sábado, 29 de noviembre de 2014

La endogamia política

Charles Darwin

Nelson Acosta Espinoza

Amigos lectores me voy a permitir citar algunas cifras que reflejan la profundidad de la crisis que enfrentamos y que requería la construcción de una nueva voluntad política para poder superarla. Veamos. Por un lado, tenemos una evaluación negativa del modelo económico actual. Más del 40% de la población lo valora en términos negativos y considera que es inapropiado para dar respuestas a los problemas de escasez e inflación que golpea a los hogares de los venezolanos. El presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, por ejemplo, señala que "el 80,1% del chavismo considera que el modelo económico va mal". En los últimos nueve años ha habido nueve devaluaciones del bolívar: la última, en febrero pasado, fue del 32%. Es la moneda más devaluada en América Latina y la tercera en el mundo.

Por otro lado, los escenarios de cara al futuro no lucen alentadores. El año venidero, debido a la caída de los precios del petróleo, arrancará con una agudización de los problemas económicos como la inflación y la caída de la actividad económica. Expertos en la materia vaticinan, por ejemplo, una contracción de hasta cinco por ciento del producto interno bruto (PIB), junto a un aumento de precios de hasta 190 por ciento. Igualmente, estiman que el costo del barril de crudo se ubicará entre 70 y 75 dólares en 2015, lo que indica que los ingresos petroleros del país caerían unos 15 mil millones de dólares respecto a 2014.

Ahora bien, ¿cómo se expresa este escenario económico en el plano político? ¿Son suficientes estas circunstancias para generar una voluntad de cambio? ¿La economía, por así decirlo, lidera a la política? Desde luego que las condiciones económicas ejercen una fuerte influencia en el escenario político. Si se quiere, la economía proporciona insumos a ser procesados por la política. Lo resaltante de la situación actual del país es que este ámbito emite señales que indican que un modo de ser económico y político se ha agotado. Se requiere, entonces, la formulación de un proyecto nuevo que supere al anterior y, desde luego, esta demanda de cambio debe ser relatada de forma apropiada para poder concitar un acuerdo con la gente.

Aquí entramos en un terreno problemático. Me refiero al campo de la comunicación política. Hay líderes de la oposición que sostienen que esta parcialidad "no representa a nadie por lo errático y lo divergente que es su estrategia". Existen estudios de opinión que señalan la conformación de una nueva mayoría independiente de las acciones de la MUD e, inclusive, del PSUV. Esta "gente" que no es interpelada ni por la MUD ni el PSUV constituye el punto de partida para la construcción de un proyecto de país radicalmente distinto al de la IV y V república. Hay que conectarse con este nuevo bloque político y para ello es indispensable comenzar a hablar su lenguaje y derrotar las prácticas tradicionales y poco efectivas que han dominado el escenario político en los últimos años.

Endogamia política. Perdone el lector por el uso de este término antropológico. Esta usanza cultural se ha practicado y se sigue practicando dentro de no pocos grupos étnicos. Consiste esencialmente en concertar uniones matrimoniales entre personas de la misma etnia o de la misma clase social. Todo el mundo está de acuerdo en los inconvenientes de la endogamia, ya que por ese camino se llega a la creación de grupos cerrados.

En política sucede lo mismo. Si nos casamos con lo ya convencidos, no podremos convencer a los que no están convencidos y, desde luego, creamos grupos y relatos que no llegan a la gente. Me parece que la oposición democrática se encuentra atrapada en las redes de esta práctica política.

Cuidado. Existe el peligro que de estas ascuas adormecidas se pudiera elevar el fuego de un nuevo autoritarismo. La política, ahora es así.


Podemos: ¿alternativa de poder?


Miguel A. Megias

El repentino surgimiento del partido político Podemos en España ha dejado a muchos sin aliento. En muy corto tiempo, sus partidarios han logrado obtener cinco eurodiputados (para el congreso de la Unión Europea, con sede en Bruselas). Y, según encuestas recientes, las preferencias del elector puntea la de partidos muy consolidados como son el PP (Partido Popular, de derechas) y el PSOE (Partido Socialista Obrero Español, de izquierdas).

Este fenómeno no ha sido muy divulgado en Venezuela, en la poca prensa libre que queda. Suponemos que el rechazo sea debido a la conexión que años atrás establecieron algunos de sus líderes con el gobierno de Chavez, como asesores políticos, y por cuyo trabajo recibieron una importante remuneración. El hecho de que fueron contratados por Venezuela no los descalifica; su caso debe ser estudiado y visto con cuidado, pero sin rechazo "automático".

Hemos estudiado el fenómeno Pablo Iglesias - Podemos. Mucho se ha escrito y publicado en la presna española (e internacional) sobre el movimiento de estos jóvenes españoles, sin que hayamos podido encontrar respuestas a algunas interrogantes. ¿Son lobos disfrazados de corderos, como muchos creen? ¿Son unos populistas, como se dice? ¿O son unos genuinos y sinceros políticos de una nueva estirpe que desalojará del poder a la vieja clase gobernante, lo que ellos llaman "la casta"? ¿Se desinflarán cuando se vean confrontados con las realidades de la política? ¿Son de derechas disfrazados de izquierda?

Según nuestra reflexión ¿puede la oposición venezolana aprender algo de este experimento político? Creemos que si, que hay mucho que aprender y entender y que del éxito de Podemos y la forma novedosa como lo ha logrado se pueden sacar importantes lecciones. Les dejamos un artículo que pensamos puede ayudar a que cada quien se forme su propia idea sobre este movimiento.

Para leer el artículo, haga click aquí.

También, para quienes gustan ver a Iglesias en acción, les hemos conseguido un interesante vídeo que contiene "las claves" de su éxito.

Suenan igual, pero...


Américo Martín

Parónimos son vocablos que se parecen en su pronunciación o forma de escribirse pero que tienen significados distintos. Si les atribuimos el sentido que nos da el sonido incurriremos en un error que puede ser grave o muy risible. Y si ese error lo llevamos a la esfera política podemos anteponerle tranquilamente el adverbio “muy”. “Muy grave”, “muy risible”, pero sea uno o el otro, lo cierto es que no siempre lo que suena igual, es igual.

Algunos dicen, por ejemplo, que tanto el gobierno como la oposición muestran síntomas de división, pero el punto es que semejante efecto se aplica exclusivamente a partidos y gobiernos monolíticos, que prohíben o acallan las discrepancias porque su naturaleza es única como una roca. Tomemos el ejemplo del sedicente socialismo siglo XXI. Quien en el bloque político del poder discrepe de ese concepto o tenga una idea distinta a la que ha oficializado la cumbre del PSUV, es condenado por fraccionalista, es un conspirador que debe ser erradicado de la organización. Los recientes expulsados del partido, incluidos los miembros de la tendencia Marea Socialista, lo evidencian claramente.

Los sancionados, insultados y amenazados no han puesto en duda lo que sea el tal socialismo siglo XXI. Nadie ha sabido revelar su contenido; nadie ha logrado explicarlo con seriedad y profundidad; nadie se ha atrevido a debatirlo con la disidencia externa o interna, y últimamente ni lo intentan. Y sin embargo Giordani, Navarro, la Marea, Círculos bolivarianos han sido perseguidos por ofrecer interpretaciones diferentes al catecismo cuyos oficiantes autorizados son el presidente Maduro, el diputado Cabello y sus inmediatos seguidores.

Tratándose pues de un partido único, una voluntad, un sacerdocio autorizado y hasta una deidad única, todo el que no calce en el molde oficial está objetivamente pasándose a la oposición, o convirtiéndose en un peligroso enemigo del gobierno revolucionario.

Esa misma palabra, “división” ¿cómo opera en la acera ocupada por la alternativa democrática, cuáles son sus efectos?

Para responder apropiadamente tal pregunta, lo primero debe ser aceptar que la fuerza de la alternativa democrática no reside en su monolitismo o dominio de una voluntad dominante, de una ideología que proscribe cualquier otra, y de una disciplina férrea acuerpada en forma compacta alrededor de ese mando y su misterioso catecismo ideo-político, en nombre del cual se persigue y expulsa. Su fuerza reside en cambio en su pluralidad.

La alternativa democrática es una coalición de partidos, organizaciones civiles y personalidades que afortunadamente no piensan igual en todo, ni guardan perruna lealtad a quienes dan las órdenes invocando a endiosados fundadores; muy por el contrario, la opción democrática protege y garantiza la convivencia en su seno de todas las corrientes del pensamiento universal y de las visiones políticas varias de sus integrantes. Es una ventaja inmensurable sobre la supuesta unidad broncínea que se impone y asusta a los afiliados al oficialismo.

¿Y por qué la disidencia democrática tiene a bien lo que es tan malo para el gobierno?
Pues porque en la sociedad venezolana, como en cualquier otra de este mundo (sin excluir las sometidas a regímenes totalitarios) prolifera en forma espontánea y natural, secreta o pública, la totalidad de los pensamientos. Las dictaduras no pueden aceptarlo, no abren el puño y más bien tienden a cerrarlo, dado que el libre juego de ideologías y corrientes políticas le impediría consolidarse como eso, como dictadura. Que los medios libres y sus profesionales sean odiados y asediados es la marca de la autocracia.

Más de una candidatura presidencial sería catastrófico para el gobierno; varias de oposición es un tónico muscular, una bendición. Si allá dos abanderados hunden el buque, aquí lo salvaguardan. Se entiende que lo plural no se divide Precisamente porque es plural. Se divide un partido, una ideología, no una pluralidad de tendencias permitidas y garantizadas.
Digo más. La competencia interna es la causante de las nervaduras y grietas críticas que con tan inusitada violencia proliferan en el cuerpo del régimen y del PSUV. Pero que compitan líderes y corrientes opositoras es un ejercicio de fortaleza de la unidad democrática. ¿Y por qué no ocurre que también en la MUD la competencia debilite en lugar de fortalecer, divida en vez de unir?

Respuesta obvia: porque esa competencia, esos variados candidatos reflejan las de la sociedad y en tal sentido pueden representarla sin imposiciones ni hacerle violencia. Si lo que se busca es movilizar a la nación para un cambio pacífico y democrático, la mejor manera de hacerlo es ofrecerle opciones tan variadas como las que crepitan en ella.

La clave es que esas diferencias, esas candidaturas variadas vayan en la misma dirección sin negarse unas a otras. Todas coinciden en que el actual sistema debe cambiar en favor de una democracia capaz de restablecer la convivencia en el marco del estado de derecho y el imperio de las libertades públicas. Esa es y siempre fue la clave del cambio democrático. Muchos autócratas emblemáticos fueron derrotados por amplias coaliciones representativas de la variedad del pensamiento. No querían aplastar al que piensa distinto. Al contrario, le garantizaban su expresión legal. Forjaron la unidad para alcanzar un sistema en el cual discrepar y competir no fueran delitos sino virtudes. El profesor Germán Carrera Damas ha escrito con probidad que en Venezuela hay una larga marcha hacia la democracia. Ha sido capaz de superar los eclipses transitorios impuestos por los autócratas.

No es una frase para levantarle la moral a nadie. Es una verdad consagrada históricamente y que puede certificarse observando las enormes dificultades que afectan al gobierno y hunden a nuestra agobiada Venezuela.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Hablar para la gente, no para la oposición



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Nelson Acosta Espinoza


Hablar para la gente, no para la oposición. Esta frase, extraída del formato político que propone Pablo Iglesias, actual secretario general del partido PODEMOS en España resume lo que, a mi juicio, debería constituir la piedra angular de  una estrategia discursiva para los sectores democráticos del país. En otras palabras, se propone que los ciudadanos y sus angustias cotidianas constituyan el centro medular de la práctica política de la oposición. 

Esta aproximación, me permito reiterarlo, debería constituir el eje en torno al cual giren las conductas políticas de los diversos sectores que constituyen el bloque democrático en el país.

Antes de continuar me voy a permitir dibujar rápidamente este nuevo movimiento que irrumpe en la política española. Lo hago en el convencimiento que la MUD pudiera aprovechar esta experiencia política, en particular su estrategia comunicacional. Hablar  "para la gente, no para la izquierda", usar un tono pausado y referente popular, simplificar los mensajes, mostrar las contradicciones del adversario. Estos son algunos de los principios que orientan la estrategia comunicacional de este nuevo movimiento político. Formula sencilla que hoy en día constituye su "marca" política. Y, sin la menor duda,  ha sido responsable de su éxito inicial en las elecciones para el parlamento europeo.


Por otra parte,  la práctica política de este nuevo movimiento político  se ha alejado de la racionalidad intelectual. Su punto de partida ha sido una revisión crítica de las posturas discursivas asumida por sectores de la izquierda política española. Estos grupos se han caracterizado por una conducta centrada en demasía en lo intelectual, encerrados en sí mismos y alejados de la cultura de masas. A contrapelo, Pablo Iglesias elabora un discurso sencillo que apela a la emoción y que le ha permitido recuperar para este sector político conceptos emocionales con el de patria. En fin, PODEMOS ha puesto en práctica la máxima que popularizaron las investigaciones en el ámbito de la neuro política: emocionar para convencer.


A partir de esta breve descripción pudiéramos elevar las siguientes interrogantes: ¿Qué sucede en la puesta en escena política de la oposición en el país? ¿Le hablan a la gente? ¿Apelan a la emoción? Me parece que los sectores democráticos se encuentran encerrados en espacios discursivos que no le permiten llegar a la gente. Están centrados en hablar a sus parcelas políticas. En convencer a los ya convencidos. No han podido internalizar el concepto de gente y, en consecuencia, se enfrenta a barreras que le impiden transformar sus puntos programáticos en "sentido común".

Las próximas elecciones parlamentarias pudieran constituir un espacio para implementar nuevas formulas discursivas. Construir una matriz de significados articuladas a las necesidades de la población. Conectar con la gente. En fin, disputar en el plano del lenguaje, al adversario y, así, construir una nueva hegemonía política.


Se dice sencillo, pero no es fácil. Para edificar esta nueva hegemonía sería  indispensable un gran esfuerzo imaginativo. Hacer ejercicio de voluntad política para poder derrotar los hábitos electoralistas presentes en la conducta colectiva en la  mayoría de nuestros actores políticos. Las elecciones, hay que entenderlo, han de ser vistas como un instrumento para construir una nueva mayoría social, cultural y política. No es un fin en si mismo. Es una herramienta subordinada al propósito de fundar una nueva cultura democrática. Si no son vistas así, se corre el riesgo que el desánimo y la frustración se apodere de los corazones de los votantes. La consecuencia es predecible: abstención. Es imperativo, entonces, emocionar para convencer. Ese es el reto. No lo olvidemos, la política ahora es así.









Aprender de los errores no es opción


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 Humberto García Larralde

Dicen que el hombre es el único animal que se topa dos veces con la misma piedra. Sin duda el presidente Maduro responde a ese predicamento. Hace un año, previo a la elección de alcaldes, pensaba que “se las comía” bajando a la fuerza los precios de los electrodomésticos, en lo que se conoció como el “Dakazo”. Ciertamente, revirtió momentáneamente la caída en la popularidad del gobierno y evitó que las elecciones de diciembre fuesen un plebiscito en su contra. Pero las consecuencias de su irresponsabilidad no tardaron en hacerse visibles. Desde comienzos de 2014 el desabastecimiento no ha dejado de agravarse, mientras que la inflación se ha disparado porque sólo a precios muy superiores a los oficiales es que aparecen los productos. No en balde las simpatías por Maduro se han desplomado a apenas el 30% de la población. La “gracia” le salió cara pero más cara aún al pueblo, que ha experimentado un brutal deterioro en sus condiciones de vida.


 ¡Pero helo aquí empeñado en repetir tamaño desatino! Cree de nuevo que se las está comiendo porque le soplaron un nombre angelical a su trampa caza-bobos de este año: “Plan Navidades Felices”. Y ordena a su policía de precios, Andrés Eloy Méndez, superintendente de precios justos (¿?), “peinar” los comercios de las ciudades en busca de productos emblemáticos a los cuales obligar una reducción de precio. “No le vamos a permitir a los dueños de las tiendas que especulen y jueguen con el salario y los aguinaldos del pueblo, ese salario hay que defenderlo", clama el cruzado designdo, callando con cinismo el hecho notorio de que quienes han acabado con el poder adquisitivo del salario son Maduro y su combo, con políticas que han destruido el empleo y la productividad mientras aúpan prácticas especulativas en todos los ámbitos. Salarios que, por demás, se han mantenido por años en niveles miserables por la negativa del gobierno a discutir contratos colectivos vencidos.


Pero el fascismo, claro está, no se distingue por su racionalidad. Fiel a su vocación guerrerista, insiste en el disparate de la “guerra económica” para endilgarles a otros la culpa del desastre que ha causado. Y tan fanáticamente ciego es en este proceder que no advierte que las consecuencias de su “ofensiva” van a ser peores que las del Dakazo y le van a explotar en la cara justo en año electoral. Peores porque la caída en el precio del petróleo hará todavía más difícil reponer inventarios –no habrá suficientes dólares- ni tampoco permitirá paliar las penurias de la gente con el populismo de siempre. Y porque las razzias de la Sundde no se van a limitar a los juguetes, ya que se anuncia que abarcará también a artículos de ferretería, electrodomésticos, textiles y calzado.


Por si quedaran dudas, Diosdado Cabello insiste en que para seguir construyendo su revolución (¿?), "se necesitan revolucionarios … Por muy bueno que sea, así sea astronauta, pero es escuálido, no lo va a hacer bien porque sus intereses son otro". Es decir, fascismo a juro, dicho por su máximo exponente. Nada de profesionalismo ni de especialistas calificados –la alusión al astronauta- para enderezar el terrible entuerto en que han colocado a Venezuela; solo incondicionales dispuestos a obedecer ciegamente sus órdenes y las de otros oberführers de su partido. Porque ante la disyuntiva de rectificar para salvar al país y devolverle a los venezolanos un futuro de esperanza, el chavo-fascismo se prepara para la guerra. ¡No pueden dejar que se pierda el botín! Pero con el lumpen que han protegido y armado –los “colectivos" alebrestados-, la guerra bien pudiera ocurrir entre ellos mismos.