria aceptar participar en la contienda electoral. De ser este el caso, la oposición se enfrentará a la titánica tarea de depurar y obtener garantías para el desarrollo legítimo de estas elecciones presidenciales. Los partidos que decidan participar en este evento, sin lograr la modificación de la normativa electoral, quedarán ante la historia como un grupo de pusilánimes sin voluntad para enfrentar a este régimen que, sin duda alguna, intenta utilizar esta consulta para crear la ilusión de que el gobierno tiene legitimidad porque originó su mandato en el voto popular.

Las interrogantes salen a boca de jarro. ¿Es posible obtener garantías para la realización de unas elecciones competitivas? ¿Hay tiempo suficiente para conseguir condiciones de esa naturaleza? Mi respuesta a estas incógnitas es que no es posible alcanzar el escenario apropiado para le realización de unos comicios dotados de legitimidad. De llevarse a cabo, estaríamos en presencia de una parodia electoral que no contaría con la aprobación de la comunidad internacional y, desde luego, no despertaría entusiasmo en la población. La abstención sería su consecuencia más inmediata.

Sin embargo, el presidente Maduro está decidido a reelegirse en un escenario semejante al que prevaleció con la constituyente. Corre el riego, de provocar una situación parecida a la que sucedió con el plebiscito del año 1957 y que provocó la caída del otro militar felón: Marco Pérez Jiménez.
Ahora bien ¿qué hacer? ¿Cuál sería la conducta apropiada para la población que rechaza a este régimen? ¿Cómo pueden aprovechar los demócratas esta circunstancia electoral? En fin, ¿cómo definir la conducta apropiada a estas circunstancias políticas?

Las respuestas a estas interrogantes son complejas. A esta condición hay que agregar la premura que impone el tiempo: la elección presidencial está pautada para el 22 de abril. El registro electoral permanecerá abierto hasta el 22 de febrero.
Tengo la convicción que el carácter de esta coyuntura y las tareas que ella supone son más de carácter político que electoral. ¿Qué pretendo indicar con esta distinción? En principio determinar cuál es la tarea prioritaria del momento. La podríamos definir como la imperiosa necesidad de desarrollar un punto de encuentro que propicie la unidad de los venezolanos y la solidaridad activa con los ciudadanos que sufren las terribles condiciones impuesta por las políticas del gobierno. Y, a partir de ahí, desarrollar una estrategia apropiada a estas circunstancias.

En otras palabras, me parece que en el marco del escenario presente lo prioritario sería elaborar y poner en práctica una iniciativa de esta naturaleza. Con el propósito de restaurar la confianza de la población en la política y elaborar un relato que sirva de guía en cualquiera de los escenarios futuros.

Esta iniciativa tendría una tarea prioritaria: politizar las terribles circunstancias sociales que acogotan a la población. De llevarse a cabo esta faena se restablecería la conexión entre lo social y la opción política. Vinculo que la desviación electoralista permitió que se perdiera y, que en las actuales circunstancias, reponer este lazo es vital para el desarrollo de una política que restituya la democracia y enfrente la profunda crisis que atraviesa el país.

En fin, la tarea prioritaria podríamos sintetizarla como la creación de muchos puntos de encuentro que faciliten la politización de las calamidades sociales y desarrollen una propuesta que desafíe el carácter plebiscitario de la elección presidencial.

Sin la menor duda, la política es así.


















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