Nelson Acosta
Espinoza
Amigos lectores,
me permito iniciar este escrito con una advertencia. Voy a intentar tratar
algunos aspectos teóricos sobre el tema
de la comunicación política. El propósito es intentar responder algunas
interrogantes que gravitan sobre el accionar político de los factores
democráticos. En particular, espero poder dar respuestas a las siguientes
interrogantes: ¿Por qué se votó, en el pasado, masivamente por la opción
electoral chavista? ¿Qué factores inciden, en la actualidad, para explicar
cierto desenfado y desgano existente en la población votante opositora?
¿Interpelan apropiadamente, por ejemplo, las fuerzas democráticas a la
población pobre del país?
Estoy consciente
de la complejidad del tema que intento abordar. Debo señalar que esta preocupación
es compartida por un grupo de investigadores de la Universidad de Carabobo. De
hecho, recientemente se celebró en esta institución un conversatorio donde se
abordaron los temas que sugieren las interrogantes que se acaban de formular.
Bien, empecemos
con una constatación. Las fuerzas democráticas, en el pasado, estuvieron en
desventaja frente al chavismo. Esta afirmación obedece a la débil penetración
de la estrategia comunicacional del bloque opositor en los sectores populares.
La pregunta surge a boca de jarro. ¿A qué se debió, entonces, esta debilidad
comunicacional? Una respuesta a esta interrogante pudiera estar ubicado en el
carácter desapasionado de la narrativa opositora.
¿Qué significa
esta última afirmación? Lo que intentamos resaltar es lo siguiente. En el plano
electoral las fuerzas democráticas se comportaron racionalmente. Vale decir,
esperaban que el deterioro económico alimentara la propensión al voto opositor.
En otras palabras, no era “racional” que los “oprimidos” votaran por sus
“opresores”. Expresado en otros términos, la población empobrecida debería
pasar factura a los responsables de su situación. Sin embargo no ocurrió así.
Los “pobres” votaban mayoritariamente por los responsables de su pobreza.
En el plano
teórico, los estrategas opositores partían de un principio de acuerdo al cual
los electores autónomamente atienden a
razones. Pero esta
creencia filosófica, de raigambre kantiana y continuidad rawlsiana, tenía un inconveniente:
guardaba poca correspondencia con la realidad. En otras palabras, era necesario
emocionar para convencer.
En la actualidad los partidos políticos opositores
enfrentan una situación similar a la que vivieron en su pasado reciente. Se
supone que el creciente deterioro del nivel de vida es suficiente para crear
una identidad opositora. No sería “racional” que la población endosara sus
simpatías a los responsables de su miseria. Desde luego, que esta afirmación es
verosímil. Sin embargo, para hacerla realidad se requiere de la construcción de
una narrativa que llegue a los corazones y mentes de los destinatarios de esta
invocación política. Y, aquí, es donde reside una cierta debilidad en el polo
democrático.
Tengo la impresión que los partidos políticos
opositores se comportan como “si el mandado ya está hecho”. Es decir, el
deterioro de las condiciones de vida de la población será suficiente para
generar una nueva identidad política que será capitalizada por la MUD. Esta
creencia tiene un doble inconveniente. Por un lado, sabotea, por así decirlo,
la construcción de una propuesta nueva que emocione a los ciudadanos. Y, por el
otro, estimula la competencia interna de los partidos dentro de la MUD y, en
consecuencia, se socaba la pertinencia política y electoral de esta agrupación
política.
Diversos observadores políticos han advertido sobre
cierto inmovilismo que en la actualidad padece esta agrupación política.
Señalan que esta “resaca” se encuentra asociada con la perdida de optimismo y
desencanto presente en la población. Sentimientos producto de la frustración
derivada de la no celebración del referéndum revocatorio.
Es vital revisar la estrategia opositora. Para
finalizar una breve recomendación. No hay que temer en explotar las emociones
políticas de los ciudadanos. Hay que intentar ofrecer a los ciudadanos de este
país una “forma pasional de hacer política”.
La MUD debe “atreverse a sentir”.
La política es así.
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