Nelson Acosta
Espinoza
¿Ir o no al
paro? ¿Es pertinente esta pregunta? ¿El momento es el adecuado? Bien son varias
las interrogantes que suscita la convocatoria de la asamblea para el día
viernes. Voy a intentar reflexionar sobre lo que estas interrogantes implican.
Una primera
observación. El salarial, en el marco de la actual coyuntura es, disculpen los
gremialistas, un tema marginal. Ello no quiere decir que no constituya una
reivindicación justa y necesaria. Lo que intento señalar que los bajos sueldos
son consecuencias de una política. Y, es esa política, a la que hay que atacar
y vencer. Desde luego, esta circunstancia salarial no es exclusiva de los
universitarios. Es compartida por densos sectores de la sociedad. Y, ello es
así, porque es consecuencia de una política y un estilo de gobernar concreto.
Dicho sea de paso, política y estilo que han entrado en crisis. Y, desde luego,
no están en capacidad de dar respuestas a las causas que provocan el hundimiento
salarial que sufren los venezolanos.
Segunda
observación. En consecuencia, no es particular a los universitarios el
deterioro de calidad de vida. Por el contrario, esta condición (particularidad)
es universable y, en consecuencia, potencialmente compartible con otros
sectores de la sociedad. Dicho en términos abstractos: la política correcta es
universalizar nuestra particularidad. En cristiano, desarrollar una política de
alianzas con otros sectores que padecen "salarialmente" para
enfrentar políticamente al gobierno.
Tercera
observación. Para alcanzar este objetivo es imprescindible desarrollar una
narrativa alternativa a la que ha estado vigente en los últimos años. No podemos "pensar"
esta crisis con los viejos marcos y conducirnos a tono con lo que esos marcos
predicaban. La historia o, el pasado reciente, ha demostrado lo inadecuado de
esas narrativas. Estamos donde estamos como consecuencia de una visión
equivocada de la universidad y del rol de los organismos gremiales y de
conducción institucional.
Cuarta
observación. La crisis no es solamente salarial. Disculpen lo reiterativo. Es
institucional. La universidad no le es posible seguir funcionando como
universidad en las condiciones presupuestarias actuales. Me parece que hace
obligante enlazar la lucha política por salarios justo con la de presupuestos
apropiados. Sin exagerar, la institución universitaria, esa que existe en
nuestra ley de universidades, ya no existe. Es necesario rescatarla y
reinventarla.
Quinta
observación. De esta última observación se desprende que las luchas salariales
universitarias deben estar insertadas en un nuevo horizonte de significación.
¿Qué queremos decir con esta expresión? La autonomía, por ejemplo, no debe ser
entendida como autogestión dirigida a satisfacer intereses internos (general de
índole partidista y tribales). El cambio debe ser sustancial. La autonomía debe
representar una capacidad para organizar y estructurar su propio ámbito
académico, en el que la excelencia en el desempeño de la actividad docente e investigadora
constituya el objetivo fundamental. Suena utópico. Estoy consciente de ello.
Pero el conflicto que se avecina, podría brindar una excelente oportunidad para
saltar de lo específico (reivindicaciones salariales) hacia lo sustantivo
(repensar la universidad). Quizá, una iniciativa que sería apropiada
desempolvar es la idea del Senado
Universitario. Entidad oficiosa para plantear y discutir temas de esta
naturaleza. Abierta, desde luego, al entorno y agrupaciones homologas y
coincidentes con estas luchas políticas y reivindicativas.
Sexta y última
observación. En mi juventud existía una consigna que solicitaba UN NUEVO
GOBIERNO YA. Creo que por ahí van los tiros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario