Nelson Acosta Espinoza
Bien amigos lectores ya han transcurrido dos semanas a partir de la celebración (?) de las elecciones presidenciales en el país. Como era de esperarse el gobierno ha comenzado a desplegar una serie de iniciativas políticas con la finalidad de intentar conferir una cierta legitimidad a su nuevo ejercicio de mando.
En el marco de esta estrategia Nicolás Maduro ha cursado invitaciones a dirigentes políticos para iniciar conversaciones de naturaleza política. El primero en convalidar esta estratagema fue el ex candidato de la Esperanza por el Cambio Javier Bertucci. Le siguió Pedro Pablo Fernández y, recientemente, acudieron a Miraflores gobernadores de la oposición y algunos dirigentes del mundo empresarial. El tema tratado en todas estas ocasiones fue la liberación de los presos políticos. Se espera que en los próximos días un grupo seleccionados de detenidos sean puestos en libertad restrictiva. De acuerdo a la óptica del régimen esta decisión ha sido tomada en “aras del dialogo profundo, de la paz del país”.
Indudablemente medidas de esta naturaleza son justas. De hecho la mayoría de estas detenciones son ilegales y no están ajustadas a derecho. Sin embargo, parece necesario subrayar, que la intervención de estos líderes procurando la libertad de los detenidos obedece a imperativos políticos del régimen. Por un lado, expresa la debilidad del gobierno y, por la otra, la necesidad de neutralizar a estos sectores de la oposición y, de esta forma, disminuir su capacidad de formular políticas y alianzas con otros grupos que hacen oposición real al régimen. Por último, se pretende que cubran con un manto de legitimidad la ilegitimidad de origen de este régimen.
De más esta señalar que iniciativas de esta naturaleza van en sentido contrario al mandato que se deriva del resultado de los pasados comicios. Recordemos que más del 50% de la población votante expresó su rechazo al régimen y solicita la renuncia del Presidente Maduro.
Me voy a detener brevemente en este aspecto. El fracaso de la candidatura de Henri Falcón obedeció a su lectura equivocada de la coyuntura y del humor político prevaleciente en la mayoría de la población votante del país. No entendieron o no quisieron comprender el rechazo ciudadano existente hacia el régimen de Maduro y a las formas tradicionales de hacer política. Prevaleció en su conducta un “oportunismo” electoral y una lectura equivocada de los sondeos de opinión. Estos instrumentos señalaban un rechazo de casi el 80% al gobierno y a las formas tradicionales de hacer política. Circunstancia esta que no fue comprendida por Falcón y veteranos dirigentes políticos como Eduardo Fernández, Felipe Mujica y Claudio Fermín. Tengo la impresión que aún esta lección de la vida electoral no ha sido entendida por esta dirección política que fue derrotada en las pasadas elecciones.
Sin la menor duda, esta experiencia debe ser analizada y comprendida. La población oposicionista, por ejemplo, se encuentra a la espera de la formulación de una propuesta que se ajuste a sus demandas por democracia. Estas exigencias, es importante subrayarlo, van más allá de las formulaciones tradicionales que en el ámbito político prevalecieron en el pasado. Descartada, por ahora, la vía electoral se impone un ejercicio de imaginación política para poder formular la estrategia de acorde a las demandas de la coyuntura.
El padre Luis Ugalde ex rector de la UCAB ha dibujado en términos generales las líneas que deberían guiar el accionar político de la oposición democrática del país. En sus términos “para lograr la unidad superior es necesaria la convergencia de cuatro elementos: El malestar de la población que se manifestó el 20 de mayo; el desconocimiento de la comunidad internacional al gobierno; que la Fuerza Armada intervenga para evitar que el fraude se perpetúe y la construcción de un movimiento amplio que, mediante la protesta pacífica, exija la renuncia del presidente y restituya la democracia”.
En otras palabras, la consigna que debería guiar la conducta de la oposición es sencilla: “Maduro renuncia ya”.
No tengo la menor duda, la política es así.
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