“Ante
una infamia es vil guardar silencio, y es digno rebelarse y combatirla”.
Arturo
Pérez-Reverte
Manuel
Barreto Hernaiz
Un
país hecho añicos, vestido de harapos mugrientos con los cuales trata de tapar
lo que le queda de vergüenza y pudor. Un país en escombros, destrozado en su
infraestructura y en su moral. Esta peste escarlata diezmó los cimientos de
nuestra sociedad sin conmiseración alguna. Ya no es escasez ni carestía, es
hambruna y desesperanza. Es basura en las calles pero sobre todo en las mentes
de cuantos aún rasguñan el erario. Devastación total, marasmo por doquier.
No
queda ninguna institución o estamento del Estado que no haya sido corroída por
la corrupción, por la inexperiencia, por la desidia y la incapacidad de estos
seres amorales que como hordas de Atila, o como los soldados cosacos de Vasily Volsky tomaron a
Berlín, así por asalto esta degenerada Nomenklatura Tropical tomó nuestro país…
Para perjuicio de nuestro carajeado país, quienes fungen de
jueces, adeptos al oficialismo, hacen gala de una INDIGNIDAD infinita.
Dichos indignos han saltado de inmediato con burdas trapisondas y absurdos
ardides a sabiendas de la inmoralidad implícita en sus criminales
dictámenes. Quedará en su expediente el haber sido los más adulantes y
rastreros funcionarios que haya parido esta tierra. Pero…acaso con eso de
“ya es un caliche” ¿se puede ocultar todo el daño irreparable que se le ha
hecho a TODA la sociedad?
Este
comportamiento AMORAL ha creado un panorama desolador en nuestro país….Este
régimen ha cambiado las normas y las leyes, se ha burlado de una ciudadanía
mayoritaria que tan solo espera cumplir con la cívica herramienta que le otorga
su Constitución – el Referéndum Revocatorio- para rescatar lo poco que queda de
su país…Ahora se puede hablar, con toda propiedad, de un Estado forajido.
Pero este régimen
desgraciado prefirió darle una patada a la lámpara, y el combustible que de
ella se derrama, es el que encenderá la viva llama de la libertaria rebelión; pues frente a las dictaduras el correcto ciudadano tiene el
supremo derecho de la rebelión.
La
rebelión es un acto de conciencia que comienza por uno mismo, mediante una
convicción muy personal y con un verdadero compromiso ante la
opresión. Para que sea popular, masiva, se necesita que muchos yo, muchos tú,
muchos ella y él, muchos nosotros, nos sumemos y nos rebelemos. Los rebeldes no
violentos, no utilizan armas de guerras, creen en la vida, en la libertad, usan
la imaginación y la conciencia para derrocar dictaduras. La rebelión es una de
las dimensiones esenciales de los hombres en pos de su libertad, y hoy es
nuestra ineludible realidad histórica.
El hombre rebelde
es el que asume verdaderamente su condición personal y combate para
despertar, o ayudar a despertar, a los otros hombres. Hay que reconocer que
esta es la condición de cualquier rebeldía. Lo importante será saber en nombre
de qué se rebela uno.
¿Qué
es un hombre rebelde? Un hombre que dice no, anotaba Albert Camus en su obra “El
Hombre Rebelde”; la rebelión desempeña el mismo papel que el “cogito” en el
orden del pensamiento. Nos narraba
Fernando Mires: Cuando las multitudes de 1989 desafiando a guardias armados
asaltaron el muro de Berlín no pensaban en crear un orden histórico superior.
Simplemente saltaron el muro obedeciendo al impulso corporal de quienes quieren
entrar en el espacio común que por derecho pre-constitucional les pertenece, en
este caso la nación común.
Esa es
la diferencia con la revolución cuyos actos son siempre pre-meditados. Eso significa también: mientras una revolución
convierte a un sujeto en un objeto, la rebelión convierte al objeto en un
sujeto. Razón por la cual, mientras en algunas rebeliones hay muertos, las
revoluciones convierten a la muerte en un sistema. En la rebelión la muerte del
otro es consecuencia de un acto no pensado. En la revolución en cambio, se
trata de homicidios sistemáticos; de asesinatos deliberados
Y eso
es cuanto conforma hoy el sentir noble, comprometido y resuelto de cientos de
miles de ciudadanos que ahora, con firmeza y altivez, dicen NO, pues ya basta
de continuar viviendo ese absurdo enfrentamiento, mediante el cual, de manera
lacerante, irresponsable e incalificable, este régimen se ha empeñado en
ahondar en la división y en la hostilidad entre los venezolanos.
La
rebelión vendrá de ese ciudadano mal llamado “soberano” que se cansó de ser
súbdito, y pudo despertarse de tan absurdo letargo, y con soberana arrechera
entiende que resulta más saludable un gobierno que dé trabajo a los pobres, que
uno que les mantenga con dádivas, promesas... ¡y pasando trabajo!, pues no es
cierto que somos un pueblo “bachaquero”.
La
rebelión vendrá de esa mayoritaria ciudadanía sana pero
confundida, tal vez ignorante pero no estúpida, ingenua pero no idiota, que se
ha desengañado de tanta demagogia barata, y se desilusionó de las vanas
promesas de este régimen arbitrario y sinvergüenza.
La
rebeldía que hoy dice NO es la que observamos en cientos de miles de jóvenes a
quienes les ha tocado su momento histórico, y que han tomado conciencia de que
la responsabilidad de la solución de los problemas del país está en sus manos,
y ya no la pueden eludir, ni obviándola, ni buscando quien la asuma por
ellos.
Esa
rebelión que vendrá ya se aparece para decir NO a la hambruna ocasionada
no por una guerra económica sino por una economía de guerra originada por la
corrupción, la negligencia, la incapacidad y la ruindad de un sistema perverso
que ya está agonizando, pero aún aspira a que se dé la retirada de la tierra
arrasada.
La
rebelión que vendrá será la de cientos de miles de ciudadanos indignados por
tantas burlas, insultos y la prepotencia de un régimen que destrozó el sistema
de salud y ahora ve con desdén e indiferencia como la mortalidad infantil
retrocedió 70 años. La rebelión que vendrá será para restituir la luz, la de la
energía eléctrica, pero sobre toda, la que iluminará, y dará el resplandor que
se merece una Nación que ya no soporta tanta mentira, tanta injusticia y tanta
penumbra.
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