martes, 22 de abril de 2014

Coffee&Politics: Encuentro con el alcalde Alejandro Feo La Cruz


El próximo jueves 24 de abril, se llevará a cabo una nueva edición de Coffee&Politics, evento patrocinado por el Observatorio Venezolano de las Autonomías para reunir a personalidades alrededor de una humeante taza de café y debatir sobre temas de interés nacional.

En esta ocasión, el alcalde de Naguanagua, Alejandro Feo La Cruz, será el invitado especial y alrededor de su exposición e ideas, se tejerá este nuevo encuentro con intelectuales, políticos y personas interesadas en estos temas.

El evento tendrá lugar en el Lido Hotel, Salón Doral IV, a las 9:00 de la mañana. El Lido queda frente al CC Sambil, en Naguanagua.

Quedan cordialmente invitados.

Por el Observatorio Venezolano de las Autonomías

Asdrúbal Romero Mujica
Presidente

Lo saben todo, pero nada más (André Bretón)



Nelson Acosta Espinoza 

Comparten, los totalitarismos y las cebollas, rasgos comunes. Desde luego, para muchos lectores esta referencia, como mínimo, puede parecerles exagerada y extraña. Otros, intentaran relacionar esta semejanza con el olor que despide este bulbo al momento de ser mondado. No en balde el olfato democrático es revulsivo a las políticas autoritarias. Ello explica porque estas propuestas, cuando se encuentran sometidas al escrutinio público, al igual que la cebolla al momento de ser rebanada, exudan un tufo contrario a la cultura democrática. 

Esta planta hortense evoca otros significados. Por ejemplo, las aureolas que la envuelven y cantan su gloria pudieran asemejarse a la autocomplacencia que desata la simetría implícita en toda propuesta autoritaria. Desde luego, bajo esta disposición, no pueden existir espacios para anomalías cuánticas. Vale decir, lugar para aquellas energías que suelen provocar el nacimiento de las ciudadanías y la sociedad individuante.

Wislawa Szymborska poetisa polaca, ganadora del Premio Novel en 1996 describe, en su poema La cebolla, la lógica implícita en toda propuesta con sesgo autoritario. Con gran elegancia la define como “fuga centrípeta. Eco concentrado en coro”. Parafraseándola, nos atreveríamos afirmar que la democrática, a diferencia de la totalitaria, es una cultura que tiende ha denegar lo que esta intelectual denomina como “la idiotez de lo perfecto”. En efecto, sus imperfecciones y lo inacabado de su diseño proporcionan sustancia a esta forma de vida política. Sus raíces polis y pólemos, connotan, precisamente, los ámbitos dentro de los cuales se despliega esta dinámica. A lo largo de estos vectores se desarrollan, por un lado, la búsqueda incesante del consenso y, por el otro, la domesticación pacifica del conflicto. Elementos fundantes de toda convivencia política. 

Nación y Pueblo constituyen, entonces, los parámetros que suministran direccionalidad a la ingeniería política que apuesta a la “idiotez de lo perfecto”. El primer concepto, proporciona justificación y esencia eterna a la voluntad colectiva. El segundo, glorifica a quienes se identifican entre si y con la Nación. De ahí provienen frases de cuño fascista, como por ejemplo, “dentro la revolución todo; contra la revolución, nada” o “patria, socialismo o muerte”. 

No debe sorprendernos, entonces, la comodidad con que esta lógica despliega su apuesta por el esencialismo. Amartya Sen, premio Novel en Economía, la ha definido como “miniaturización” de los colectivos e individuos. Reduccionismo que permite cancelar arbitrariamente circunstancias culturales y privilegiar una de estas dimensiones en detrimento de las otras. Por ejemplo, raciales (blanco, negro); religiosas (musulmán, cristiano, judío, budista); políticas (revolucionario, patriota, bolivariano, escuálido). En este contexto es probable, entonces, que las relaciones entre lo uno y lo otro y sus juegos de lenguajes tiendan a ser anulados. 

Antonio Machado, a través de su heterónimo, Abel Martín, en forma honda e inimitable, reflexionó sobre esta relación que vincula identidad y otredad. En un pasaje inolvidable señala: “con la fe poética no menos humana que la fe racional, creía en lo otro: en la esencial heterogeneidad del ser, como si dijéramos en la incurable otredad que padece lo uno”. 

La política democrática reivindica “la otredad que padece lo uno”. Por esa razón no puede cuadrar con “la idiotez de lo perfecto” de la cual nos habla la intelectual polaca. 

Esta circunstancia explica lo fracasos y la incapacidad de los autoritarismos para alcanzar grados crecientes de bienestar colectivo e individual. En otras palabras, la democrática es la única opción política que puede garantizar derechos y deberes a “los otros que somos nosotros”.

¿Cómo conquistó Cuba a Venezuela?

La respuesta es Hugo Chávez. Dejar entrar a los cubanos fue la expresión de su poder absoluto



Moisés Naím
Artículo publicado en El País (España) el 19 de abril de 2014 

 La enorme influencia que Cuba ha logrado ejercer en Venezuela es uno de los acontecimientos geopolíticos más sorprendentes y menos comprendidos del siglo XXI. Venezuela es nueve veces más grande que Cuba, tiene el triple de población y su economía es cuatro veces mayor. El país alberga las principales reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, algunas funciones cruciales del Estado venezolano o han sido delegadas a funcionarios cubanos o son directamente controladas por La Habana. Y esto, el régimen cubano lo conquistó sin un solo disparo. Los motivos de Cuba son obvios. La ayuda venezolana es indispensable para evitar que su economía colapse. Tener un gobierno en Caracas que mantenga dicha ayuda es un objetivo vital del Estado cubano. Y Cuba lleva décadas acumulando experiencia, conocimientos y contactos que le permiten operar internacionalmente con gran eficacia y, cuando es necesario, de manera casi invisible. Desde su inicio en 1959, una prioridad de la política exterior del régimen cubano ha sido la creación de vastas redes de apoyo a su causa. Sus servicios de espionaje, su diplomacia, propaganda, ayuda humanitaria, intercambios juveniles, académicos y culturales, y el apoyo en otros países a ONG, intelectuales, periodistas, medios de comunicación y grupos políticos afines han sido pilares básicos de su estrategia internacional. Esto lo hacen todos los países, pero pocos han tenido la necesidad de darle tanta prioridad y durante tanto tiempo como Cuba. La supervivencia económica y política del régimen ha dependido de su éxito en tener aliados en otros países que, a su vez, puedan influir sobre sus gobiernos en apoyo a la isla. En Venezuela esto no fue necesario, ya que logró penetrar directamente en el Gobierno. El hecho indiscutible es que Cuba tiene tanto la necesidad vital como la experiencia y las instituciones para moldear las decisiones de su rico vecino petrolero. Es bien conocida la enorme ayuda petrolera que recibe la isla desde Venezuela. También las inversiones y el apoyo financiero. Parte creciente de las importaciones de Venezuela se canalizan a través de empresas cubanas. Hace poco se reveló la existencia de un enorme depósito de medicamentos caducados recientemente, que habían sido importados por una empresa cubana: medicinas supuestamente adquiridas en el mercado internacional a precio de saldo, y revendidas a precio regular al Gobierno de Caracas. La relación va más allá de subsidios y ventajosas oportunidades de negocios para la élite cubana. Como ha documentado Cristina Marcano, una periodista que ha investigado ampliamente este tema, funcionarios cubanos controlan las notarías públicas y los registros civiles de Venezuela. También supervisan los sistemas informáticos de la presidencia, ministerios, programas sociales, policía y servicios de seguridad, así como la petrolera estatal PDVSA. 

Y luego está la cooperación militar. El ministro de Defensa de un país latinoamericano me contó lo siguiente: “En una reunión con oficiales de alto rango de Venezuela, llegamos a varios acuerdos de cooperación y otros asuntos. Entonces tres asesores, con inconfundible acento cubano, se incorporaron a la reunión y se dedicaron a cambiar todo lo que habíamos acordado. Los generales venezolanos estaban avergonzados, pero no dijeron una palabra. Estaba claro que los cubanos llevaban la batuta”. Cuba paga todo esto con personal y “servicios”. Venezuela recibe de Cuba médicos y enfermeras, entrenadores deportivos, burócratas, personal de seguridad, milicias y grupos paramilitares. “Tenemos más de 30.000 cederristas en Venezuela”, se jactaba en 2007 Juan José Rabilero, en esa época coordinador de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de Cuba. 

¿Por qué el Gobierno venezolano permitió esta intervención extranjera tan abusiva? La respuesta es Hugo Chávez. Durante sus 14 años en la presidencia, disfrutó de un poder absoluto gracias al control que ejercía sobre cada una de las instituciones que podrían haberle impuesto límites o exigido transparencia, ya fueran los tribunales o la asamblea legislativa. También dispuso a su antojo de los ingresos petroleros de Venezuela. Dejar entrar a los cubanos fue una de las expresiones más contundentes de ese poder absoluto. 

Chávez tenía muchas razones para arrojarse a los brazos de Fidel Castro. Lo admiraba, y sentía por él un profundo afecto y confianza. Fidel se convirtió en su asesor personal, mentor político y guía geoestratégico. Castro alimentó además la convicción de Chávez de que sus muchos enemigos —sobre todo Estados Unidos y las élites locales— querían liquidarlo, y que no podía esperar de sus fuerzas de seguridad la protección que necesitaba. En cambio, los cubanos sí eran confiables. Cuba también proporcionó toda una engrasada red de activistas, ONG y propagandistas que apoyaron la revolución bolivariana en el extranjero. Chávez también se quejaba públicamente de la ineptitud de sus altos funcionarios. En esto, también Cuba le ayudó, dotándolo de funcionarios con experiencia en el manejo de un Estado cada vez más centralizado. El alcance de la entrega de Chávez a La Habana lo ilustra dramáticamente la forma en la que manejó el cáncer que acabaría con su vida: confió solo en los médicos que Castro le recomendó, y se trató la mayor parte del tiempo en La Habana, bajo un manto de secretismo. 

El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, ha profundizado aún más la dependencia venezolana de La Habana. Ante las protestas estudiantiles contra un régimen cada vez más autoritario, el Gobierno ha respondido con una represión brutal, que cuenta con los instrumentos y las tácticas perfeccionadas por el Estado policial que controla Cuba desde hace demasiado tiempo.

domingo, 13 de abril de 2014

Ecuador inaugura su ‘Silicon Valley’


Nota del Editor: Mientras Venezuela está enfrascada en una lucha ideológica con graves consecuencias para el país, la hermana República de Ecuador planifica y construye una ciudad universitaria con la esperanza de sustituir, a futuro, los ingresos petroleros por los del conocimiento. Tal parece que Correa si ha puesto en marcha Sembrar el Petróleo (Arturo Uslar Pietri, 14 de julio de 1936).

La Universidad Yachay planea ayudar al país a pasar de la economía de los hidrocarburos a la economía del conocimiento


SORAYA CONSTANTE Urcuqui (Ecuador) 6 ABR 2014 (publicado en El País, España)

Ecuador quiere entrar a la sociedad mundial de conocimiento y ha escogido la palabra quechua Yachay para hacerlo. Esta palabra, que significa saber o conocimiento, es el nombre con el que se ha bautizado al valle tecnológico ecuatoriano, que en un plazo de 35 años aspira ser como la ciudad estadounidense de Palo Alto (que es parte del Silicon Valley) o como la Innopolis surcoreana de Daedeok.

La ciudad de Yachay está ubicada en la provincia de Imbabura (norte de Ecuador) y el centro de esta urbe será una universidad que formará a los cerebros que el país requiere para cambiar la matriz productiva del país y pasar de la economía dependiente de los hidrocarburos a la del conocimiento. Alrededor del centro de estudios se levantará un parque tecnológico industrial, impulsado por el sector privado y el Estado, para que se aprovechen esos cerebros. Pero esto todavía es parte de la utopía.

De momento, lo que se puede ver son las aulas de la nueva universidad, que se han adecuado en lo que fue una hacienda colonial y un ingenio azucarero que cerró hace unos treinta años. El pasado lunes estos espacios se llenaron con los aspirantes seleccionados, un total de 187 jóvenes ecuatorianos que están decididos a estudiar ciencias puras como Alex Maldonado, que se graduó en un colegio del sur de Quito y quiere licenciarse en nanociencia. O Emilia Calderón, que terminó la secundaria en Cuenca y quiere estudiar energías renovables. Todos superaron la nota de 800 sobre 1.000 en el Examen Nacional de Educación Superior y ahora tienen una beca del Estado para estudiar en Yachay. Además, recibirán la mitad de un sueldo básico durante los meses de nivelación (unos 170 dólares) y un sueldo completo cuando empiecen las carreras (340 dólares).

René Ramírez, Secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, en su discurso de inauguración, resaltó el momento histórico al que asistían los primeros estudiantes de Yachay. También estaban presentes los funcionarios del Estado, incluido el presidente Rafael Correa, y los representantes de las empresas interesadas en sumarse al proyecto. “Si un lunes 26 de julio de 1972 se llenó el primer barril de petróleo para la exportación y nació el boom del petróleo en el país, simbólicamente y de manera análoga, podría señalar que hoy lunes 31 de marzo de 2014 arranca la primera generación de Yachay. Y con ello inicia un ciclo que esperamos genere un nuevo boom, el boom del conocimiento”, expresó.

La ciudad se asentará sobre 4.600 hectáreas, aunque lo que se inauguró corresponde apenas al 5% de este megaproyecto, según Héctor Rodríguez, gerente de la Empresa Pública Yachay. Un tanto alejado del campus se pueden avistar los bloques de vivienda que todavía están en construcción y que estarán listos en septiembre para acoger a los trabajadores de la universidad que llegarán cuando arranque el primer año universitario. Por ahora, los estudiantes son los únicos habitantes del campus y vivirán en las casas que otrora ocuparon los trabajadores del ingenio y que fueron rehabilitadas. Sus vecinos más próximos son unas 500 personas de las comunidades de Tapiapamba, San Vicente, El Puente, Hoja Blanca y Armastola, que se quedaron dentro del perímetro de la ciudad. Estas personas antes se ocupaban de labores agropecuarias en las haciendas del lugar, pero ahora fuerza laboral está siendo empleada para levantar la ciudad del conocimiento y su entusiasmo es evidente. Una de las lugareñas de Tapiapamba contratada para arreglar el césped del campus habló de los beneficios del trabajo, aunque se negó a dar su nombre porque a otros trabajadores les han regañado por hablar con la prensa. “La universidad es buena porque ahora podemos salir a hacer lo que sea, antes se sabía sembrar caña, morocho… pero ahora como están las haciendas ya no se siembra nada”, dijo.

Los primeros invitados que llegaron a la inauguración del valle tecnológico sorprendieron a esos hombres y mujeres - que llevaban prendas húmedas sobre sus cabezas para resistir el sol - cuando colocaban los últimos adoquines en el acceso principal, barrían el polvo y asentaban el césped. Todo en el campus olía a nuevo, tanto que las antorchas que estaban al borde de los senderos tenían la etiqueta puesta. El presidente Rafael Correa llegó poco antes de empezar el acto, pero llamó la atención a los responsables porque encontró algunos cables de electricidad sueltos por el suelo.

Correa en su discurso, sin embargo, recalcó que no se están inaugurando edificios. “Aquí está naciendo la patria nueva, aquí estamos superando la economía extractivista”, mencionó e hizo hincapié en que la ciencia, la tecnología y la innovación son fundamentales para el desarrollo y para el "Buen Vivir", que ya es una marca de su Gobierno.

Y, para apuntalar esa nueva patria, se han importado profesores del extranjero, todos con doctorado (PhD). De los cursos de nivelación se ocuparán 18 docentes que proceden de España, México, Guatemala, Venezuela, Colombia y Chile, a más de los ocho profesores estadounidenses de la Universidad del Estado de Kansas que se ocuparán de la enseñanza intensiva de inglés. Solo dos de este grupo inicial son ecuatorianos. Uno de ellos es el profesor de Biología Hugo Romero, que obtuvo su PhD en la Universidad de Miami y era uno de los investigadores de la Universidad Católica del Ecuador. “Estoy sorprendido. Pensé que iba a haber más ecuatorianos, pero solo estamos dos. Y también solo hay dos mujeres, hubiera sido bueno tener PhD mujeres”, dijo.

La comisión gestora, que será la máxima autoridad de la Universidad de Yachay por los siguientes cinco años, también la integran profesores foráneos: tres del Instituto de Tecnología de California y uno de la Universidad de Barcelona, que será el rector. Fernado Albericio, en unas breves declaraciones para El PAÍS, dijo: “Yo llevo muchos años trabajando con universidades ecuatorianas y hace unos meses Ecuador tuvo la generosidad de llamarme y no lo pensé ni un momento. Soy profesor de química orgánica en Barcelona y soy el único de la comisión que voy a quedarme a vivir aquí”.

Los primeros retos de esta comisión serán diseñar la malla curricular de las primeras carreras que ofrecerá Yachay (ciencias de la vida, nanociencia, energías renovables y cambio climático, petroquímica y TIC’s) y crear el estatuto de la universidad. Para septiembre todas estas tareas tienen que estar listas.
Las primeras críticas a la universidad del conocimiento han salido de académicos ecuatorianos como Arturo Villavicencio, que ha estado relacionado con el Gobierno como director del Instituto de Altos Estudios Nacionales y titular de la Comisión Evaluadora de Universidades. En una entrevista al portal ecuadorinmediato.com señala que, al ver las imágenes televisadas de la inauguración de Yachay, parecía que se trataba de una hostería. “Estaba confundido y decía dónde están los laboratorios, las bibliotecas, las salas de computación”, dijo.

También cuestionó que no se haya priorizado en el talento nacional. “Hay un comité gestor, con académicos traídos desde el exterior, pero yo digo dónde están los expectores de las politécnicas, exdecanos, gente que tiene mucha experiencia, que conoce el medio, con un alto nivel académico y, sobre todo, conocedora de la problemática de la universidad ecuatoriana”.

El Secretario de Educación Superior Ciencia, Tecnología e Innovación, René Ramírez, se anticipó a las críticas de este tipo en su discurso: “Frente a aquellos que nos seguirán diciendo neocoloniales por nuestra política de buscar estar conectados a los circuitos mundiales del conocimiento, coherentemente defenderemos, sin contradicciones, la ciudadanía universal. Y también las ciencias sin fronteras, porque el conocimiento es un bien público, pero eso sí, en el marco de las necesidades del país y la patria grande”.
Los estudiantes que formarán la primera generación Yachay parecen estar contentos con los profesores. Daniel Perugachi, que quiere especializarse en biofármacos, contó animado como fue su primera clase. "Mi primer profesor fue un venezolano que dijo que tenía otra manera de explicar las cosas y que iba a mezclar la matemática con la música, me pareció chévere".

El costo del conocimiento

El gerente de la empresa pública creada para administrar Yachay, Héctor Rodríguez, confirmó que hasta ahora se ha gastado 100 millones de dólares de los 1.043 millones que se han presupuestado hasta el 2017. El mayor peso está en el pago por la tierra a los expropietarios. “Estos procesos judiciales llevan tiempo y seguimos devengando ese presupuesto asignado”, dijo Rodríguez. Hasta ahora se ha gastado 35 millones de dólares a través de la empresa estatal Inmobiliar que se ocupa de las expropiaciones. “Hubo 105 propietarios cuyas tierras fueron declaradas como utilidad pública, pero el 90% de los terrenos prácticamente estaba en manos de diez, y el resto fueron propiedades no mayores a 10 hectáreas”, explicó.
Las haciendas más grandes y que han sido tratadas como bienes patrimoniales era la San José, que perteneció a Jacinto Jijón y Caamaño, Tercer Conde de Casa Jijón. Y la hacienda San Vicente Flor, donde nació otro de los próceres de la Independencia, Antonio Ante López de la Flor.

Rodríguez aclaró también que no se expropió a las comunidades insertas en el polígono de intervención y que se está aprovechando su capacidad laboral. “En eso debemos mantenernos como una política de inclusión y trabajo conjunto con las cinco comunidades que han sido absorbidas laboralmente tanto en los servicios relacionados con la construcción y en los servicios de la ciudad”. Los vecinos de Yachay han encontrado empleo directo a través de la empresa pública y empleo asociado a través de los constructores y servicios colaborativos como los espacios de comida o la empresa comunitaria de lavandería.


Nota del Editor: Numerosos vídeos sobre Yachay pueden verse en YouTube. Les incluimos un enlace y un vídeo que creemos será de su interés: Si usted es curioso puede obtener muchos más.





¿Diálogo o negociación?


Nelson Acosta Espinoza

Amigo lector, de entrada lo afirmo: estoy de acuerdo con el diálogo democrático. Sin lugar a dudas, este es un mecanismo indispensable para sentar a los diversos actores en conflicto con la finalidad de trabajar en torno a la búsqueda de soluciones sostenibles a la crisis que vive el país. Desde luego, para que esta actividad sea exitosa, se requiere observar ciertas condiciones de carácter normativo.

La primera, comprender que diálogo es distinto a negociación. Esta última actividad se refiere a enfrentar situaciones conflictivas concretas. Su propósito es definir y satisfacer intereses materiales mediante acuerdos específicos. El diálogo, por el contrario, implicaría la creación de nuevas capacidades humanas y políticas para solucionar problemas. El diálogo, entonces, apunta hacia un horizonte estratégico y, la negociación, se inscribe dentro de una perspectiva de un sesgo táctico. En fin, podríamos elevar la siguiente interrogante: las conversaciones que sostendrá la MUD y el gobierno, ¿cómo pueden caracterizarse? ¿Diálogo o negociación?

La segunda condición necesaria para alcanzar un diálogo fructífero es la inclusividad. Quizás ésta sea la característica más importante. Ella implica incorporar, en esta acción, a todos los actores involucrados en la situación que provocó la instrumentación de este mecanismo de solución de conflictos. Nuevamente, sería justificado preguntarse ¿están implicados todos los actores? ¿Se encuentran legítimamente representados?
A primera vista, pareciera que la iniciativa planteada es más una negociación que un diálogo. Desde luego, una afirmación de esta naturaleza puede resultar prematura. Después de todo, recién comienzan los intercambios entre la esfera gubernamental y la MUD. Sin embargo, experiencia anteriores (2002) indican que el gobierno estaría dispuesto a negociar algunas reivindicaciones y, de esta forma, ganar tiempo para rehacerse política y simbólicamente. Los representantes de la oposición, por su parte, no han asumido estos encuentros en términos de una agenda que implique la necesaria recomposición del modelo social, económico y cultural que ha prevalecido en el país a lo largos de estos últimos 15 años. Me parece que esta visión estratégica se encuentra ausente en las cartas que pondrá en juego la MUD en estas reuniones. De darse estas circunstancias esta iniciativa adquiriría, entonces, un aire de espectáculo con el objetivo de demostrar que los actores en desacuerdo pueden sentarse juntos, pero evadiendo los temas controversiales que dividen al país.

El gobierno juega a dividir la oposición entre una "buena", dispuesta a negociar, y una "mala" que demanda la necesidad de dialogar con la finalidad de promover cambios sustanciales en el país. Bajo esta mirada intentará acordarse con la "buena", dejando por fuera a la otra versión de la oposición democrática del país. Ello explicaría, las ausencias, en esta mesa de diálogo, del movimiento estudiantil y la de aquella porción del país que se identifica con Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma. Resulta paradójico, que los protagonistas de la protesta y quienes han creado las condiciones para que este diálogo se produzca se encuentren ausentes de este proceso.

Lo voy a expresar por la calle del medio. Hay que marchar y dialogar. Marchar pacíficamente para poder crear las condiciones que permitan transformar la negociación en un verdadero diálogo democrático. Ir a la calle, acompañar a los estudiantes, jóvenes y ciudadanos para que el diálogo sea inclusivo y representativo de todos los actores políticos del país. No podemos obviar la nobleza, valentía de nuestros jóvenes y estudiantes. Su sacrificio y lo justo de sus demandas han obligado al gobierno ha solicitar ese diálogo con los sectores democráticos del país.

El manifiesto progresista


Con la resaca bolivariana, y en la búsqueda de un espacio en el futuro, los progresistas latinoamericanos deberían mirarse en algunos espejos de la historia.




HÉCTOR E. SCHAMIS 13 ABR 2014


No importan los interminables discursos, ni las veces que repitan las mismas palabras y sus tantas analogías. La víctima principal del chavismo y sus parientes cercanos no es la derecha, ni la burguesía, ni el fascismo, ni las elites privilegiadas, ni el capitalismo, ni el imperio. La verdadera víctima es el progresismo latinoamericano, corriente de pensamiento cuyo lenguaje le fue arrebatado y vaciado por una izquierda estalinista y autoritaria que se expandió por la región.

Cuando pase la ola bolivariana—y con perdón de Bolívar, figura de la historia puesto a tomar partido en la política de hoy—el discurso de la igualdad, el supuesto socialismo y la democracia plebiscitaria ya no tendrá significado alguno. Será el momento de reconstruir los valores progresistas a través de una manera democrática de hacer política, y eso sobre las ruinas institucionales y económicas, pero también éticas e intelectuales, que queden detrás. No será tarea fácil.

El progresismo está íntimamente ligado a la expansión de derechos, proceso histórico de largo alcance y no únicamente en “occidente”. Además de la igualdad formal ante la ley—derechos y garantías constitucionales—el progresismo enfatiza la importancia de una relativa igualdad en la distribución de recursos materiales—derechos sociales. Esto no sólo porque la pobreza y la desigualdad extremas son inmorales. También porque los sujetos privados del acceso a bienes y servicios básicos no pueden constituirse en ciudadanos en el sentido pleno del término. Es decir, no pueden ejercer sus otros derechos con un mínimo de certeza y efectividad.

Al mismo tiempo, sólo un estado constitucional protege esos derechos consistentemente. El abuso de autoridad se neutraliza por medio de normas estables pre-existentes que limitan y dividen al poder público, es decir, que son anteriores a la conformación de cualquier gobierno y que lo restringen. De allí se deriva también la agenda de derechos humanos. Ignorar este componente liberal se traduce en una versión de “progresismo” (enfatizo las comillas) como la que practica Diosdado Cabello, quien fusiona en su persona los tres poderes del estado simultáneamente: militar en actividad, presidente de la Asamblea Nacional y oficial de justicia de facto, valga el contrasentido, como en el arresto de Leopoldo López.

El progresismo también posee un componente de origen socialista, la idea que para maximizar el potencial de la ciudadanía, es necesario apartarse de la neutralidad distributiva del estado. La tributación progresiva y el estado de bienestar de inspiración socialdemócrata son los ejemplos en cuestión. Pero además deben ser financiados con recursos genuinos e implementados por medio de consensos parlamentarios, y no por medio del excedente petrolero, la confiscación arbitraria de activos privados y la discrecionalidad patrimonialista del ejecutivo. Y si existe una renta petrolera, como en Noruega, el objetivo de la sustentabilidad implica que se la debe usar de manera contra-cíclica.

Es que el capitalismo no es anatema para el progresismo, al contrario. Primero porque el mercado opera como mecanismo eficiente de asignación, en tanto las reglas sean transparentes y equitativas, es decir, para todos, no únicamente para los capitalistas amigos del poder, como es norma en la región. También porque el mercado funciona como espacio de socialización. Alienta la iniciativa individual, la creatividad y la toma de riesgo, la receta de la prosperidad. Eso a su vez genera pluralismo, sin el cual no hay sociedad civil en el sentido estricto del término, o sea, un espacio autónomo de deliberación y agregación de intereses e identidades. Esas identidades ya no son hoy reducibles a la clase social, si es que alguna vez lo fueron. La diversidad de hoy se expresa además en identidades étnicas, religiosas, de género, o de orientación sexual, entre muchas otras, o bien todas ellas superpuestas. El progresismo democrático es el vehículo de representación más efectivo para esta diversidad, allí esta su clientela.

El progresismo también es racionalista, en favor del conocimiento y el progreso técnico. Gobernar en democracia implica que los programas y políticas debes ser sustentables en el tiempo para reforzar la legitimidad. La experiencia reciente de financiamiento de la política social por medio del boom de las commodities—que por definición es vulnerable y con un horizonte temporal limitado—ilustra los desafíos por venir. Una región cuya política económica es siempre pro-cíclica nunca resolverá sus problemas de pobreza y desigualdad. El voluntarismo que hemos vivido—y sobre todo escuchado—sólo sirve para aumentar las expectativas en el corto plazo, y generar frustración social y anomia en el largo. Es que cuando la política se hace en base a dogmas, es tentador caer en la borrachera refundacional en vez de introducir cambios prudentes que generen estabilidad, como recientemente señaló Andrés Velasco, ex Ministro de Hacienda y ex candidato presidencial chileno.

Esto ilustra que el progresismo no es revolucionario, es reformista. Desconfía de la geometría cuando se trata de clasificar al progresismo o la reacción. Esto porque a veces la “izquierda” puede ser reaccionaria, como el castrismo, y la “derecha” es capaz de ser progresista, como el liberalismo constitucional. El progresismo es pragmático más que ideológico, pero al mismo tiempo normativo, las reglas de juego garantizadas por el arreglo constitucional están para cumplirse. Y además es evolutivo, jamás creería que la historia empieza con uno, que lo que ocurrió antes no debió ocurrir, convicción que en definitiva esconde un profundo autoritarismo.

Con la resaca bolivariana, a propósito de borracheras, y en la búsqueda de un espacio en el futuro, los progresistas latinoamericanos deberían mirarse en algunos espejos de la historia. En algún sentido, la descarnada cara represiva del chavismo los asemeja a los eurocomunistas, una desobediencia al estalinismo soviético que en los setenta y ochenta los llevó en dirección socialdemócrata. O tal vez les sirva el ejemplo de los disidentes de la Europa central, quienes en su oposición al comunismo lo hicieron con el humanismo y la ética de sus convicciones democráticas. Tal vez el futuro los lleve hacia allí y, si además tienen suerte, en el camino de la reconstrucción de la agenda progresista quizás encuentren su propio Václav Havel.

domingo, 6 de abril de 2014

Liberar a los poderes públicos


Carlos Tablante

Ahora más que nunca las protestas pacíficas deben continuar. Hay que ampliar la base social de las mismas con nuevos sectores sociales y actores políticos, gremios, sindicatos, acompañando al movimiento estudiantil y fortaleciendo la conducción política unitaria.

Según las últimas encuestas, el rechazo al gobierno aumenta, más no todos los que están descontentos están protestando.

Hace falta articular mejor la conducción política. Como hemos dicho, es imperativo que dialoguen mas entre sí los actores que integran la coalición unitaria. Es necesario que el país vea a Henrique Capriles y Leopoldo López luchando juntos. Es importante que la MUD y los partidos que la integran discutan y acuerden una estrategia común. Este es el momento de la Política (así, con mayúscula), el momento de colocar a un lado lo que nos separa y seguir unidos en la defensa de la democracia.

Los opositores debemos aumentar la combatividad para denunciar la inseguridad, la escasez de alimentos y el deterioro del salario debido a la inflación, es decir, hay que profundizar e intensificar la protesta nacional contra la nefasta gestión de Nicolás Maduro que ha llevado el país al colapso. Hay que poner en evidencia el aumento del rechazo al gobierno, rechazo que ya empieza a crecer incluso entre sectores chavistas.

Todo ello sin dejar de exigir el cese a la violación sistemática de los derechos humanos, denunciando la corrupción y la impunidad. Obligando a las instituciones competentes a investigar y sancionar con todo el peso de la ley a los responsables de los asesinatos, torturas y represión brutal de los manifestantes; demandando al gobierno la liberación de los estudiantes y los presos políticos (Simonovis, Leopoldo López, Scarano y Ceballos), así como el retorno de los exiliados y el cede al hostigamiento y persecución contra María Corina Machado, Voluntad Popular y sus dirigentes Carlos Vecchio, Antonio Rivero y el alcalde Delson Guárate.

La falta de legitimidad democrática de Nicolás Maduro y las protestas de las últimas semanas han obligado al gobierno a usar la palabra diálogo. Una señal clara de ese compromiso debería ser, de acuerdo a la Constitución, la convocatoria a una amplia consulta a través de la Asamblea Nacional para la designación de la Fiscal General y de la Defensora del Pueblo cuyos mandatos están por vencerse. Igualmente, seguir presionando para la designación de los diez magistrados del TSJ y sus suplentes, que ya tienen agotado su mandato, de acuerdo al artículo 264 de la Constitución; el nombramiento del Contralor General de la República, según el artículo 279 y la designación de los rectores del CNE que tienen los períodos vencidos.
La protesta, con todos los sacrificios que ella ha conllevado en materia de vidas humanas, heridos, torturados y encarcelados debe servir para restablecer el Estado de Derecho y la vigencia plena de la Constitución, liberando a los poderes públicos del secuestro impuesto por el PSUV.

Cumplir exactamente lo que esta previsto en la norma constitucional para la designación de estos altos funcionarios es una prueba por la que la mayoría oficialista debe pasar si quiere abrir espacios sinceros de diálogo.

La iniciativa tomada por el Ejecutivo, forzado por la crisis de gobernabilidad, no puede ser un “show” más. Esos altos cargos no pueden seguir, como lo han estado hasta ahora, al servicio de una parcialidad política (PSUV), a espaldas, y casi siempre, en contra de la inmensa mayoría del país.

Debemos ejercer presión para la realización de un amplio diálogo nacional que nos permita la escogencia de estas altas autoridades con base al consenso como garantía del establecimiento del Estado de Derecho que ha sido sustituido por un Estado delincuente, cuyas principales características son la corrupción y la impunidad.

La salida de la cual tanto hablamos, pasará siempre por la vía electoral. La historia nos demuestra que al final de las mas cruentas confrontaciones, la única salida ha sido siempre el diálogo y la vía electoral, llámese constituyente, revocatorio o elecciones.

Insistir en la calle


Nelson Acosta Espinoza

Amigo lector la situación conflictiva en el país, lejos de reducirse, tiende a profundizarse. Lo he expresado en escritos anteriores. El oficialismo huye hacia adelante y ahonda sus mecanismos represivos. La semana pasada, a través de la Sala Constitucional de TSJ, el gobierno despojo de su condición de legisladora a María Corina Machado. Le aplicó lo que se conoce en el ambiente doctrinario como "derecho penal del enemigo” que no es otra cosa que un ejercicio del derecho al margen del estado de derecho. La Conferencia Episcopal, por su parte, ha responsabilizado al gobierno por las protestas al intentar imponer el Plan de la Patria “detrás del cual se esconde la promoción de un gobierno de corte totalitario”.

No hay dudas, la cúpula dirigente del socialismo del siglo XXI ha ratificado su política de desconocimiento de la voluntad popular. Enzo Scarano, Daniel Ceballos y, ahora, María Corina Machado son casos que ilustran esta práctica. Otros alcaldes de la oposición están siendo sometidos a esta amenaza de desconocimiento de la voluntad popular que los eligió a través del voto. Se pretende doblegar sus posiciones democráticas con el propósito de achicar el campo para el ejercicio de los derechos ciudadanos.

En este contexto sería válido preguntarse sobre la posibilidad de éxito que podría tener una estrategia diseñada para implementar mecanismos de diálogo entre las partes en conflicto. En otras palabras, hoy en día ¿es posible el diálogo? Me parece que la repuesta a esta interrogante la proporcionan los acontecimientos del día a día. El gobierno lejos de abrir, mediante acciones políticas razonables y serias, los caminos para el entendimiento persiste en su rol de contendiente: portador de un discurso agresivo, desconocedor de los actores que le hacen oposición e instigador de violaciones al orden constitucional del país.

Me voy a permitir señalar algunas condiciones normativas que deberían orientar un diálogo de carácter democrático. Primero, respetar y fortalecer la institucionalidad democrática y operar con una mirada sistémica de la problemática en cuestión; su objetivo no es intercambiar información, sino transformar, a través del diálogo, el escenario donde se desplazan los actores en conflicto. En fin, debe verse como una herramienta de cambio y de formación de consensos básicos que permitan el equilibrio de poderes en la sociedad. Para alcanzar este objetivo tendría que abrir nuevos canales de acceso y de participación ciudadana.

Desde luego, las señaladas en el párrafo anterior, son condiciones ideales. En las actuales circunstancias su aplicación se enfrenta a innumerables escollos y dificultades. Una apertura, que pudiera conducir a un diálogo sincero y democrático implicaría, por ejemplo, la satisfacción de las demandas exigidas por el movimiento estudiantil y la sociedad civil en general: libertad de los estudiantes presos, castigo a los responsables de los excesos policiales, cese de la persecución a líderes de la oposición y libertad a los presos políticos (López, Scarano, Ceballos y Simonovis). Estas son condiciones indispensables para iniciar conversaciones conducentes a la instalación de una mesa de diálogo y paz.

El diálogo, igualmente, debe pensarse como un instrumento de contención donde los actores de la oposición y del gobierno puedan interactuar con confianza y respeto. Su objetivo estratégico seria alcanzar consensos que permitan obtener tasas de gobernabilidad a futuro.

La duda, brota a flor de piel: ¿existen las condiciones políticas que faciliten alcanzar consensos de esta naturaleza? Mi respuesta no es optimista. Soy de la opinión que es necesario insistir en la calle. Es necesario doblegar la voluntad gubernamental para alcanzar un diálogo democrático sincero.

Sofismas del chavismo


Danilo Laya

Hoy día, a inicios del siglo XXI, está claro que para tener justicia social no es necesario recurrir a regímenes totalitarios que priven al ciudadano de su derecho a la libertad de conciencia, como los hubo en buena parte del siglo pasado. Hay, hoy por hoy, e incluso desde el mismo siglo pasado, muchos países democráticos que son modelo para el mundo entero de paz y justicia social. Luciría, entonces, que esos son los modelos que los venezolanos debiéramos seguir, pero nuestro gobierno chavista actual tiene otra idea; aferrado a un remoto y obsoleto pasado, está empeñado en seguir los dogmas del “Padre Fidel”, como llamaba Hugo Chávez a Fidel Castro, quien convirtió a Cuba en uno de los países más pobres del planeta y causó penurias inimaginables a millones de cubanos. Los dirigentes chavistas, sin embargo, tienen pleno derecho a pensar como quieran, pero a lo que no tienen derecho es a imponerle sus dogmas, en base a engaños y sofismas sin fin, a un pueblo que no desea el totalitarismo y que no quiere seguir cayendo por el precipicio sin fondo de la quiebra económica y el deterioro social causados por la incompetencia, la corrupción y el uso de nuestros recursos para hacer proselitismo político en América Latina y otras partes. Esos dirigentes chavistas podrían argumentar que la mayoría de los venezolanos quiere ese sistema de gobierno inspirado en la filosofía del Padre Fidel, por cuanto fue esa mayoría la que la puso en el poder (que, de paso, fue un poder logrado en base a casi un empate la última vez, y muy cuestionado). Y eso parece verdad, a primera vista. Pero la verdad es que si bien los sectores de la población venezolana que votan por ellos están contentos con lo que de ellos han recibido, ello no quiere decir que quieran el fracasado sistema comunista, que el Chavismo llama “Socialismo del siglo XXI”, pero que del siglo XXI no tiene nada. El que no lo quieran quedó demostrado con el referéndum del año 2007, que el Chavismo perdió. En dicho referéndum, donde participaron, por supuesto, afectos y adversarios al gobierno, se negó la proposición de declarar a Venezuela un país comunista, a pesar de que se usó la palabra “socialista” que era mucho menos repugnante. Pero a juzgar por los hechos, eso le tiene sin cuidado a los dirigentes chavistas, quienes quieren hacerle creer al país y al mundo que su gobierno es constitucional y democrático, como trataremos de hacer ver con lo que sigue.

En medio de las protestas antigubernamentales iniciadas en febrero de 2014 y todavía en curso, el gobierno chavista sostiene que no se le puede exigir la renuncia por cuanto es un gobierno constitucional; dice, además, que sus opositores no tienen derecho a acciones no contempladas en la constitución; ambas cosas parecen verdad, pero son falsas; veamos.

Llegar al poder por un proceso electoral propio de una constitución de un sistema democrático para luego, afianzados en ese poder, descartar la constitución para implantar un régimen totalitario no contemplado en ella, despoja al gobierno de toda legitimidad y le da derecho a quienes se ven despojados de su sistema democrático a rebelarse y a exigir la salida del gobierno impostor. Los dirigentes chavistas, que se dicen bolivarianos, lo debieran saber mejor que nadie; Bolívar dijo: “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”. Pero la rebelión es un derecho no sólo cuando la tiranía se hace ley; también lo es cuando un gobierno, por incapaz o por corrupto, lanza al país que gobierna por un precipicio sin fondo en lo económico y en lo social, y, sin embargo, se empeña en seguir gobernándolo.

No ocurrió de la noche a la mañana; en base a engaños y astucia, el Chavismo subió al poder haciendo uso de la escalera que le ofrecía el sistema democrático, pero teniendo como carta escondida en la manga el establecimiento de un tipo de gobierno totalitario como el del Padre Fidel. Tan democrático y avanzado parecía el Chavismo, que hace aprobar en 1999 una nueva constitución, que mejoraba la encontrada. En ese momento uno no se habría imaginado que no era lo planteado en dicha constitución lo que quería la nueva fuerza política, la cual planeaba modificarla y ajustarla a sus propósitos cuando llegara el momento propicio; como ya mencionado, el intento de modificación ocurrió en 2007, pero fracasó. Sin modificación, sin embargo, la constitución le ha sido de gran utilidad al Chavismo, pues ella le ha servido como careta de democracia hasta hoy día. Y el que el Chavismo no la haya modificado en el papel, además, en poco le ha afectado, pues actúa a espaldas de ella. En efecto, el Chavismo gobierna por una constitución invisible que le es propia, pero castiga a quienes no piensan igual usando la constitución escrita; por ejemplo: según la constitución invisible, el gobierno tiene pleno derecho a hacer proselitismo político encadenando las estaciones de radio y televisión cada vez que le dé la gana, a cualquier hora, sin previo aviso y por el tiempo que se le antoje. Pero si algún dueño o directivo de estación de radio o de televisión apagara su estación en señal de desacuerdo, entonces le aplicarían tal o cual artículo de la constitución escrita por violar su deber de informar, e iría preso. Y si en vez de apagar su estación el dueño o directivo hubiese ido ante el poder judicial para que impida al poder ejecutivo el uso ilegal de los medios de comunicación, entonces nada lograría, pues según la constitución invisible la división de poderes no existe.

La constitución invisible se fue creando poco a poco a través de los años, a partir de modificaciones inconsultas y paulatinas de la constitución escrita. La Fuerza Armada prevista en la constitución escrita, por ejemplo, dio origen a la de la constitución invisible como, simplemente, el cuerpo armado de la revolución. En efecto, como se ha dicho una y otra vez dentro del mundo chavista, la Fuerza Armada es revolucionaria, socialista y chavista. En frente de sus edificaciones se han visto carteles con algún eslogan como “Patria, Socialismo o Muerte”. En la constitución escrita la Fuerza Armada no está al servicio de ninguna ideología ni de ningún partido. En la constitución invisible, la Fuerza Armada Revolucionaria, Socialista y Chavista es, además, complementada con fuerzas no militares no previstas en la constitución escrita. Otro aspecto fundamental de diferencia, por mencionar uno más, entre ambas constituciones, es lo relativo a la libertad de expresión; veamos.

Hace poco fue la entrega de los premios Oscar 2014, mientras aquí sucedían protestas antigubernamentales. Año tras año dicha entrega ha sido transmitida en televisión en Venezuela, donde la ceremonia y sus resultados son esperados con agrado, pues la gran mayoría del pueblo venezolano es aficionada al cine. Esta vez, Venezuela se quedó con las ganas, pues el evento no fue transmitido. Y es que se sabía que dos o tres artistas, al recibir sus premios, dirían, en apoyo a las protestas, algo como: “¡Venezuela, estamos contigo!”. Y esas palabras eran inaceptables para el gobierno. Y más inaceptable aún era el que las televisoras nacionales dieran noticias de las marchas y lamentables acontecimientos que se sucedían en el país; y así, dichas estaciones permanecieron indiferentes, como si nada estuviese ocurriendo. Los venezolanos tuvimos que acudir a las redes sociales y a canales de televisión extranjeros para saber lo que ocurría en nuestro país, y, aún así, bajo amenazas del gobierno de dejarnos sin información; a un canal extranjero se le cortó la transmisión, y a otro se le amenazó varias veces con hacerle lo mismo. A esta situación se había llegado después de varios años de un cerco comunicacional que involucró cierres de estaciones de radio y televisión. En la constitución invisible no está prevista la libertad de expresión, mientras en la escrita está plenamente garantizada. En la invisible, y en relación a este tema, si se da una libertad de expresión plena y total, pero al gobierno. Como ya se dijo, el gobierno tiene pleno derecho a hacer proselitismo político encadenando las estaciones de radio y televisión cada vez que le dé la gana, a cualquier hora, sin previo aviso y por el tiempo que se le antoje. Y esta libertad la ha usado el gobierno para hacerse propaganda, adoctrinar, manipular, engañar, insultar y sembrar odios de clase social. La prerrogativa de hacer cadenas sin fin de radio y televisión no puede ser más propia de un gobierno totalitario.

Los sucesos recientes ocurridos desde el 12 de febrero para acá han servido, entre muchas otras cosas, para ver al gobierno chavista al descubierto. Resulta difícil aceptar, aún para quien escribe estas líneas, la perversidad gubernamental de la cual hemos sido testigos y el cinismo y la capacidad de engaño para explicar esa perversidad: decenas de manifestantes muertos; cientos de heridos que pasarán el resto de sus vidas sufriendo las secuelas inevitables; más de mil detenidos; juicios sumarios donde en pocos días se condena a un líder opositor a decenas de años en prisión; torturas; allanamientos salvajes sin ninguna orden judicial… Pero, según el cinismo gubernamental, los culpables de tal horror ¿no fueron, acaso, las propias víctimas, ¡por violar la sagrada constitución!? ¿Es que acaso no era el deber del gobierno acabar con los hechos violatorios de la constitución? ¿Es que era correcto el aspirar a que un gobierno constitucional dejara el poder? Todas estas preguntas y posiciones son un insulto a la razón. Como hemos tratado de hacer ver, si hay algo ajeno a este gobierno es la constitución escrita en ese famoso librito que los dirigentes chavistas tanto blanden para hacerse pasar por demócratas. Todo sucede como si la constitución invisible por la cual el gobierno se rige fuera la cubana, mientras finge estar ajustado a la constitución venezolana para hacer caer la culpa de su propia crueldad sobre quienes lo adversan. Si una dictadura se adueña del poder poniendo a un lado la constitución, ¿cómo tendría que hacer el pueblo para liberarse de dicha dictadura? ¿Apelando a la constitución? Si así fuera, entonces se tendría dictadura para siempre, pues toda medida que adopte el pueblo, aunque sólo sea débilmente eficaz para salir de la dictadura, ¡sería inconstitucional! Por ejemplo: una ciudad no podría hacer algo tan simple como un cacerolazo todos los días por treinta días para expresar su repudio al gobierno, porque eso, evidentemente, estaría violando alguna ley. Pero, todavía, este gobierno chavista te dirá que si no te gusta su actuar, puedes acudir al poder judicial a presentar una denuncia por el mal proceder gubernamental en el manejo del país; pero lo que no te dirá es que tal acción no servirá de nada, pues el poder judicial y el gobierno son la misma cosa, con lo que estarás perdiendo tu tiempo. Y aún te diría: vamos a dialogar, para dirimir nuestras diferencias en paz y civilizadamente; desgraciadamente, esto es el colmo de la desfachatez. ¿Es que acaso mediante el diálogo el gobierno Chavista va a renunciar a que la Fuerza Armada sea “revolucionaria, socialista y chavista” y a quedarse, así, sin el cuerpo armado de la revolución? ¿Será que mediante el diálogo el gobierno le devolverá al país las estaciones de televisión de señal abierta que le arrebató para que de nuevo exista libertad de expresión? ¿Será que el diálogo conducirá al gobierno a descartar su constitución invisible inspirada en el Padre Fidel para adoptar la escrita en 1999 en ese librito que tan hipócritamente blande todos los días para ponerse la careta de democracia? ¿Será que es que el gobierno necesita del diálogo para enterarse de que en el país ocurren más de veinte mil asesinatos al año o para que se dé cuenta de que ha llevado a un país lleno de riquezas a la bancarrota? En definitiva, el llamado al diálogo y a la paz ¡es una burla y una desfachatez! El gobierno sólo quiere que se apague el incendio de descontento que lo amenaza, y hacer aparecer a quienes lo adversan como sectores intransigentes y violentos. Sabe muy bien que no hay diálogo capaz de armonizar la democracia transparente que desea la sociedad venezolana con el carácter maquiavélico del castro-comunismo, o con la corrupción o con la demagogia y el populismo.

Como nota de cierre, es necesario para la sociedad venezolana el haber aprendido la lección: la injusticia social en el país fue lo que usó el Chavismo para llegar al poder. Como decíamos al inicio de estas reflexiones, hay países que son ejemplo, para el resto del mundo, de lo que es un sistema democrático en el que la justicia social es base de su bienestar en cualquier sentido. Para llegar a ser lo que esos países son, no es necesario inventar lo que ya existe; basta estudiar lo que ellos hacen para ser civilizados y prósperos, y aplicar aquí lo mismo; si no lo hacemos, algún otro Chavismo reemplazará al actual.