Nelson Acosta Espinoza
Hablar para la gente, no para la oposición. Esta
frase, extraída del formato político que propone Pablo Iglesias, actual
secretario general del partido PODEMOS en España resume lo que, a mi juicio,
debería constituir la piedra angular de
una estrategia discursiva para los sectores democráticos del país. En
otras palabras, se propone que los ciudadanos y sus angustias cotidianas constituyan
el centro medular de la práctica política de la oposición.
Esta aproximación,
me permito reiterarlo, debería constituir el eje en torno al cual giren las
conductas políticas de los diversos sectores que constituyen el bloque
democrático en el país.
Antes de continuar me voy a permitir dibujar
rápidamente este nuevo movimiento que irrumpe en la política española. Lo hago
en el convencimiento que la MUD pudiera aprovechar esta experiencia política,
en particular su estrategia comunicacional. Hablar "para la gente, no para la
izquierda", usar un tono pausado y referente popular, simplificar los
mensajes, mostrar las contradicciones del adversario. Estos son algunos de los
principios que orientan la estrategia comunicacional de este nuevo movimiento
político. Formula sencilla que hoy en día constituye su "marca"
política. Y, sin la menor duda, ha sido
responsable de su éxito inicial en las elecciones para el parlamento europeo.
Por otra parte,
la práctica política de este nuevo movimiento político se ha alejado de la racionalidad intelectual.
Su punto de partida ha sido una revisión crítica de las posturas discursivas
asumida por sectores de la izquierda política española. Estos grupos se han
caracterizado por una conducta centrada en demasía en lo intelectual,
encerrados en sí mismos y alejados de la cultura de masas. A contrapelo, Pablo
Iglesias elabora un discurso sencillo que apela a la emoción y que le ha
permitido recuperar para este sector político conceptos emocionales con el de
patria. En fin, PODEMOS ha puesto en práctica la máxima que popularizaron las
investigaciones en el ámbito de la neuro política: emocionar para convencer.
A partir de esta breve descripción pudiéramos elevar
las siguientes interrogantes: ¿Qué sucede en la puesta en escena política de la
oposición en el país? ¿Le hablan a la gente? ¿Apelan a la emoción? Me parece
que los sectores democráticos se encuentran encerrados en espacios discursivos
que no le permiten llegar a la gente. Están centrados en hablar a sus parcelas
políticas. En convencer a los ya convencidos. No han podido internalizar el
concepto de gente y, en consecuencia, se enfrenta a barreras que le impiden
transformar sus puntos programáticos en "sentido común".
Las próximas elecciones parlamentarias pudieran
constituir un espacio para implementar nuevas formulas discursivas. Construir
una matriz de significados articuladas a las necesidades de la población.
Conectar con la gente. En fin, disputar en el plano del lenguaje, al adversario
y, así, construir una nueva hegemonía política.
Se dice sencillo, pero no es fácil. Para edificar esta
nueva hegemonía sería indispensable un
gran esfuerzo imaginativo. Hacer ejercicio de voluntad política para poder
derrotar los hábitos electoralistas presentes en la conducta colectiva en
la mayoría de nuestros actores
políticos. Las elecciones, hay que entenderlo, han de ser vistas como un
instrumento para construir una nueva mayoría social, cultural y política. No es
un fin en si mismo. Es una herramienta subordinada al propósito de fundar una nueva
cultura democrática. Si no son vistas así, se corre el riesgo que el desánimo y
la frustración se apodere de los corazones de los votantes. La consecuencia es
predecible: abstención. Es imperativo, entonces, emocionar para convencer. Ese
es el reto. No lo olvidemos, la política ahora es así.
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