Nelson Acosta Espinoza
La oposición celebrará primarias este domingo 10 de septiembre. Se escogerán 19 candidatos a gobernador en estas elecciones internas. En los estados Nueva Esparta, Vargas, Anzoátegui y Carabobo no se llevarán a cabo estos comicios. La MUD, vía consenso, eligió a sus aspirantes en estas regiones. En fin, se habilitarán 977 centros de sufragio conformados por 3110 mesas de votación para 14 millones 835 mil electores.
Sin la menor duda este evento reafirmará la esperanza en una solución democrática a la actual crisis. El solo hecho de que la oposición celebre primarias implica una apuesta fuerte por una salida electoral al actual aprieto político. Sin embargo, existen peligros que deben ser enfrentados: la abstención es uno de esos riesgos. De producirse, se estimularía la idea de que el sentimiento opositor ha perdido fuerza; igualmente, reforzaría la visión oficialista de acuerdo a la cual la MUD apuesta por salidas no institucionales y de fuerza.
Sin lugar a dudas, la celebración de estas primarias trasmitirá un mensaje positivo a la población y fortalecerá la unión de los diversos actores políticos que participan en este evento. No debemos pasar por alto el hecho de la heterogeneidad de esta alianza y la diversidad de voces y apuestas que hacen vida al interior de esta coalición.
Hasta aquí un descripción del evento del domingo 10 de los corrientes. Sin embargo, parece apropiado formular algunas interrogantes sobre el contexto político dentro del cual se llevará a cabo estas primarias y las próximas elecciones de gobernadores.
En otras palabras, parece apropiado preguntarse sobre la naturaleza actual del régimen político chavista. Los recientes acontecimientos de naturaleza política apuntan hacia un reforzamiento del sesgo autoritario del madurismo. ¿Qué debemos entender por esta afirmación? ¿No expresaba el madurismo desde su inicio una conducta autoritaria? ¿Estamos en presencia de un totalitarismo político? Y, de ser así ¿tiene sentido participar en las venideras elecciones de gobernadores?
Desde luego, no es fácil dar respuestas a estas interrogantes. Igualmente, en el marco de esta incertidumbre conceptual y práctica resulta complicado el diseño de tácticas y estrategias políticas. Algunos estudiosos del tema, por ejemplo, conceptualizan estas coyunturas como regímenes híbridos. Otros analistas, en mi opinión más acertados, utilizan al calificativo de autoritarismo competitivo. Los más radicales lo adjetivan con el término de totalitarismo hegemónico.
Lo cierto es que el país se encuentra frente a una encrucijada. Las venideras elecciones de gobernadores van a decidir, hasta cierto punto, el camino que recorrerá la sociedad venezolana. Son dos las opciones: totalitarismo o recomposición democrática. Ante esta disyuntiva, la dirección política de la oposición tiene una gran responsabilidad política. Debe saber manejarse en diversos escenarios (electorales, institucionales, internacionales, la calle) y acumular fuerzas, sin discriminaciones, de la totalidad del entorno político.
Una estrategia de esta naturaleza tiene a su favor algunos elementos sustantivos. Entre otros, ausencia del líder carismático, crisis fiscal del petro estado y, en consecuencia, dificultad para financiar lealtades políticas.
En otras palabras, existen condiciones objetivas y subjetivas propicias para desafiar al gobierno. Las votaciones, a mi juicio, deberían asumirse como una trinchera para enfrentar al chavismo y construir un nuevo sentido democrático en la población. Lo sustantivo no es ganar las elecciones en cada estado (electoralismo). Estos comicios, disculpen lo redundante, han de asumirse como una oportunidad para enfrentar al oficialismo y echar las bases de una nueva forma de ejercer la democracia.
Los candidatos que serán seleccionados el domingo 10 de septiembre deberían estar conscientes de la particularidad política de este contexto histórico. Excusen si es excesiva esta afirmación. Lo cierto es que existe una real posibilidad de inducir una fractura en la coalición dominante. O, en forma más precisa, una derrota cultural, política y electoral al madurismo. Y, de ser así, se estaría iniciando la capitulación del totalitarismo hegemónico en ciernes.
Esperemos que la dirección política democrática asuma en estos términos las venideras elecciones de gobernadores.
Sin duda alguna, la política debería ser así.
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