Nelson
Acosta Espinoza
La semana que
acaba de concluir estuvo bastante agitada en la esfera de lo político. Oposición
y oficialismo, como es de conocimiento público, mantuvieron contactos y reuniones que han sido
definidas como pre negociaciones. No se tiene claro cuál fue la materia o temas
que fueron objetos de estas
conversaciones y eventuales negociaciones. Esta incertidumbre cuenta para
alimentar suspicacias en el ámbito de sectores del bloque democrático. Un ejemplo
es la advertencia vertida por María Corina Machado: “Conmigo no cuenten si se
acuerda el referéndum revocatorio para el 2017”. Igualmente, Henrique Capriles
ha señalado que “nadie tiene derecho de negociar ni decidir sobre el
revocatorio, porque es un mecanismo que le pertenece a millones de
venezolanos”. A la par, hizo pública su preocupación por la conducta exhibida
recientemente por sectores políticos asociados a la MUD.
Armando Duran, por
su parte, articulista de prestigio y bien informado del acontecer político ha
levantado serias dudas sobre el papel desempeñado por Rodríguez Zapatero en sus
sucesivas visitas a nuestro país. Advierte que el formato que privó en la
demostración del 1S (prudente, ordenada, sin intervenciones de líderes de la
oposición, etc.) fue acordado con el gobierno. A cambio, el general Néstor Luis
Reverol se habría comprometido a no reprimir la concentración ciudadana. Este
compromiso, advierte Duran, fue gestionado por el líder político español.
A la luz de estos
acontecimientos parece plausible formular un conjunto de interrogantes: ¿hay
disposición en la MUD de aceptar que el revocatorio se celebre el año que
viene, después del 10 de enero y que
Maduro finalmente abandone Miraflores pero sin cambio de gobierno y régimen?
¿En el marco de esta iniciativa se contemplará la realización de las elecciones
de gobernadores? ¿Los ciudadanos aceptarán pasivamente estas opciones? ¿Cuál
será la conducta de los componentes del bloque democrático que no admiten esta
salida? ¿Se procurará la libertad de los presos políticos?
Indudablemente el
panorama político luce confuso. Hasta este momento la MUD no ha podido elaborar
respuestas convincentes en relación a los aspectos más controversiales
implícitos en estas interrogantes. Sus voceros más calificados han señalado que
es irrevocable la decisión de insistir en la celebración del referéndum este
año. Y los representantes del gobierno, por su parte, han destacado la
imposibilidad de la celebración de este evento en la fecha que propone la MUD.
De ser ciertas estas posiciones ¿Cuál sería, entonces, la materia objeto de
esas negociaciones?
Recientemente,
Lilian Tintori anunció la creación del Comité de Familiares de Presos
Políticos. Esta iniciativa parece responder a la dificultad de sectores de la
MUD de dar repuestas concretas a las demandas de estos venezolanos en prisión.
En fin, la MUD ha pecado de opacidad y actuado
de espaldas a la ciudadanía. Ha carecido de un proyecto de naturaleza
estratégica que dé respuesta al agotamiento político, económico, cultural y
social que estamos presenciando. Y, desde luego, este vacío no puede ser
llenado con apuestas de naturaleza electoralistas. Todo lo contrario. Las
iniciativas electorales deberían estar subordinadas a la formulación y
divulgación de un proyecto de país.
De haber existido
ese relato, la caracterización del encuentro oposición- gobierno habría sido destacado
como que “el PSUV estaba negociando su salida” (Willy McKey ) y no, como parte de la población lo ha asumido, que
la MUD estaba negociando el referéndum.
Es probable que
ninguna de estas dos opciones calce la realidad de lo sucedido. Quizá, el
público nunca sepa la versión correcta de lo allí acontecido. Pero algo si es
cierto, desprovista de un horizonte estratégico, los sectores democráticos
pudiera estar cometiendo los errores que en el pasado condujeron a la actual situación que la
ciudadanía está padeciendo.
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