viernes, 15 de junio de 2018

ENTRE EL ESPEJO Y EL DIÁLOGO















 Pedro Villarroel


 Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado

Los Espejos, Jorge Luis Borges.



Esta condición entre el espejo y el diálogo dibuja, según nuestra apreciación, algunos elementos presentes en la realidad venezolana.

EL ESPEJO

El espejo es el símbolo por excelencia de la representación de la realidad, como referente de significación del individuo, de la persona sin mediaciones ni subterfugios.

¿Qué rostro se refleja en el espejo de la dirigencia opositora y el régimen?

La dirigencia opositora se nos muestra movida por pulsiones autodestructivas y thanáticas, un empeño permanente de fagocitarse. Por otra parte, un gobierno defendiéndose constantemente de enemigos externos (imperialismo norteamericano) e internos (apátridas y escuálidos), tratando de enmascarar sus irremediables insuficiencias, sus poderosos déficits. En esta condición quedan atrapados en una especie de reflejo invertido, de distorsión, de desapego, desarraigo y fractura con lo real.

Entramos en una etapa de ensimismamiento, de desconexión sórdida de la dirigencia opositora y el régimen con la sociedad en su conjunto, que contiene además el peligro y la posibilidad de quedar fascinados por la imagen autoconstruida. En este caso el espejo se convierte en máscara, que diluye, que desvanece, que invisibiliza y oculta la realidad, convirtiéndolos en narcisos enamorados de su propia construcción cual reflejo en el agua.

Como vemos, la condición de espejo se refleja en los dos elementos que polarizan el clima de confrontación política, a saber, la dirigencia opositora y el régimen. ¿Qué ocurre en el conjunto de la sociedad venezolana?

Tanto en la dirigencia opositora como en el régimen, se establece un hiato comunicacional en su relación con los distintos sectores que componen el conjunto de la sociedad venezolana. El discurso gubernamental tiene como referente el sector que representan, llámese madurismo o chavismo, de igual forma en la dirigencia opositora, su comunicación se concentra fundamentalmente en los factores políticos que representan. La inmensa mayoría de los venezolanos no conecta con esos referentes, no se sienten representados, las implicaciones de esta situación de irrepresentación y desidentificación traen como consecuencia la inacción y la ausencia de compromiso.

Los fenómenos de polarización por ejemplo, no están presentes en las grandes mayorías de los venezolanos, éstas, se unifican hoy en el drama diario, en el día a día, en la tragedia que significa vivir en un país de escasez y desesperanza. He aquí como la dimensión comunicativa y la dimensión de la realidad entran en mundos paralelos, dando cabida al pensamiento mágico, a elucubraciones, a especulaciones mayores. Mesa servida al mundo de la posverdad, en el que no hay posibilidad ni para diagnósticos rigurosos ni para análisis estratégicos. El mundo según Eudomar Santos.

EL DIÁLOGO

El diálogo fuera de los límites del mundo interior y del ensimismamiento, supone la necesidad de comunicarse. Su significación viene dada por el deseo de establecer un puente con la otredad, comunicar-se con el otro, condición indispensable para la comunicación dialogante. Crear una visión de país en afirmativo e incluyente es el gran reto del ahora. Superar el solipsismo propio del régimen y la condición thanática y reactiva de la dirigencia opositora, es inaplazable.

Una tarea es sin duda conectar con los valores afirmativos de la gente, mostrar el país que queremos, nuestro hogar, el hogar de todos los venezolanos, con nuestras diferencias, con nuestros espejos pero también en la comunión, en el diálogo que convoque a la superación permanente de nuestros temores, de nuestros nudos atávicos y miedos. Que convoque a la voluntad de vida y no a la destrucción, al progreso, al avance, a la vida. Esa vida que merezca ser vivida irrepetiblemente.



No hay comentarios: