domingo, 16 de diciembre de 2018

El estado Frankestein venezolano


Nelson Acosta Espinoza

El domingo pasado se celebraron elecciones para escoger a nuestros representantes en los concejos municipales. Más allá de cualquier otra consideración, el rasgo definitorio de esta consulta fue la abstención de más del 72% de las personas en capacidad de ejercer este derecho al voto. Este resultado confirma una tendencia abstencionista que ha estado presente en los últimos comicios realizados en el país. Me parece posible conjeturar de que la institución del voto se encuentra en franco proceso de devaluación.

Sin la menor duda, estamos en presencia de una desconexión de las agrupaciones políticas, tanto del gobierno como de la oposición, con la masa de votantes. La población se ha venido aislando de los partidos políticos. En otras palabras, sería posible asumir que los partidos no representan cabalmente la aspiración de cambio que anida en la masa de votantes.

Creo que el termino desafección política describe en forma apropiada lo que ha venido aconteciendo en los últimos años en el país. En un reciente escrito describimos esta circunstancia, como un sentimiento de alienación y distanciamiento respecto a la política. En nuestro caso, esta emoción se expresa en que la masa de electores no se siente representada por los partidos de la oposición y del oficialismo. Circunstancia esta, sin la menor duda, que ha creado una atmósfera de pesimismo que está siendo capitalizada por el gobierno. De no torcer este humor presente en la población, esta tendencia iliberal y autoritaria se irá profundizando.

Es vital poner atención a este fenómeno (desafección política). Tener conciencia de ello e intentar introducir las modificaciones en el relato político que le permita interpelar y recuperar la confianza en la mayoría de los ciudadanos que se encuentra en franca oposición a las políticas del gobierno.

Un punto de partida podría ser llevar a la presidencia de la AN a un parlamentario del partido Voluntad Popular. Y desarrollar desde esta posición una nueva narrativa que dé cuenta del estado de ánimo político presente en el electorado. De ser este el caso se podría iniciar la recuperación de la confianza y la acumulación de fuerzas para enfrentar la nueva circunstancia política a partir del 10 de enero del próximo año.

Es vital tener en mente que estamos en presencia de un estado Frankestein*. Vale decir, un gobierno que utiliza al unísono elementos de índole democrática y autoritaria. Al igual que Mary Shelley’Frankenstein monstruo que es creado con distintos componentes humanos, este nuevo estado se asienta sobre normas democráticas, sin embargo, su combinación concreta genera un estado no democrático. Como muy bien lo ilustra la experiencia venezolana.

Esta caracterización implica que la oposición no puede enfocarse en una sola característica de este esta nueva configuración. Es vital una aproximación global. Un acercamiento que incluya elementos de naturaleza económica, social, cultural y política.

En forma concreta se requeriría generar un nuevo dispositivo simbólico que inicie la creación del nuevo orden cultural que desplace este autoritarismo socialista. Desde luego, el tema electoral es básico, pero no es el único. Insisto hay que recuperar la confianza de la población en la política.

Como lo he señalado repetidamente: hay que emocionar para convencer.

*Kim-Lane Scheppel is the Laurance S. Rockefeller Professor of Sociology and International Affairs in the Woodrow Wilson School and in the University Center for Human Values at Princeton University.

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